La Jornada Maya

Ciudad de México
Domingo 22 de septiembre, 2019

Guillermo Almeyra Casares (Buenos Aires, 1928-Marsella, 2019) historiador, ensayista y periodista que se declaraba "militante crítico" de la izquierda y que también fue habitual articulista de [i]La Jornada[/i], murió ayer víctima de una insuficiencia respiratoria.

Con peculiar lucidez escribió su situación clínica en el que sería su último artículo, que se publicó el pasado viernes 20 de septiembre en su cuenta de Facebook y este domingo en este diario [a=https://www.jornada.com.mx/2019/09/22/opinion/015a1pol]https://cutt.ly/iwMGrhj[/a]:

"El miércoles pasado caí y me rompí la cabeza del fémur de la pierna derecha. Los médicos encararon enseguida la posibilidad de operarme y colocarme una prótesis artificial. Desgraciadamente sufrí una crisis respiratoria que les hizo desistir porque podría morir en la operación."

Los galenos del hospital Timone, en Marsella, "estimaron que probablemente no llegaría al fin de esta semana", testificó el propio autor en su texto titulado "Mi última batalla". Al final, falleció en las primeras horas de ayer.

Almeyra, quien se definía como "copernicano, newtoniano, darwinista, marxista, leninista, trotskista, pero de forma laica y sin abandonar la crítica de los errores de los maestros", estudió un doctorado en ciencias políticas y una maestría en historia, por la Universidad de París VIII.

En 1943 llegó a la militancia socialista. Como pensador político y periodista, vivió en Argentina, Brasil, Italia, Perú, la República Socialista Árabe de Yemen del Sur y México, con distintas etapas y retornos.

Luchó en cuatro continentes, militó en partidos políticos y creó revistas y periódicos políticos en seis naciones, también fue expulsado de varias por su actividad revolucionaria. De México, fue deportado durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970).

Después de su retorno a México en 1995, trabajó en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, como coordinador de estudios. También fue catedrático en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Junto con otros fundó maestrías de ciencias sociales en la Universidad Nacional Autónoma de Guerrero y elaboró la carrera de historia y de sociología para la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

Antes del surgimiento de Internet, Almeyra comenzó a publicar semanalmente en este diario [i]Telescopio[/i], una columna firmada bajo el seudónimo [i]El Buscón[/i], en la que efectuaba un recuento de la realidad latinoamericana y cómo la reportaban los principales medios de la región.

Fue corresponsal en Italia y después colaborador de [i]La Jornada[/i] con textos reproducidos en varios medios europeos y latinoamericanos; antes colaboró en el [i]UnomásUno[/i].

Escribió y participó en la autoría de 50 libros, entre los que destacan [i]Ética y Rebelión[/i] (1998); [i]Che Guevara: El pensamiento rebelde[/i] (1992); [i]Polonia: obreros, burócratas, socialismo[/i] (1981).

En 2015 publicó su autobiografía en el libro [i]Militante crítico: una vida de lucha sin concesiones[/i], en el que relató la época y circunstancias de cada uno de los países donde transcurrieron sus 70 años de militancia izquierdista, 26 años de ellos en partidos trotskistas.

En una entrevista que tuvo con Blanche Petrich, que se publicó en 2014 en [i]La Jornada[/i] ([a=https://www.jornada.com.mx/2014/02/18/politica/010e1pol]https://cutt.ly/awMFnls[/a]), la comunicadora describe la vida de Almeyra como la "de un militante, productor de teoría política, periodista. Siempre con una meta: el futuro socialista".

En esa ocasión Almeyra afirmó: “Uno no siembra para hoy, se siembra para mañana (…) Lo que he vivido, con plenitud y conciencia lo volvería a vivir”.

Encontró su trinchera política y teórica en el marxismo ecosocialista revolucionario, visión que le hizo sumarse a causas justas de campesinos, trabajadores, pueblos indígenas y sujetos oprimidos. Deja un poderoso legado con respecto a su pensamiento y acción, al ser un crítico y enemigo acérrimo del capitalismo a escala mundial.

"Si no pudiese vencer esta batalla difícil que estoy librando, que estas banderas pasen a quienes me siguen en la carrera. ¡Vivan los trabajadores mexicanos! ¡Viva el internacionalismo proletario! ¡Unámonos todos y construyamos una alternativa al capitalismo", fueron sus últimas consignas en su texto Mi última batalla.

Le sobrevive su compañera por 60 años, Anaté, y su hijo, Carlo Almeyra, "un joven anticapitalista y ecologista ", así como incontables lectores, alumnos, ex alumnos y compañeros de lucha.


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