David Brooks
Foto: Afp
La Jornada Maya

Nueva York
Miércoles 18 de Mayo,2016

Hillary Clinton declaró la victoria en Kentucky y Bernie Sanders se impuso en Oregon, con lo cual la disputa interna entre la cúpula y bases hartas de más de lo mismo persiste en el Partido Demócrata.

Por el lado republicano, en Oregon triunfó el último y único precandidato de ese partido: Donald Trump (la contienda en Kentucky de este partido se realizó en marzo)

Clinton mantiene amplia ventaja de casi 300 delegados frente a Sanders, pero el empate virtual en Kentucky (aunque ella declaró triunfo, al cierre de edición los medios aún no habían determinado el resultado por ser tan estrecho, de menos de 0.5 por ciento) y su derrota en Oregon siguen demostrando que no ha capturado el entusiasmo de bases claves de su partido, algo que podría dañar sus posibilidades en una elección general. Más aún, siguen impidiendo que cante victoria.

De hecho, este martes continuó la disputa abierta que estalló el fin de semana en la convención demócrata estatal de Nevada, donde la cúpula acusó a la campaña de Sanders de fomentar actos violentos, después de que varios simpatizantes denunciaron enérgicamente –aventaron sillas y pintaron muros– maniobras injustas para favorecer a Clinton. La cúpula exigió una condena y disculpas de Sanders.

Pero Sanders, aunque lamentó todo acto violento, advirtió a la cúpula que debe mostrar el respeto que merecen sus representantes, y los desafió: “es imperativo que el liderazgo demócrata, tanto nacional como en los estados, entienda que el mundo político está cambiando y que millones de estadunidenses están indignados ante el politiqueo y políticas económicas del establishment”, escribió. El pueblo de este país desea un gobierno que nos represente a todos nosotros, no sólo al 1 por ciento, a los súper PAC, y a los donantes ricos de las campañas.

Para algunos observadores, como algunos dirigentes partidarios alarmados, esto podría augurar lo que podría estallar en la convención nacional si esta contienda no culmina con un mayor consenso entre las bandas de ambos partidos.

De hecho, algunos analistas suponen que Sanders podrá ganar aún más de los 23 concursos que tiene hasta la fecha (Clinton ha ganado por lo menos 26). Aunque Clinton ya tenía antes de hoy mil 719 delegados comprometidos, contra mil 425, aún es posible que no logre llegar a la meta de 2 mil 382 delegados para obtener la nominación de su partido.

Aunque por ahora goza de enorme ventaja al sumar más de 500 superdelegados, éstos no están comprometidos a votar por un candidato y pueden cambiar su lealtad cuando lo deseen; por lo tanto, los demócratas podrían enfrentar una convención disputada, algo que Clinton y la cúpula quieren evitar a toda costa.

[h2]Los republicanos[/h2]

Este martes siguió su avance la marcha triunfante de Trump, mientras el teatro republicano continuó su pantomima de unidad, en un partido fracturado por la casi segura coronación del candidato insurgente.

Cada día más figuras que habían denunciado a Trump se alinean como cortesanos del nuevo rey. Es casi chistoso atestiguar la flexibilidad de las columnas vertebrales de estos políticos al hincarse, y más aún cuando intentan justificar su nueva posición.

Sin embargo, no se logra ocultar el repudio. Varias figuras, encabezadas por la familia Bush y el ex candidato presidencial del partido Mitt Romney, se niegan a sumarse a este desfile, mientras ellos y sus aliados buscan desesperadamente a alguien, o algo, que pudiera detener lo que, afirman, será un desastre para el partido.

A la vez, algunos están más alarmados por indicaciones de que el propio Trump no pensaba que llegaría a este punto, ya que no existe aún una infraestructura para su campaña nacional, y hasta multimillonarios que dicen que desean contribuir a su causa no tienen por ahora un canal para hacerlo.

Pero también crece la alarma entre algunos sectores dentro y fuera del partido, por las implicaciones y consecuencias políticas para el país de una, hasta ahora, impensable presidencia de lo que algunos llaman un populista derechista, o incluso un fascista.

Noam Chomsky afirmó este martes, en entrevista con Amy Goodman en su programa Democracy Now, que Trump es parte de un fenómeno extremo de lo que ha estado sucediendo durante años dentro del Partido Republicano, de una fila de locos extremistas que surgen de las bases que al final eran suprimidos por la cúpula, hasta ahora, ese es el desastre que la cúpula republicana contempla. Agregó que la raíz de esto es el giro a la derecha de ambos partidos nacionales durante los últimos 30 años de este periodo neoliberal, con todas sus consecuencias, sobre todo la concentración de riqueza y, como resultado, la concentración de poder político.

Chomsky concluyó: debemos reconocer que, en los hechos, el Partido Republicano califica hoy día como candidato para ser la organización más peligrosa en la historia humana. Literalmente, tan sólo con sus posiciones en cuanto al cambio climático (los republicanos niegan su existencia) y su postura frente a la guerra nuclear, que implica aumentar el gasto militar. “Nunca ha existido algo así –literalmente, tan amenazante, si uno lo piensa, para la especie– de verdad, nunca”.


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