David Brooks
Foto: Xinhua
La Jornada Maya

Nueva York, Estados Unidos
Jueves 25 de julio, 2019

El ex fiscal especial Robert Mueller declaró este miércoles ante el Congreso que aunque no se formularon cargos al concluir la investigación que encabezó, el presidente Donald Trump “no fue exculpado” del delito de obstrucción de la justicia y alertó que persiste la interferencia de Rusia –que ayudó a llevar al magnate a la Casa Blanca–, en los procesos electorales estadunidenses.

Sin embargo, después de más de seis horas de audiencias ante dos comités de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos enfocadas en el informe final de 448 páginas con que culminó la investigación que encabezó Mueller sobre posibles actos de conspiración entre la campaña de Trump y los rusos e intentos tanto para encubrir como para obstaculizar las investigaciones, no se reveló nada nuevo.

Ante los intentos de Trump y sus aliados por descalificar la investigación como “una farsa” y una “cacería de brujas” y declarar falsamente que el informe concluyó que no hubo ninguna colusión con los rusos y que Trump quedó “exonerado”, Mueller tuvo la oportunidad este miércoles de reiterar lo que había dicho desde un inicio: hubo y sigue habiendo interferencia rusa en las elecciones estadunidenses, y que “el presidente no fue exculpado por los actos que se alega que cometió” en torno a por lo menos 10 instancias de obstrucción de la justicia documentados en el informe.

De hecho, en respuesta a preguntas sobre si las afirmaciones de Trump de que el reporte no lo culpó de “obstrucción” y que el presidente había sido “exonerado”, Mueller afirmó: “eso no es lo que indica el informe”.

Más adelante, Mueller comentó que el presidente no respondió con la verdad a preguntas bajo juramento durante esta investigación, y expresó que es “más que problemático” que Trump pareció apoyar y aplaudir el hecho de que Wikileaks difundiera correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata supuestamente hackeados por los rusos durante la elección.

Mueller recordó que su equipo decidió no considerar la formulación de cargos criminales por obstrucción de la justicia, ya que según reglas establecidas dentro del Departamento de Justicia no se pueden presentar cargos contra un presidente activo. Pero sí señaló que Trump puede ser sujeto a estos cargos en el momento en que deje de ser gobernante.

Por otro lado, Mueller también reafirmó las conclusiones de su investigación de que, aunque no había suficiente evidencia para comprobar algún tipo de conspiración entre la campaña de Trump y el Kremlin, no había duda de que los rusos interfirieron en las elecciones presidenciales de 2016 y que el magnate y su campaña dieron la bienvenida a esa interferencia.

Más aún, advirtió que eso continúa. “Lo están haciendo mientras estamos sentados aquí”. En respuesta a legisladores, expresó su alarma de que este tipo de interferencia extranjera se convierta en algo que podría ser aceptable de aquí en adelante: “espero que esto no sea ahora lo normal, pero temo que lo es”.

Los demócratas, quienes controlan la cámara baja y convocaron a estas audiencias, no lograron su objetivo de que Mueller revelara algo explosivo. A la vez, los republicanos tampoco lograron anular las conclusiones de la investigación, aunque intentaron a lo largo del día cuestionar la integridad e imparcialidad de la pesquisa para restarle credibilidad.

Con ello, el drama primero ante el Comité Judicial y más tarde frente al Comité de Inteligencia fue más bien un espectáculo político que seguramente aburrió, si no es que hartó, al público que podía verlo en vivo por las cadenas nacionales de televisión y otros medios. Mientras los legisladores de ambas bancadas se turnaban para interrogar al testigo, la estrella respondió lentamente, a veces sólo con monosílabos, rehusando salirse del guión escueto, y evadiendo declaraciones dramáticas y menos novedosas. Sin una bomba informativa, los analistas y comentaristas se esforzaron por crear la sensación de que lo que ocurría era importante usando palabras como “histórico” y “sin precedente”.

Así, mientras las bancadas de ambos partidos interrogaban a la estrella del show, quien se comportó como lo que es, un hombre sumamente institucional con una carrera distinguida de servicio público –un marine veterano de guerra, fiscal, director de la FBI durante 12 años–, desde temprano quedó claro que esto no cambiaría el partido de ajedrez político en Washington, y al final ambos lados declararon victoria aunque nadie anotó un gol.

Trump proclamó que las audiencias fueron “toda una tontería”, calificó la presentación de Mueller de “obviamente no muy buena” y aseguró que fue “una día devastador” para los demócratas. Otra vez consideró la investigación “una farsa ridícula”, y por enésima ocasión, “una cacería de brujas”.

Los demócratas insistieron en que “nadie está por arriba de la ley, ni el presidente” y que le corresponde al Congreso asegurar que se rindan cuentas. Prometieron continuar con sus investigaciones, ya que Mueller dejó más que claro que Trump no está exonerado. Y lograron establecer lo básico para ellos: que según Mueller, el presidente no es inocente.

El día sin fuegos artificiales ni grandes revelaciones, sí fue extraordinario en los hechos: se reiteró que el ocupante de la Casa Blanca fue electo con la ayuda de intereses extranjeros (Rusia), que él y sus familiares, asistentes, abogados y asesores mintieron repetidamente para encubrir una serie de contactos con esos intereses extranjeros para beneficiar sus negocios y su campaña electoral, y que el propio presidente buscó frenar y obstaculizar la investigación sobre todo eso.

Por ahora, los demócratas tienen dos opciones: proceder hacia un proceso de [i]impeachment[/i] o continuar usando las investigaciones para enfrentar a este régimen. El liderazgo demócrata aún se opone al juicio político, por ahora (a pesar de que un creciente número de legisladores –por lo menos 90– entre sus filas lo favorece; se necesitan 218 votos para proceder), al argumentar que las consecuencias políticas y electorales serían negativas, y por lo tanto la mejor estrategia debería de ser continuar investigando al régimen actual y derrotarlo en las elecciones de 2020.

Esta segunda estrategia es la que prevaleció al final del día: líderes demócratas declararon que continuarán con más investigaciones (hay unas 29 pesquisas federales, estatales y locales en curso sobre algún aspecto del comportamiento de Trump, su familia y su círculo).


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