La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Miércoles 16 de octubre, 2019

Para adaptarse al cambio climático, Cancún se debate entre una posible inundación –que algunos especialistas sitúan entre 20 y hasta 80 años– y la demolición de hoteles, advirtió Ana Lorena Gudiño Valdez, asesora nacional del proyecto Adaptur de la Agencia Alemana de Cooperación para el Desarrollo (GIZ, por sus siglas en alemán).

Al mismo tiempo, Jorge Escobar Martínez, presidente de la Federación Mexicana de Colegios de Biólogos, dijo que lo más probable es que antes de que ocurra un incremento en el nivel del mar e inundaciones, habría fenómenos hidrometeorológicos que destruirían la infraestructura, “y ahí tenemos un grave riesgo”, alertó.

El estudio Contribuciones de las capas de hielo al futuro del nivel del mar pronostica que si los gases de efecto invernadero (GEI) continúan, y el incremento de la temperatura alcanza cinco grados en los próximos 80 años, el nivel del océano superaría los dos metros, cubriendo las ciudades de Londres, Nueva York y Shanghai, incluso la península de Yucatán; actualmente, más de seis millones de personas viven en zonas costeras vulnerables.

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Ana Lorena Gudiño, asesora nacional en Cambio Climático y Turismo de Adaptur, dijo que el proyecto cuenta con cuatro millones de euros (85.2 millones de pesos) para asistencia técnica en la adaptación basada en ecosistemas para que el sector turístico identifique el riesgo y la vulnerabilidad del negocio respecto a los impactos.

Añadió que la GIZ apoya sitios piloto como Cancún-Riviera Maya-Cozumel, Riviera Nayarit-Jalisco, San Miguel de Allende, Guanajuato, donde además buscan involucrar al sector privado, que dijo no es fácil de sensibilizar, para financiar y desarrollar medidas de mitigación; empero, poco a poco descubren que hay mayor concienciación de la que creen.

“Los empresarios ya hablan de cambio climático y de adaptación, ya saben que se tienen que adaptar y saben que el impacto por supuesto es ambiental y social, pero ellos obviamente lo traducen a su lenguaje empresarial y saben que hay un impacto económico muy fuerte. Hay muchos que ya se dieron cuenta que hay que cambiar el modelo de turismo, porque si no ya no es sustentable ni sostenible”, manifestó.


[b]Hacer conciencia[/b]

Gudiño Valdez precisó que la sustentabilidad también requiere vacacionistas conscientes en la conservación natural y cultural. Se calcula que 20 por ciento de los turistas que actualmente viajan a México buscan prácticas sustentables, sobre todo el mercado más joven, el de los [i]millennials[/i] y [i]centennials[/i], quienes tienen más conciencia en temas de sustentabilidad.

Dijo que particularmente los empresarios turísticos del Caribe mexicano están bastante conscientes y sensibles, que incluso reconocen el riesgo en el que está la región costera, sobre todo porque dicen saber que aquí viven sus hijos y sus familias y que si se acaban el destino no habrá negocio ni nada para su descendencia.

Ana Lorena Gudiño refirió que Adaptur trabaja con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), que generan escenarios y en todos, si no cambia el modelo actual de vida, hay un inminente incremento en la temperatura del mar. La amenaza a los arrecifes, una barrera natural que regula la fuerza y velocidad del oleaje, es la muestra más reciente de la degradación a la que, principalmente los actores de la industria turística están sometiendo al planeta en ese tipo de ecosistemas.

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Al respecto, Jorge Escobar Martínez, presidente de la Federación Mexicana de Colegios de Biólogos, dijo que si bien el cambio climático está provocando la crecida de los océanos y el deshielo del Ártico, es más factible que antes de que crezca el nivel del mar haya fenómenos meteorológicos que destruyan la infraestructura.

El científico citó que el informe de los expertos climáticos de la ONU alertó de que el aumento del nivel de los mares está acelerándose y es irreversible, y que si la tendencia actual no cambia podría crecer hasta 84 centímetros por una larga lista de impactos devastadores como un mayor deshielo de los glaciares y pérdida del permafrost (la capa de suelo congelado).

“Lo más probable es que tengamos fenómenos antes de un incremento del nivel del mar, con fenómenos de desastre por cambios en la dinámica costera derivada de las modificaciones en la circulación de los océanos y cambios de la temperatura. Antes de pensar en procesos que nos inunden nuestras ciudades costeras, que ya hay modelos muy bien calibrados, debemos de preocuparnos por fenómenos meteorológicos”, mencionó.


[b]Adaptarse al ecosistema[/b]

Sobre la oposición ambientalista de colocar palafitos en la isla de Holbox, Ana Lorena indicó que quizá sea porque la zona no es apta, al señalar que adaptarse no quiere decir poner infraestructura y ya, sino que lo mejor, y que es lo que Adaptur promueve, es la adaptación basada en ecosistemas: las medidas de adaptación, dijo, involucran tanto a gobiernos como a la comunidad en la restauración de hábitats para beneficio social, para de alguna manera dar oportunidad de beneficiar económicamente al entorno.

Sobre lo que espera a Cancún, tomando en cuenta que la duna fue devastada para construir hoteles, la representante de la Agencia Alemana de Cooperación concluyó que necesitan restaurarse los médanos, el manglar y replantear el modelo turístico e incluso dijo que hay riesgo de demolición.

“Hay infraestructura que es sumamente vulnerable porque la exposición es tan alta, que no hay forma. Hay países en los que ya se tuvieron que tirar hoteles, son decisiones sumamente complejas, son decisiones de muchos actores porque los impactos sociales y económicos también son muy grandes, pero estamos en un punto de no retorno; qué va a pasar cuando suba dos metros el mar, qué va a pasar con la infraestructura hotelera”, preguntó.

Agregó que en algunos casos podría echarse mano de medidas de adaptación híbridas: infraestructura y conservación y/o restauración de ecosistemas, pero en algunos casos no habrá esa posibilidad, que es precisamente lo que detecta Adaptur antes de desarrollar, para recomendar a los inversionistas modificar el modelo turístico.

Aseguró que ya hay casos de éxito: hoy, antes de construir, los empresarios detectan cuáles son los puntos de riesgo e incluso modifican sus planes maestros, por lo que los proyectos a futuro en Ciudad Mujeres y todo el Caribe mexicano, así como en Riviera Nayarit, Puerto Vallarta y La Paz, por ejemplo, serán desarrollados inclusive con medidas de mitigación.


[b]Cultura de prevención[/b]

Gudiño Valdez, por su parte, saludó la postura empresarial debido al grave riesgo que representan los fenómenos asociados a las tormentas y los huracanes, que destruyen la infraestructura y todo a su paso, y destacó la cultura de la prevención del Caribe mexicano, ejemplo a nivel mundial.

“En los próximos 10 o 20 años, como escenario de corto plazo, vamos a enfrentar condiciones de riesgo a la infraestructura, a la salud humana y a la subsistencia”, detalló.

Coincidió con Ana Lorena Gudiño en cuanto a la aplicación del modelo de Adaptur, la adaptación basada en ecosistemas, porque el alto riesgo y vulnerabilidad de las zonas costeras obligan a pensar en cómo prepararse de forma anticipada mitigando y previniendo los daños para no tener que sufrir las desastrosas consecuencias.


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