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Foto: Reuters
La Jornada

Tokio.
1 de diciembre, 2015

Japón volverá a cazar ballenas en la Antártida a partir de este martes, tras un año de suspensión de esa práctica y a pesar de que la ONU dictaminó en 2014 que estas actividades, en teoría científicas, tienen en realidad fines comerciales.

Los balleneros científicos zarparán para una nueva misión de investigación en la Antártida el primero de diciembre de 2015, indicó la agencia japonesa de pesca en un comunicado publicado en su web.

La misión, que durará de diciembre a marzo, incluye un barco principal y otros tres navíos con una tripulación total de 160 personas.

Japón tuvo que renunciar a la temporada 2014-2015 tras una denuncia de Australia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). El tribunal consideró que se trataba en realidad de pesca comercial, no científica.

Presentó luego un nuevo plan de caza ante la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que prevé la captura de 3 mil 996 ballenas enanas (también llamadas rorcuales o ballenas de Minke) en la Antártida en los próximos 12 años.

Se trata de una media de 333 por temporada, frente a las 900 del plan condenado por la justicia internacional.

El gobierno japonés considera que las capturas son necesarias para reunir información sobre la edad de la población de ballenas y definir así un nivel de esa práctica que no amenace la supervivencia de la especie.

Hemos presentado nuestro plan más reciente, que toma en cuenta las recomendaciones del informe del comité científico [de la CBI] de junio y pensamos que se han llevado a cabo todos los procedimientos necesarios, explicó un responsable de la agencia japonesa de pesca.

Argumento inaceptable

Antes del anuncio oficial, Greg Hunt, ministro australiano de Medio Ambiente, aseguró que en ningún caso aceptaremos el concepto de matar ballenas con propósitos supuestamente científicos.

Japón caza ballenas aprovechando un vacío de la moratoria de 1986, que permite esa práctica con fines científicos. El gobierno tampoco esconde que muchos de esos cetáceos terminan siendo vendidos.

El consumo de carne de ballena es una tradición en Japón, país de pescadores, donde este animal se caza desde hace siglos. La industria ballenera tuvo su mayor auge tras la Segunda Guerra Mundial para alimentar a un país que entonces pasaba hambre.

Tras el anuncio de Japón, la asociación ecologista Sea Shepherd anunció que su barco Steve Irwin, ahora en Melbourne, zarparía para impedir todo tipo de actividades ilegales, aunque tendrá que localizar primero a los balleneros japoneses en el océano.

Realmente creía que la decisión de la Corte Internacional de Justicia sería una puerta de salida honorable para Japón, lamentó Jeff Hansen, director de la organización no gubernamental, y criticó una decisión muy decepcionante.

En la temporada 2013-2014 Japón mató 251 ballenas enanas en el Antártico y a 103 la temporada anterior, mucho menos de lo previsto gracias a la acción de Sea Shepherd.

En paralelo, ese país sigue cazando esos mamíferos en el noroeste del Pacífico y en sus aguas territoriales, que no entran en la decisión de la CIJ.


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