Armando G. Tejeda
Fotos: Ap
La Jornada Maya

Madrid
Domingo 24 de abril, 2016

Fernando del Paso elevó de nuevo la voz en el que quizá sea uno de los días más importantes de su carrera de escritor. En el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el día en el que se convirtió en el sexto autor mexicano en recibir el Premio Cervantes, el autor de [i]José Trigo[/i] venció a la vergüenza "de hablar mal de mi país en el extranjero" y advirtió con tono preocupado que México va camino de un "Estado totalitario" y que "las cosas no han cambiado en México, sino para empeorar; continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, los abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo".

En el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, en un escenario como el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, uno de las centros del saber más antiguos de la humanidad, el escritor mexicano decidió dedicar su discurso a cuatro personas que han sido muy importantes en su vida: en primer lugar a su mujer y compañera de vida, Socorro; a su agente literaria, Carmen Balcells, fallecida el año pasado, y a dos de sus compañeros de letras y amigos más entrañables, José Emilio Pacheco y Hugo Gutiérrez Vega, con quien compartió proyectos y páginas en [i]La Jornada[/i].

[b]Al lado de Paz, Borges, Onetti...[/b]

Tras los agradecimientos protocolarios a las autoridades que presidían el acto, empezando por los reyes de España, Felipe VI y Letizia, Del Paso empezó la lectura del que quizá se convertirá en uno de los discursos más importantes de su vida de escritor, el que lo convertirá en Premio Cervantes, distinción que sólo han conseguido los más grandes literatos de nuestra lengua en las décadas recientes, como Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Juan Carlos Onetti, Carlos Fuentes, Camilo José Cela, Sergio Pitol, Nicanor Parra, José Emilio Pacheco, Adolfo Bioy Casares y Elena Poniatowska.

Una vez hecha la rememoración a un día de alegría y fulgor, cuando recibió la noticia en voz de su hija Paulina, Del Paso, quien por una serie de infartos cerebrales tuvo que permanecer tres años en silencio, asumió el reto del momento histórico de su discurso y sin más dilación se refirió a lo que más quería señalar, ante la mirada atenta de las autoridades españolas y de los medios de comunicación, que transmitían su discurso en directo.

Fue entonces cuando lanzó uno de esos diagnósticos que justifican la honda preocupación que siente por su patria: “Criticar a México en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el estado de México de la bautizada como ley Atenco, ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan sólo el principio de un Estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí me daría aún más vergüenza”.

En el paraninfo se encontraban, entre otros, el presidente del gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y numerosas autoridades públicas españolas, así como los representantes del gobierno mexicano, encabezados por el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, y por la embajadora de México en España, Roberta Lajous.

Una vez hecha la denuncia hacia las autoridades mexicanas y su deriva "totalitaria", Del Paso se remontó a su nacimiento para celebrar que gracias a eso utiliza el idioma español como medio de comunicación. También evocó al poeta Miguel Hernández como uno de los detonantes de que su vocación fuera la escritura: “Los maravillosos sonetos de Miguel Hernández me motivaron a escribir [i]Sonetos de lo diario[/i], publicados por Juan José Arreola en [i]Cuadernos del Unicornio[/i], en 1958. Pero en realidad mi primera incursión en el mundo castellano tuvo lugar cuando era yo muy peque: [i]‘Nano Papo quiee cuca pan quiquía’[/i], que mi madre interpretaba fielmente: [i]Nano Papo[/i] era: Fernando del Paso; [i]quiee cuca pan quiquía[/i] quería decir: quiere azúcar pan y mantequilla. Algunas tías malhumoradas pronosticaron que yo no iba a dar pie con bola con el lenguaje. Se equivocaron de palmo a palmo. Poco después, al parecer insatisfecho con el eufemismo familiar que se le asignaba a los glúteos, los llamé las "guinguingas" y pronto este neologismo fue adoptado por toda la familia.

“La publicación de los [i]Sonetos[/i] me sirvió para conocer a Arreola y a Juan Rulfo, quien sabía todo lo que había que saber sobre novela mexicana, española, rusa, inglesa, italiana, alemana y, en fin, sobre novela mundial.”

[b]La camisa de José Carlos Becerra[/b]

El novelista y poeta mexicano añadió, como colofón de un discurso que pronunció íntegro en su silla de ruedas, pero con una claridad y contundencia implacables, su recuerdo de la camisa del poeta tabasqueño José Carlos Becerra después de que éste se matara en un accidente de coche en Italia y que desde entonces hasta el pasado jueves era uno de sus objetos más codiciados.

"Desde entonces, cada vez que yo sentía pereza de escribir, desánimo o escepticismo, me ponía la camisa y comenzaba a trabajar. Consideré que yo tenía un deber hacia aquellos artistas, hombres y mujeres, cuya muerte prematura les impidió decir lo que tenían que decir. Por eso esa camisa tiene tanta importancia en mi vida. Depositarla en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes no significa que no vuelva yo a escribir: la magnificencia e importancia del Premio de Literatura Española Cervantes, me obliga moralmente a hacerlo y así lo haré: me pondré la camisa, así sea metafóricamente, una y otra vez, hasta que se acabe (no la camisa, sino mi vida)".

El rey Felipe VI, antes de entregarle el premio, le quiso dar las "gracias" por todo "lo que su obra nos aporta, nos deleita e interroga, y por su testimonio de amor a una lengua y a una tradición literaria que hoy honramos".

En tanto, el presidente Enrique Peña Nieto escribió en su cuenta de Twitter: "Muchas felicidades a Fernando del Paso por recibir el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes".


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