El cementerio de San Román mantiene una estructura ''elitista''

Según Aarón Durán, cronista de la ciudad de Campeche, hasta antes de 1821, año cuando el ayuntamiento inauguró el cementerio de San Román, las iglesias tenían espacios y campos para enterrar o poner criptas. Las tumbas más cercanas al Santísimo eran de las personas más ricas, políticos o con alguna importancia en la ciudad, contó. 

En 1787 los anales de la historia registraron un edicto proveniente del virreinato, en él ordenaban la construcción de cementerios o campos santos pues las iglesias y parroquias ya estaban llenos de cadáveres y para 1813, al no ver avances, Hilario Hartacho, teniente del Rey en calidad de presidente municipal del ayuntamiento de Campeche, buscó quien construyera el inmueble. 

Ese mismo año levantó la mano Mariano Pérez, un albañil que le aseguró que por 4 mil 500 pesos podría construir el cementerio. Fue en 1818 cuando el alarife terminó la obra, señalando que su costo aumentó y finalizó en un gasto de 4 mil 904 pesos, dinero que fue pagado en su totalidad semanas después, mientras que el cementerio fue entregado al presbítero José Benito Canto Sosa. 

El párroco no quería poner en marcha el nuevo inmueble a pesar del mandato oficial del Rey, no hay datos que argumentaran el por qué, pero hay especulaciones respecto al dinero que dejó de recibir la iglesia por los servicios que daba a los familiares de los muertos, relató.

Por esta razón el teniente del Rey levantó una queja al gobernador de Yucatán, ya que en ese entonces Campeche no se había emancipado. 

Finalmente, el 19 de marzo de 1821, inauguran el cementerio, quedando como administrador el presbítero Manuel Carroz, en el evento estuvieron presentes los funcionarios municipales en ese entonces y un representante del gobernador de Yucatán. 

En el cementerio de San Román suenan apellidos como Castilla, McGregor, Villada, del Toro, Trueba, Urbina, Baranda, entre otros que fueron parte de la emancipación de Campeche en la península de Yucatán, hay lápidas de masones que ya ni grabado tienen; sin embargo, el primer cadáver enterrado no fue de algún político, masón o persona de alto rango sino que fue José María Ortega, un hombre de la servidumbre, contó. 

Posteriormente, cuándo inauguraron el cementerio San Romanero estos campos santos tenían capillas, muchas de ellas hoy en ruinas y funcionando como bodegas, pero repitieron el mismo patrón, las criptas y tumbas más cercanas eran de personas importantes, en el caso de este camposanto puede observarse criptas con los apellidos más importantes en la historia política, económica y social de la ciudad, incluso, de la masonería campechana.

Al cumplir su segundo centenario el pasado marzo, el cementerio de San Román es uno de los más vistosos al estar frente al mar, es de los más sobre poblados de la ciudad y mantiene esa estructura, puede observarse que los que están cerca de donde estaba la capilla son de mármol y otros elementos considerados “preciosos”, mientras que las recientes son de yeso o cemento.

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 Edición: Estefanía Cardeña