de

del

Betina González Toraya*
Foto: Cortesía familia Jorge Musi
La Jornada Maya

Martes 21 de mayo, 2019

A finales del siglo XIX, el decadente imperio otomano se debilitaba junto con las economías de los países bajo su dominio; uno de ellos la Gran Siria, que comprendió lo que hoy es Líbano, Israel, Palestina, Jordania y Siria, así como la actual provincia de Hatay. Los turcos no daban tregua a la persecución de cristianos maronitas, a la vez que los enfrentamientos entre éstos y los drusos se intensificaron.

Gran parte de la población sirio-libanesa emigró, disgregándose por todo el mundo en busca de mejores oportunidades. Uno de ellos fue Ibrahim Cecín Ibn Yiris, quien vio la luz en 1875 en la ciudad costera de Batroun, al norte de Líbano.

Ibrahim y su hermano perdieron a sus padres desde niños. Los hermanos Cecín vivieron con familiares durante algunos años y tan pronto les fue posible emigraron. Con sólo 13 años, Ibrahim partiría hacia Pensilvania, donde lo esperaban algunos parientes libaneses; a diferencia de su hermano, quien decidió probar suerte en Australia. Los hermanos no volverían a verse.

Ibrahim embarcó hacia Nueva York, a donde llegaría en 1888. Su boleto lo pagó con trabajo durante el trayecto, pues con el dinero que tenía apenas le alcanzaba para el pasaje de tren a Pensilvania. La duda acerca de su destino lo acompañó todo el viaje, y al final decidió desviar su camino hacia Washington, D.C.; pues su deseo era conocer la capital del “país de las oportunidades”.

[b]Inicio de una odisea[/b]

Ibrahim quedó impresionado por la altura de los edificios neoyorquinos y la modernidad de la urbe. Se dirigió a la estación Grand Central, donde por medio de señas logró comprar su boleto. Durante siete horas Ibrahim esperó con paciencia para abordar el tren, imaginando lo que haría, cómo sería su nueva vida y lo difícil que le parecía aprender el inglés, idioma que le sonaba extraño. Sin embargo, si algo lo caracterizaba era su tenacidad y tozudez, así que decidió intentarlo.

Al llegar a Washington, uno de los edificios que más le impactó por su arquitectura y belleza fue La Casa Blanca.

El joven Ibrahim trabajó como vendedor ambulante. Sin embargo nunca se acopló a la cultura estadunidense ni se sintió acogido en ese país. Recordó que alguna vez un familiar le contó que uno de sus tíos, Elías, estaba en el negocio de telas y se dedicaba a la sastrería en México (específicamente en Progreso, Yucatán). Así que decidió abandonar Washington para probar suerte en la península.

Así fue como Ibrahim, ahora Abraham Jorge Cecín (después de registrarse en la oficina de migración, en la que los empleados escribían los nombres como los entendían), comenzó su productiva y exitosa vida en esta península.

Una vez en Progreso, localizó al tío Elías e inmediatamente comenzó a trabajar con él. Éste le ofreció una sociedad en el negocio, todo dependía de su desempeño y capacidad. Sin embargo, aunque Abraham resultó un joven trabajador y honesto, pasó el tiempo y no se hizo realidad la promesa hecha.

La lealtad es una virtud arraigada entre los libaneses. Ellos no competían entre sí. Al contrario, se ayudaban. Este hecho provocó incontables desplazamientos en aquella época, y con el propósito de respetar el mercado de sus “paisanos, se extendieron por todo México, Centroamérica, y otras zonas del mundo.

Abraham decidió mudarse a Mérida, la gran ciudad, para continuar en el negocio que iba conociendo mejor cada día. Todas las mañanas cargaba dos pesadas maletas repletas de telas, encajes y lencería e iba ofreciendo su mercancía casa por casa, proponiendo a sus clientes el cómodo pago en abonos.

Al cabo de algunos años de trabajo arduo y con los ahorros suficientes, Abraham logró realizar el sueño de abrir su propia tienda, a la que llamó “La Casa Blanca”, dada su fascinación por la original durante el tiempo que pasó en Washington.

Ubicada en el barrio de La Mejorada, en la calle 50 con 63, La Casa Blanca era visitada por gente de todos los estratos sociales. Ahí vendía todo tipo de artículos importados: piezas de mercería, telas nacionales e importadas, encajes de Bruselas, sedas y linos italianos, abanicos y mantillas españolas, entre otros. Sus clientes hacían pedidos por catálogo y Abraham pasaba tres meses del año en Europa para poder surtir los pedidos a su regreso y mantener abastecida la tienda.

[b]Otro viaje y el matrimonio[/b]

Por otro lado, en el poblado de Ebba, al sur de Beirut, la joven Nacira Farah Elías, recién casada a los 15 años, se embarcaba hacia Argentina en una travesía propuesta por su esposo, invitando a su suegra, doña Elena, pues madre e hija llevaban tiempo sin ver al señor Farah, quien había emigrado al país sudamericano.

Nacira ignoraba que durante el viaje quedaría viuda. Su joven esposo contrajo la fiebre amarilla y murió al llegar a Cuba. En esta triste y difícil situación, doña Elena decidió pasar un tiempo con sus parientes libaneses en Mérida. Así su hija podría reponerse para retornar a su tierra, pero esto último no sucedió. Al poco tiempo de haber llegado, madre e hija estaban acopladas y muy contentas en Yucatán. Para entonces, La Casa Blanca era ya famosa en toda la entidad, al igual que la buena reputación de su dueño. Nacira y Abraham se conocieron y al poco tiempo decidieron casarse.

El vistoso y elegante enlace Jorge-Farah tuvo lugar en la Catedral de Mérida en 1905. Naturalmente, el vestido de Nacira fue uno de los más bonitos de la época. Sus padrinos fueron Avelino Montes y miembros de la familia Laviada.

Abraham y Nacira tuvieron ocho hijos: Amira, Avelino, Aída, Sara, Augusto, Jorge, Olga (quien falleció a los cinco años) y Alberto.

Durante la etapa postrevolucionaria en México, La Casa Blanca, al igual que la mayoría de los comercios, sufrió las consecuencias de la debacle económica. Sin embargo, Abraham mantuvo su buena reputación y pagó a sus proveedores europeos hasta el último centavo, viéndose obligado a vender las alhajas de Nacira y hasta sus anillos de boda. Luego de esto, los mismos proveedores le ofrecieron créditos aún sin él solicitarlos.

La Casa Blanca resurgió y volvió a posicionarse en el mercado yucateco como la más variada y surtida tienda de telas, adicionando el taller de costura, donde se confeccionaban los más elegantes y finos vestidos de novia. Para entonces, sus hijas Sara y Amira se incorporaron al negocio.

Uno de sus nietos, Abraham Jorge Musi, hijo de Jorge A. y Josefina, me cuenta sus recuerdos de infancia en casa de los abuelos: “Siendo muy pequeño, a la edad de ocho años, pasaba algunas temporadas en casa de mis abuelos, Abraham y Nacira. Recuerdo cómo ella me consentía y colgaba mi hamaca en el corredor, ponía su silla junto a mi hamaca y me preguntaba: Niño, ¿ya te wishates?, con su acento entre árabe y yucateco. Eso quería decir si ya había ido al baño antes de acostarme. En esa casa los preparativos de la comida del domingo comenzaban desde el jueves, pues se molía la carne a mano con una especie de mortero de mármol y un mazo de madera. La abuela Nacira preparaba todo tipo de delicias libanesas, desde el labne hasta la gallina rellena. Todos los hijos y nietos estábamos invitados cada domingo a comer con los abuelos”.

Abraham C. Jorge falleció en mayo de 1949. Fue un hombre, noble, tenaz, trabajador incansable y excelente esposo, padre y abuelo.

Estas historias fascinantes nos llenan de orgullo y nostalgia a la vez, nos invitan a seguir el ejemplo de hombres y mujeres, que a base de trabajo arduo y lucha incansable contribuyeron al desarrollo y prosperidad de nuestra bella península. Venerarlos reviviendo su recuerdo y honrarlos contando sus historias, es el regalo más grande que podemos darnos y darles.

*Abogada y amante de la historia.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b][email protected][/b]


Lo más reciente

Cofepris emite nueva normas de operación para tatuadores: Esto es lo que debes saber

Todos los negocios de este tipo deberán obtener una tarjeta sanitaria

La Jornada

Cofepris emite nueva normas de operación para tatuadores: Esto es lo que debes saber


Nadal despega en Madrid con fácil victoria ante adolescente de 16 años

“Quiero seguir mejorando en lo que se pueda en todos los sentidos”, señala

Ap

Nadal despega en Madrid con fácil victoria ante adolescente de 16 años

Kanasín debuta como sede de la LMB con buen beisbol y emociones

La apertura de Valdez y el despertar del Mago Fuentes, entre lo mejor

Antonio Bargas Cicero

Kanasín debuta como sede de la LMB con buen beisbol y emociones