Felipe Escalante Tió
La Jornada Maya
25 de septiembre, 2015
Hasta hace unas cuantas décadas era común que en las casas, incluso las del centro de Mérida, existiera un espacio del patio dedicado a la cría de aves de corral. Gallinas y palomas solían estar presentes todo el año. El pavo se conseguía a fines de septiembre para engordarlo hasta septiembre… a menos que se pusiera en huelga de hambre y alguien insistiera en hacerle tragar masa, en cuyo caso el guiso navideño podía adelantarse. La casa quinta en la que vivía [i]Chichí Lupe[/i] en la colonia Vicente Solís, no era la excepción. Incluso había algunas vacas y colmenas.
“El pobre sólo come pollo cuando está enfermo o cuando hay fiesta”, decía un refrán, antes de la aparición de las granjas avícolas. Tal vez por eso encontramos en el recetario de Chichí Lupe un guiso con el curioso nombre de “pollo para enfermos”.
El guiso es para reponer fuerzas, sobre todo después de pasar por alguna enfermedad que lo dejara a uno convaleciente: sarampión, viruela, tuberculosis, o se recomendaba para el puerperio (junto con la consabida botella de cerveza León Negra).
[h1]Pollo para enfermos[/h1]
Después de limpio el pollo y cortado en postas, se sancocha con sal y 2 hojas de orégano. Cuando dé un hervor se levanta y se pasan las postas a freír en un poco de manteca con 3 ó 4 tomates, rebanadas de cebolla, 2 dientes de ajo machacados y 3 ó 4 papas en rebanadas. Cuando se haya sofrito se añade el caldo con un gajo de hierba–buena y un poco de arroz ó fideos y se termina.
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