Ángel Tomás González/especial para La Jornada Maya
Foto: AP

La Habana
26 de marzo, 2016

El concierto de los Stones en La Habana duró más de dos horas y se calcula que 400.000 personas estuvieron presentes en el complejo habanero conocido como la Ciudad Deportiva.

El legendario Jagger no se equivocó cuando se dirigió al público y sugirió que en Cuba está en un proceso de cambios. El hecho de hacer realidad este concierto es para muchos cubanos un gesto a favor de una apertura que deje atrás el escenario de considerar a la isla como “trinchera antiimperialista”

La novedad del concierto de los veteranos Rolling Stone atrajo a jóvenes de las provincias cubanas y también a muchos turistas.

"Qué público más chévere", dijo Jagger en español antes de interpretar su memorable Paint it black y el público le respondió con aplausos.

Pero además de la novedad histórica de ver y escuchar en vivo a la citada mítica roquera, lo que más asombró a cubanos y cubanas fueron la nitidez de las pantallas de 40 metros de alto que permitieron ver a esta banda roquera con una asombrosa claridad y que los Rolling Stone han decidido dejarlas en la isla como una donación. “

Espero que no la destinen para actos políticos, eso sería una ironía de mal gusto” comentó a este diario Roberto Alteaga, médico.

El concierto de esta mítica banda británica, para muchos cubanos y cubanas, ha sido el suceso cultural más emblemático que ha ocurrido en la isla en los últimos 55 años.

Mick Jagger contó que en la noche previa al concierto toda la banda disfrutó "arroz con frijoles" y después salió a un club llamado Casa de la Música. "Tomamos whisky, comimos, pero lo mejor de todo fue bailar rumba cubana", contó Jagger y el público, entonces, le respondió con una salva de aplausos

El público aplaudió todos los temas y acompañó los coros de las canciones más conocidas, como Angie, que Jagger dedicó a "los cubanos más románticos".

El concierto duró más de dos horas en un escenario de 80 metros de largo con pantallas de 40 metros de alto

El concierto habanero de los Rolling Stone fue un simbólico orgasmo ideológico para tres generaciones de cubanos y cubanas que padecieron la prohibición de escuchar música rock durante los años 60 y 70 del pasado siglo. En ese entonces definirse como roquero implicaba asumir el cartel de “ciudadano conflictivo”. Y ese rótulo impedía, entre otras medidas, estudiar en la Universidad o pertenecer a la membrecía de la organización política Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)

Nos llamaban “hipis” a los que escuchábamos esa música. No la transmitían por radio y mucho menos por televisión, por lo que nos pasábamos grabaciones de discos clandestinas entre amigos", recuerda Ramón Ortega, que ahora con 62 años de edad pudo al fin ver un concierto de los míticos Rolling Stone.


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