Tras Beijing, ¿podrá el COI rescatar a los Juegos Olímpicos?

Duras críticas por una justa invernal que para muchos fue insípida
Foto: Ap

Antes de dejar la ciudad, el extraordinario snowboarder canadiense, Mark McMorris, calificó los Juegos Olímpicos de Beijing como una versión de “prisión deportiva”. Estaba bromeando — más o menos —, pero su visión no es tan errada.

La burbuja olímpica, que se rompió cuando la ceremonia de clausura llegó a su fin el domingo, tuvo la usual amalgama de deportistas extraordinarios haciendo cosas grandiosas. La jornada de 17 días, sin embargo, transcurrió a través de vitrinas cerradas — una lente deformada y esterilizada por el comité organizador de Beijing con el respaldo del gobierno chino. El principal patrocinador: El Comité Olímpico Internacional (COI), que ha sido criticado duramente por producir unos Juegos Olímpicos que para muchos fueron insípidos y al mismo tiempo fueron contaminados por los escándalos y posturas políticas.

“Pienso que a veces no parece como si su corazón estuviera en el lugar adecuado”, indicó el esquiador acrobático, Gus Kenworthy. “Se percibieron como unos juegos de codicia. Es decir, los Juegos Olímpicos son tan increíbles, pero es un espectáculo televisivo”.

Tras la experiencia de Beijing, el COI tiene 29 meses para oprimir el botón de reinicio y aspirar a que suceda algo distinto, libre de Covid y con muchas mejores vibras cuando sea el turno de la justa de verano en París.

La pregunta más persistente es, incluso en un ambiente más abierto y democrático, si los jerarcas olímpicos podrán reparar su reputación al punto en que la gente — más notablemente, la disminuida audiencia televisiva y la cada vez más aislada legión de deportistas —, pueda disfrutar de los Juegos otra vez.

Algunas de las imágenes que deberán tratar de olvidar:

- La tenista Peng Shuai y el presidente del COI, Thomas Bach, reunidos para disfrutar de la medalla de oro de la esquiadora acrobática, Eileen Gu.

- Los miles de evaluadores, protegidos de pies a cabeza con trajes especiales, empujando hisopos por las gargantas de los deportistas todos los días para la evaluación diaria por Covid-19.

- Una sollozante corredora belga de skeleton, Kim Meylemans, suplicando en redes sociales ser liberada de la cuarentena.

- Y por supuesto, el escándalo de dopaje de la patinadora artística rusa, Kamila Valieva, quien lloró después de su desastroso programa largo, mientras su entrenadora le preguntaba: “¿Por qué dejaste de pelear?”

“Por todas las razones equivocadas”, dijo Robert Thompson, profesor de cultura pop en la Universidad de Syracuse, sobre la actuación de Valieva el jueves pasado, que fue fascinante para la televisión. “Sorpresivo, extraño e hiper dramático”, agregó. “Pero recorrí los pasillos tratando de encontrar a alguien que lo hubiera visto o escuchado y fue en vano. He seguido de cerca los Juegos Olímpicos por 40 años y nunca había visto unos rodeados por tanto silencio, tan poco alboroto”.

Que el COI haya tenido que voltear hacia la autoritaria Rusia y después a China, para dos de los últimos tres Juegos de Invierno, habla más de un problema mayor que subraya la baja cantidad de personas interesadas.


Edición: Ana Ordaz 


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