David Brooks, corresponsal
Foto: Ap
La Jornada Maya

Nueva York, Estados Unidos
Jueves 12 de enero, 2017

Rusia continuó dominando a Estados Unidos en el debate poselectoral con un potencial magno de escándalo político, financiero y sexual de quien será investido como el 45 presidente de Estados Unidos en ocho días, y con interrogatorios e investigaciones en Washington sobre la mano de Moscú en los asuntos políticos del último superpoder.

El presidente electo Donald Trump y su equipo continuaron acusando a las agencias de inteligencia de Estados Unidos y a los medios de comunicación por la filtración y promoción de un dossier secreto que concluye que la inteligencia rusa cuenta con material comprometedor -incluyendo grabaciones audio y video- sobre relaciones de negocio y aventuras sexuales del magnate en Rusia.

Se insinúa que este material podría ser empleado para chantajear a Trump, pero también revela posibles contactos entre representantes de Trump y el gobierno ruso en torno a la elección presidencial estadunidense.

En parte por este asunto, el tema de mayor atención en las audiencias en el Senado para ratificar a los nominados al gabinete de Trump han sido en torno a sus posiciones y opiniones sobre gobierno ruso.

En las audiencias de hoy, el general retirado John Mattis, nombrado como secretario de Defensa y Mike Pompeo, como próximo director de la CIA asumieron posiciones sobre Rusia marcadamente diferentes a las de su próximo jefe, quien ha rehusado asumir una posición crítica y hostil contra Moscú. Mattis afirmó ante los senadores que considera a Rusia como primera entre “las amenazas principales” a Estados Unidos, y que estaba dispuesto a confrontar a Moscú si fuera necesario.Pompeo comentó que una Rusia cada vez más agresiva “amenaza a Europa”.

Algunos observadores indicaron que nunca habían observado a potenciales integrantes de un gabinete expresar posiciones tan divergentes a las de su próximo jefe.

La primera conferencia de prensa en casi seis meses convocada por Trump el miércoles fue descarrilada por el tema del dossier secreto con sus espectaculares aseveraciones incluyendo posibles conspiraciones para manipular la elección estadunidense en contra de Clinton, posibles tratos de negocio, y actividades sexuales “perversas” de Trump con prostitutas en la habitación presidencial del hotel Ritz Carlton en Moscú (y posiblemente otro encuentro sexual en otra ciudad Rusa) en 2014.

Un resumen de dos cuartillas del dossier fue incluido en documentos entregados por las agencias de seguridad en su briefing de inteligencia a Barack Obama y a Trump la semana pasada, algo que CNN reportó la noche del martes de esta semana, pocas horas antes de la conferencia de prensa. Buzzfeed decidió publicar las 35 cuartillas del dossier esa misma noche.

En la conferencia de prensa, Trump y su equipo condenaron a los dos medios por difundir lo que afirmaban eran “noticias falsas y fabricadas”, elaboradas por sus enemigos políticos aquí, pero también acusaron que las agencias de inteligencia habían filtrado que ese material se había presentado a Trump, algo que el presidente electo calificó como una maniobra del estilo de la Alemania nazi.

Nunca se ha visto públicamente una disputa de este carácter, con un presidente electo acusando, cuestionando y denigrando a las agencias de inteligencia que pronto trabajarán para él, supuestamente.

La noche del miércoles, James Clapper, director nacional de Inteligencia -o sea el jefe de esa comunidad de inteligencia- emitió una declaración deplorando la filtración de lo que se había incluido en el briefing, y subrayó que el documento no era “producto” de la inteligencia estadunidense, ni que las filtraciones fueron de esta comunidad. Afirmó que estas agencias no habían concluido que la información sea confiable, pero que se incluyó en la presentación al considerarse un asunto que “podría afectar la seguridad nacional”.

Pero esta mañana Trump emitió un tuit distorsionando el mensaje de Clapper, afirmando que éste “me llamó ayer para denunciar el informe falso y ficticio que fue ilegalmente difundido”. Pero Clapper nunca denunció ni proclamó como falso el informe.

Mientras tanto, varios influyentes legisladores -incluyendo los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham- continúan proponiendo una comisión legislativa de investigación sobre la mano rusa en las elecciones estadunidenses.

A la vez, hay indicaciones de que el FBI entre otras agencias continúan investigando la veracidad de las alegaciones en el dossier, y sobre todo los vínculos de allegados de Trump con oficiales rusos.

[b]El dossier[/b]

El ahora famoso dossier de inteligencia de 35 páginas, según The Guardian, New York Times y otros medios, se empezó a elaborar en septiembre de 2015 como una “investigación de oposición”, parte ya rutinaria de campañas y contiendas políticas en Estados Unidos donde se busca información para usar contra un contrincante.

Fusion GPS, firma dedicada a este tipo de cosas en Washington, fue contratada por opositores republicanos de Trump -la BBC reporta que fue un grupo apoyando la candidatura de Jeb Bush- y meses más tarde, fueron sustituidos por un nuevo cliente, un donante demócrata.

FusionGPS, dirigida por ex periodistas reconocidos, encargo la investigación a Christopher Steele, un ex oficial británico de contrainteligencia de MI6, con amplia experiencia en asuntos rusos (fue en algún momento ,el encargado de la oficina sobre Rusia del MI6) y quien goza de amplio respeto en la comunidad de inteligencia estadunidense y europea.

Aunque nadie ha logrado -hasta donde se sabe- verificar los detalles en el dossier, justo por la reputación, las credenciales profesionales y los extensos contactos de Steele, tampoco se podrá descalificar o descartar su información de inmediato,

Mientras tanto, si se revela más sobre una posible colusión y esta conspiración entre representantes de Trump y el Kremlin para influir en la elección, o si surge más sobre información de tratos y operaciones de negocios con el gobierno de Putin, eso podría detonar más investigaciones e incluso la distante, por ahora, posibilidad de un proceso para destituir al nuevo presidente.

En otras noticias en la corte de Trump, el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani fue nombrado para encabezar el esfuerzo de defensa de ataques cibernéticos prometida por el presidente electo.

Y en el lobby de la Torre Trump, Marine Le Pen, líder del ultra derechista Frente Nacional de Francia, estaba tomando café y rehusó confirmar si estaba ahí para reunirse con Trump o sus representantes. Seguramente no era porque el café es tan bueno.

Y para los que no se han cansado del tema: el Inspector General del Departamento de Justicia anunció que examinará la investigación del FBI sobre el asunto de los correos electrónicos de Hillary Clinton por su director James Comey, incluyendo si hubo motivaciones políticas en su actuar.


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