David Brooks
Foto: Ap
La Jornada Maya

Nueva York, Estados Unidos
Viernes 17 de noviembre, 2017

El presidente y varios legisladores federales de ambos partidos, directores, productores y actores de Hollywood, jefes editoriales de medios, técnicos de equipos olímpicos, fotógrafos banqueros y empresarios, tienen dos cosas en común: son hombres y están acusados de agresiones sexuales por un creciente ejército de mujeres.

Durante las últimas semanas, se ha agigantado una ola de denuncias contra hombres con poder provocando la caída inmediata y dramática de algunos, pero no de todos.

Donald Trump, antes de llegar a la Casa Blanca, fue acusado públicamente por hasta 20 de un total de 24 mujeres que han afirmado, hasta la fecha, que fueron de alguna manera agredidas sexualmente por el magnate.

Pero a pesar de las denuncias y de sus propias declaraciones grabadas autoelogiándose por poder tocar a cualquier mujer en donde quisiera porque era famoso y rico, tomó la presidencia, y no ha sido investigado por esto ni por el poder legislativo ni las autoridades de seguridad pública.

Trump ha insistido en que todas las mujeres que lo acusan son “mentirosas”, algo que reiteró tan recientemente como el mes pasado. [un video con 16 de las acusadoras de Trump: www.facebook.com/bravenewfilms/videos/10154818486542016/].

Aún más raro, Trump no tiene pena de acusar a otros por lo mismo que lo acusan a él.

El jueves, el senador liberal Al Franken, defensor de derechos de las mujeres entre otras cosas, fue obligado a reconocer que actuó de manera indebida después de que una ex presentadora de radio lo acusó de tocarla y besarla sin permiso durante una gira para entretener tropas.

Ella circuló una foto con Franken aparentando que estaba por tocarle los senos a la presentadora mientras ella estaba dormida. Franken se ha disculpado y aceptó la sugerencia de líderes republicanos del Senado de abrir una investigación.

Trump tuiteó anoche: “la foto de Al Frankenstien (sic) está muy mal, habla mil palabras. ¿A dónde irán sus manos en las fotos 2,3,4,5 & 6 mientras ella duerme?” seguido por otro que agrega “¿Y pensar que solo la semana pasada él estaba declarando a cualquiera que escuchará sobre el hostigamiento sexual y el respeto para las mujeres…”.

La actual ola de denuncias contra figuras poderosas fue inicialmente detonada por reportajes el mes pasado en el [i]New York Times[/i] y [i]The New Yorker[/i] sobre varias mujeres (el número ya ha alcanzado más de 100) que acusaban al poderoso productor de cine Harvey Weinstein de todo tipo de agresión sexual, empleando su enorme poder en Hollywood para degradarlas e intimidarlas -algunas con violencia-. Las denuncias fueron el fin de Weinstein en la industria de las estrellas y está bajo investigación criminal.

Después ha seguido todo un elenco de figuras de Hollywood acusados de pesadillas del abuso sexual “la fabrica de sueños” que ellos manejaban, y la lista tanto de acusados como de acusadores llevó el tema a la estratosfera de la atención pública.

Entre los acusados más famosos hasta la fecha: los actores Kevin Spacey, Richard Dreyfuss, Dustin Hoffman, Jeremy Piven como también directores y productores como Brett Ratner, James Toback (acusado por más de 200 mujeres), el cómico Louis CK y el chef “celebridad” John Besh, entre otros.

Y casi cada día aparece una nueva acusación en el mundo de los espectáculos -hoy, por ejemplo, le toco a Jeffrey Tambor de Transparent; ayer a Sylvester Stallone, famoso por las películas “Rocky”.

Alguien envió un tuit lamentando todo esto escribiendo algo así: “en 2016, todas nuestra estrellas favoritas murieron. En 2017, todas nuestras estrellas favoritas se convirtieron en depredadores sexuales”.

En el mundo de los medios, ante este tipo de denuncias en las últimas semanas, NBC News fue obligada a echar al veterano periodista político Mark Halperin, renunció el director del New Republic Hamilton Fish, fue cesado el jefe de noticias de National Public Radio, Michael Oreskes por hostigamiento sexual cuando estaba en el New York Times y la Ap,; y un editor veterano de DC Comics fue echado, entre otros.

Ayer, Vice Media fue acusado de permitir un ambiente hostil contra mujeres (están investigando).

Esto brincó de Hollywood y los medios masivos a otro mundo de espectáculos: Washington. El hostigamiento sexual en la capital no es nada nuevo, pero las cosas han llegado a tal nivel que esta semana ambas cámaras, por separado, se autorecetaron programas de capacitación obligatorios para todo legislador, asesor y asistente legislativo sobre el comportamiento sexual.

Se reveló que el Congreso ha tenido que hacer pagos por más de 17 millones de dólares en parte para resolver disputas por denuncias de comportamiento sexual indebido (los pecados son pagados por los tributarios).

Por lo menos dos legisladores -uno de cada partido- están acusados ahora de comportamiento sexual indebido.

Esto después de que la contienda en una elección especial para una curul en el Senado federal por Alabama fue descarrilado con acusaciones de ahora siete mujeres por acoso sexual -dos de ellas menores de edad durante los hechos- contra el candidato republicano ultraconservador cristiano Roy Moore.

Trump personalmente no ha mencionado el escándalo aunque el liderazgo republicano del Congreso y el partido han llamado a que Moore abandone su campaña.

Cada día aparecen nuevos (y viejos) nombres en la lista de políticos acusados de algún tipo de conducta sexual inaceptable, incluyendo ahora por lo menos siete contra el ex presidente republicano George H. W. Bush, incluyendo algunas a las que tocaba por atrás desde su silla de ruedas mientras se tomaban fotos con él en años recientes.

Y con ello también se ha resucitado recuerdos del comportamiento sexual de otro ex presidente, el demócrata Bill Clinton. Vale recordar que Trump usaba los escándalos no sólo para atacar a su esposa Hillary durante la contienda de 2016, sino para defenderse ante acusaciones contra él (llegó hasta invitar a tres de las acusadoras de Clinton a sentarse entre el público en el segundo debate presidencial).

Todo esto no incluye las denuncias ahora dentro del mundo de los deportes, en universidades, y ni hablar en grandes empresas.

Miles de mujeres más se han sumado a campañas para difundir sus testimonios (por ejemplo, a través del lema #MeToo - YoTambién) en redes sociales como también en las calles -miles marcharon en Los Ángeles bajo esa bandera el pasado domingo.

Todo esto también ha generado algo novedoso entre los clubes de hombres poderosos: se reporta una creciente paranoia en los estudios de Hollywood a los pasillos del poder en Washington a las oficinas de grandes empresas, con un temor: ¿quién sigue?

“Hemos guardado silencio demasiado tiempo”, repiten una y otra vez tanto famosas como no, generando el inicio de lo que muchos esperan sea el fin de una cultura que permite la violencia y abuso sexual con impunidad de hombres poderosos.


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