Armando G. Tejeda
Foto: Afp
La Jornada Maya

Madrid, España
Lunes 26 de marzo, 2018

El ex presidente de la Generalitat de Cataluña y líder del movimiento independentista catalán, Carles Puigdemont, durmió ayer en una cárcel al norte de Alemania, en Neumünster, a unos kilómetros de Hamburgo. Su detención se produjo cinco meses después de que saliera de forma furtiva de su ciudad, Girona, tras declarar la secesión unilateral de la región y ante el temor de la respuesta “represiva” del Estado español.

Su aprehensión por orden de un juez español, Pablo Llarena, del Tribunal Supremo (TS), provocó una ola de indignación en Cataluña -la segunda en tres días-, en la capital, Barcelona, se registraron además de la movilización de miles de personas también duros enfrentamientos con la policía, el incendio de decenas de contenedores de basura, heridas en 53 personas y al menos cinco detenidos por los disturbios.

En menos de 72 horas, el juez Llarena ha realizado dos movimientos que han dejado descabezado al movimiento separatista catalán y, al mismo tiempo, han provocado la indignación, la rabia y la repulsa entre la ciudadanía, que entienden que se trata de una medida “represiva”.

La clave de la detención de Puigdemont está en el auto emitido por el juez español el pasado viernes, en el que además de ordenar el ingreso en prisión de cinco líderes independentistas, entre ellos el que 24 horas antes se había sometido a la sesión de investidura en el Parlamento, Jordi Turull, también reactivó las órdenes de búsqueda y captura internacional en territorio europeo contra el ex mandatario catalán, cuatro ex consejeros que se refugiaron con él en Bélgica y contra la secretaria general de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Marta Rovira. A partir de ese momento, el aparato de la Cancillería española y el Ministerio del Interior se pusieron a trabajar a todo gas para girar la petición.

Ese día, Puigdemont se encontraba en dando una conferencia en Helsinki, con lo que al conocer la noticia salió de forma furtiva del país con el objetivo de volver lo antes posible a territorio belga, donde sus abogados habían preparado la línea de defensa. De hecho, el ex mandatario catalán tenía previsto dar una conferencia más en Copenhague, que se tuvo que cancelar.

Consciente de que el marco legal que más le favorecía para no ser extraditado era el belga, Puigdemont, bajo la asesoría de un grupo de abogados, decidió emprender el camino de regreso a Waterloo en coche, para lo que tenía que recorrer hasta dos mil 400 kilómetros y tenía que cruzar primero Finlandia, después Suecia Dinamarca y finalmente parte de Alemania antes de llegar a la frontera con Bélgica. Y ese viaja además lo hizo en el mismo vehículo en el que se suele mover en Bélgica, para lo que ordenó a sus colaboradores que lo fueron a buscar hasta Finlandia.

Sin embargo, el ex mandatario catalán estuvo controlado en todo momento por agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI, el centro de espionaje español), a través de uno de sus teléfonos celulares y por el citado vehículo.

La operación policial para su detención fue coordinada por agentes españoles y alemanes, que habían acordado practicar la detención en cuanto estuviera en territorio alemán, donde las relacionas bilaterales entre ambos gobiernos es favorable a la causa española y donde el propio Código Penal contempla un delito similar al que se le acusa en España, que en la jurisprudencia alemana llaman “alta traición” y contempla penas de hasta la cadena perpetúa.

Desde su refugio en Bélgica, Puigdemont participó como candidato en las elecciones autonómicas del pasado 21 de diciembre, donde su fuerza política, Junts per Catalunya (JxCat), fue la segunda fuerza más votada de todo el arco parlamentaria y la primera del bloque independentista, que reeditó la mayoría suficiente para gobernar. Sin embargo, su situación procesal le obligó a intentar lograr la investidura a la distancia, para lo que incluso propuso participar en el debate parlamentario a través de Skype, pero el propio Tribunal Constitucional impidió este procedimiento a través de un auto.

Ahora, cinco meses después de su fuga de Cataluña, Puigdemont está a la espera de que un juez decida su entrega al Estado español, donde de ser extraditado estaría bajo custodia del juez instructor de su causa, Pablo Llarena, que también es el responsable del procesamiento de otros 25 líderes independentistas. Está previsto que Puigdemont comparezca este mismo lunes ante el juez alemán, quien tendrá que decidir su procede o no su entrega en los próximos dos meses, al tener un plazo que va desde los diez días hasta los 60.

De los ex consejeros que también están en búsqueda y captura, Clara Ponsatí informó a través de su abogado que se presentaría en los próximos días ante las autoridades británicas para que se inicie el proceso de su entrega.

Ante la conmoción que provocó la detención de Puigdemont en Cataluña, el presidente del Parlamento Roger Torrent -la única autoridad que representa al movimiento separatista- hizo una declaración institucional en la que hizo un llamado a la calma, instó a la ciudadanía a manifestarse en paz y sin violencia, y reiteró su oferta de un frente “democrático común” para hacer frente a la “represión” y a la “situación de excepcionalidad” que vive la región.

[b]Disturbios y Movilización[/b]

La detención de Puigdemont también provocó una movilización masiva de miles de personas en Cataluña, que se concentraron a las puertas de la Delegación del gobierno español en Barcelona y ante la sede la UE para exigir que se “pare ya la represión” y para exigir respeto por su líder.

La Asamblea Nacional Catalana (ANC) convocó las manifestaciones, en las que se mostraron pancartas por la liberación de los “presos políticos” y se leyó un manifiesto unitario por parte de miembros de formaciones políticas en el que se advirtió que “si la democracia y los derechos civiles están en peligro en Cataluña, también lo están en Europa”, y han pedido a la UE que reaccione ante la "vulneración flagrante" de los derechos más fundamentales. “Exigimos la restitución de las instituciones, la libertad de los presos políticos, el regreso de los exiliados y respeto para el pueblo de Cataluña”, señalaron.

En las marchas también participaron los Comités de Defensa de la República (CDR), que protagonizaron algunos enfrentamientos directos con los agentes antidisturbios de los Mossos d`Esquadra, además de que grupos de jóvenes incendiaron una decena de contenedores de basura, cerraron carreteras y arterias viales importantes de las principales ciudades de la región. El saldo provisional de los disturbios fue de al menos 53 heridos y cinco detenidos.


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