Texto y foto: Afp
La Jornada Maya
Riad, Arabia Daudí
Viernes 24 de abril, 2020
Los musulmanes de todo el mundo comenzaron este viernes el mes de ayuno y oración de ramadán en plena pandemia del nuevo coronavirus, lo cual les privará de las reuniones de familia y de las oraciones en las mezquitas, aunque hay países que decidieron no aplicar estas medidas.
Este año, el Ramadán será particularmente difícil y triste para muchos fieles en Asia, Medio Oriente y África del Norte.
A causa de la pandemia se han impuesto reglas generalizadas que obligan a las mezquitas a cerrar sus puertas. Al caer la noche, el iftar, la ruptura del ayuno con una comida festiva y familiar, también deberá celebrarse de forma mucho más íntima y menos alegre.
El rey Salmán de Arabia Saudita, país que alberga los dos lugares más santos del islam, dijo sentirse "afligido" por la ausencia de oraciones colectivas, pero insistió en la "protección de la vida y la salud de los pueblos".
Las medidas de confinamientos son estrictas en el reino, donde las oraciones en las mezquitas se suspendieron y se impuso un toque de queda en la mayoría de las regiones. Aunque sí se permiten en la Gran Mezquita en La Meca, donde un número restringido de fieles, rodeados por las fuerzas de seguridad, acudieron a la oración del viernes.
Normalmente a rebosar, la explanada de la Kaaba, la estructura cúbica situada en el centro de la Gran Mezquita y a la que se dirigen los musulmanes durante la oración, estaba desierta.
El confinamiento afecta en especial a los más desfavorecidos, dejándolos sin la caridad de las mezquitas y asociaciones.
"Las mezquitas están cerradas y quienes normalmente nos ayudan también están atravesando dificultades", lamenta Salah Jibril, un desempleado palestino de Gaza.
Edición: Ana Ordaz
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