Alonso Urrutia, enviado
Foto: Víctor Camacho
La Jornada Maya

Jojutla, Morelos
Jueves 21 de septiembre, 2017

Las calles de este poblado morelense es un interminable secuencia de escombros, casas derruídas, inmuebles al borde del derrumbe, la población que contempla entre tristeza y resignación que sus viviendas son ya inhabitables. Virtualmente abandonados, manzanas enteras aguardan a una autoridad que les confirme lo que su intuición y la elemental lógica revelaría, es preciso salir de ahí.

Sin embargo, la gente se aferra a sus casas , a su pasado,a su patrimonio que el sismo les arrancó de una violenta sacudida. La avenida 18 de marzo es una zona de desastre, la gente conoce que ahí se concentró el mayor impacto, pero ninguna de las decenas de familias que aguarda a las afueras de sus viviendas ha sido visitado por autoridad municipal, estatal o federal.

Se atienden los polígonos de riesgo, afirma un militar que levanta un censo en otro de los barrios de Jojutla, donde inexplicablemente no ha llegado el ejército o protección civil.

Nadie que nos diga si esto servirá o no, comenta una mujer ansiosa porque le despejen la incertidumbre sobre su futuro. En realidad, sólo es un aliento de esperanza alejado de la realidad, su casa está reventada de profundas grietas que la atraviesan de arriba a abajo.

La fuerza del terremoto no se contuvo ni ante los recintos religiosos, la Iglesia de San Miguel Arcángel y la de la Santa Cruz o el templo de la iglesia presbiteriana se vinieron abajo. Campanarios, capillas o el templo completo se vinieron abajo. Pero la fe es la fe, Abimael Macedo, un congregacioninsta presbiteriano agradece a Dios que no le pasó nada, salvo que el templo está hecho una ruina.

Por la misma avenida algunos inmuebles de dos pisos mantienen un milagroso equilibrio pero se convierten en una espada de Damocles, para sus residentes que insisten en permanecer a su lado. La inminencia del derrumbe es cosa del tiempo.

Porque entre tanta destrucción, tan poco despliegue oficial, pasará tiempo para que se proceda a algo elemental que elimine el riesgo: su demolición.

La vivienda de al lado es de un policía que hoy tiene día libre. En otras condiciones hubiera acudido a laborar para auxiliar a la población ante tanto desastre, solo que su vivienda es parte de ese desastre. También por un hecho inexplicable se mantiene el pie y le ha permitido sacar lo elemental.

En esa manzana los daños materiales son cuantiosos, pero cuadras adelante los efectos del terremoto son irreparables. Desde el martes en una sola manzana se han realizado seis sepelios, hoy se desarrolla el último, el de Berta, una mujer de 50 años que falleció en su intento de salvar a un menor. "Ayer vino la mamá del niño a darle las gracias a Bertha y decirle que gracias a ella, el niño vive."


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