El "mudra" de las ceremonias budistas, la consagración de la hostia cristiana o los dedos entrecruzados durante un ruego son gestos de fe, sustituyen a los rostros en un inusual retrato de algunos líderes religiosos de Nueva York, que se rencuentran este jueves con el público que se puso en sus manos.
Praise New York, que podría traducirse como Alabanzas a Nueva York, es un homenaje -inaugurado el jueves- que el artista neoyorquino Karl Haendel hace a los rabinos, curas, imanes, pastores y líderes de otros credos que han compartido sus recursos y elevado la moral de la ciudad durante los últimos dos años, según explica a Efe.
Una veintena de dibujos realistas de manos, con la solemnidad de carboncillo negro sobre papel blanco y la majestuosidad de su gran dimensión, de unos tres metros de alto por tres de ancho, destacan sobre las paredes desnudas de la galería Mitchell-Innes & Nash, incrustada entre escaparates en el barrio de Chelsea.
"Quería hacer un retrato de Nueva York y sus diferentes gentes que viven aquí, personas de todo el mundo que hablan muchos idiomas y tienen muchas religiones", señala el artista mientras ultima los detalles, subido a una escalera para poder grapar las piezas por la parte superior.
Los dibujos, que Haendel deja sin enmarcar para resaltar su sentido "honesto, directo y libre de sofisticación", son tan realistas que a primera vista se aprecian las arrugas, los tonos, las manchas y las particularidades de la piel de cada protagonista, que aporta personalidad con anillos, pulseras o un rosario.
Uno de los retratos muestra las manos del padre Enrique Salvo "posando" en la joya arquitectónica de El Bronx que es la Iglesia de St. Anselm & St. Roch, desde donde este conocido cura nicaragüense dio populares misas online para reconfortar a los feligreses durante la pandemia.
También están las manos de la pastora Sherin Swift, de la congregación New Life Fellowship Church ubicada en el barrio de Elmhurst, en Queens, uno de los más multiculturales de la Gran Manzana y que resultó especialmente azotado por la primera ola de coronavirus.
El proyecto comenzó en 2020, cuando Haendel llevaba ya un tiempo utilizando las manos como tema para hacer retratos "porque es una manera nueva de mostrar a alguien sin enfocarse en su cara, que va demasiado ligada a la belleza y la identidad" y, en su lugar, obtener la "expresión de esa persona".
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Entonces llegó la pandemia del Covid-19, que en sus primeros meses tuvo el epicentro en Nueva York, y después la indignación por la injusticia racial, sin olvidar la crisis climática, ante lo que vio que las necesidades de la gente iban, más allá de la comida y el alojamiento, hacia lo "espiritual".
El proyecto, agrega, también tiene un carácter crítico, ya que nació en respuesta a la retórica del ex presidente estadunidense Donald "Trump y el miedo xenófobo a la gente de fuera, para reconocer que el aspecto de Nueva York hoy será el de Estados Unidos dentro de 50 años".
"Nueva York es el futuro de América: una democracia multicultural, multirreligiosa, multiétinica. Una buena manera de retratarlo era dibujando las manos de todos estos líderes religiosos de diferentes comunidades", resume.
Haendel hace las fotos de las manos en su iPhone y a partir de ahí esboza sus borradores en Photoshop antes de ponerse manos a la obra con el papel y los lápices, cientos de ellos, que colecciona reducidos a su mínimo tamaño dentro de un jarro de cristal.
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Porque el papel y lápiz, dice, son herramientas "democráticas" que se han usado desde siempre en todas las culturas, aptas para niños y adultos, y que generan un arte "cercano" frente al que se puede ver en los museos, razón de más para presentarse en una galería "a donde puede entrar cualquiera, porque es gratis".
En ese sentido, es consciente también de que Nueva York es una ciudad "cosmopolita, global y progresista", pero la esfera del arte está generalmente transitada por personas de raza blanca y clase alta que "creen ser" liberales y a veces considerar "las cosas religiosas" algo excluyente.
"Es justo hacer sitio para diferentes sistemas de creencias sabiendo que tener fe es tan válido como ser laico. La gente que acogemos, sea de Latinoamérica, Asia, o África, a menudo llega con su propia fe, creencias y tradiciones. Y si realmente queremos darles la bienvenida, tenemos que dejarles", concluye.
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