La Jornada
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Ciudad de México
Jueves 27 de junio, 2019

En México, los enfermos mentales mueren entre 20 y 25 años antes respecto a la esperanza de vida del resto de la población, de acuerdo con los autores del libro [i]Avances y perspectivas de la investigación clínica en México[/i], presentado en la Universidad Nacional Autónoma de México.

El volúmen tiene su origen en un seminario sobre el tema planteado por el ex rector Juan Ramón de la Fuente, quien coordinó la obra, en The Aspen Institute.

María Elena Medina-Mora, coordinadora del Centro Global de Investigación en Salud Mental, habló del capítulo de la obra dedicado a este tema, donde se trata cuáles son sus retos y el costo de no atenderla.

“La salud mental siempre se dejó fuera del sistema de salud y hoy por hoy sigue sin estar integrada; la atención se da de manera independiente”. Los enfermos mentales graves mueren entre 20 y 25 años antes de la esperanza de vida por factores relacionados con sus estilos de vida, y porque no se les atiende, indicó.

Puntualizó que cerca de 80 por ciento de la población que tiene un padecimiento de ese tipo no cuenta con un tratamiento formal, y el costo de no atenderlo es altísimo; según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos alcanza el cuatro por ciento del producto interno bruto. La enfermedad mental, por ejemplo, causa que las personas no trabajen, y si lo hacen, no produzcan.

El texto, abundó Medina-Mora, plantea el reto de saber que se cuenta con modelos de intervención que funcionan, pero que no llegan a los pacientes. “Debe haber salud mental en las políticas de salud, integrarse, y aumentar el presupuesto para mejorar la atención”.

Samuel Ponce de León Rosales, titular del Programa Universitario de Investigación en Salud, señaló que es crítico completar el círculo que inicie en la investigación, que resulte en una política que se implemente y cuyos resultados sean evaluados. Eso no ocurre. “Deseamos que los asuntos que se desarrollan en este libro (editado por el Programa Universitario de Investigación en Salud y The Aspen Institute), sean prioritarios en la nueva administración”, expresó

Patricio Santillán Doherty, profesor de la FM y director médico del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, recalcó que hay una desvinculación grave entre quienes producen conocimiento científico y los tomadores de decisiones, sobre todo del ámbito legislativo.

Alejandro Mohar Betancourt, del Instituto de Investigaciones Biomédicas y titular de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, recordó que la inversión en investigación en el país nación no ha cambiado en el tiempo; se ha estancado o ha tenido una ligera tendencia a disminuir.

Como se establece en el volumen, añadió, debe haber un vínculo de la investigación con el desarrollo de políticas públicas y prácticas inmediatas. Y todo ello requiere un marco ético, de humanismo.

La investigación clínica, concluyó, es la mejor forma de consolidar una mejor salud para México.


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