Texto y foto: Yui Ajimura
La Jornada Maya
Nagoya
Domingo 4 de diciembre, 2016
El invierno en Japón es precedido por una fiesta de colores otoñales: “Koyo” es el nombre que dan a la temporada en la que es notorio el cambio de tonalidades en las hojas de los árboles.
De octubre a noviembre, familias y grupos de amigos acuden a parques públicos donde se organiza el “Koyo”, casi siempre hacia las primeras horas de la noche.
La luz del atardecer y las luminarias nocturnas proporcionan especial tonalidad a las hojas, que contrasta con el verde de los prados.
Es un cambio que se presenta sobre todo en los arces japoneses: el verdor de las hojas se transforma primero en amarillo, pasa al naranja, llega al rojo e incluso toma tonalidades violetas conforme se acerca el invierno.
Al igual que ocurre con el Hanami, o floración de los cerezos, el Koyo es parte de las costumbres japonesas de relacionar sus actividades con la naturaleza, como formas de relajación, disfrute y convivencia.
Es común, desde tiempos ancestrales, que no solo se acuda a parques públicos, y en grupos familias y amigos acudan a bosques y montañas cercanas para apreciar el colorido espectáculo natural del fin del otoño.
Contrario al efímero espectáculo de la floración de los cerezos, el Koyo o Momiji puede llevar varias semanas y, conforme a la geografía del territorio japonés, avanza del noreste al suroeste, entre septiembre y diciembre.
Es tradicional de la época el Mitarashi-Dango, pequeños panecillos de arroz ensartados en banderilla y bañados con salsa de soya y azúcar, un dulce típico de Japón.
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