Mónica Mateos-Vega
Foto: Isidoro Gitler
La Jornada Maya

Ciudad de México
Jueves 14 de septiembre, 2017

La supercomputadora [i]Abacus[/i] se aloja en un edificio que diseñó el escultor Sebastián, construido a 2 mil 500 metros de altura, en medio del bosque de La Marquesa, en el estado de México.

Geometría, matemáticas y arte se conjugan en el inmueble de siete pisos, revestido de metal color plata, el cual contrasta con el verde de los oyameles, cedros y encinos.

Ahí es la sede del nuevo Laboratorio de Matemáticas Aplicadas y Cómputo de Alto Rendimiento del Cinvestav-EdoMex, en un área que abarca 6 mil metros cuadrados, el cual se inaugurá en algunas semanas, concebido también como centro educativo que busca convocar sobre todo a jóvenes para que aprendan las posibilidades de la computación de alta capacidad.

El edificio que Sebastián tituló [i]Cuántica: simetría 5[/i] recubre, sin tocarla, una estructura más pequeña de concreto, de lo que fue el centro de capacitación de la empresa Nestlé, concebido como búnker para las computadoras de esa compañía, que donó el predio y las instalaciones al estado de México.

Dentro de ese lugar, tras un cubo de cristal, está [i]Abacus[/i], que a la vista está formada sólo por varias filas de gabinetes negros, la misma arquitectura, eficiencia y tecnología de la supercomputadora [i]Pleiades[/i] que utiliza la NASA, pues se trata de la misma empresa fabricante, la SGI (Silicon Graphics International), con procesadores de última generación.

Su equipo de enfriamiento la convierte, además, en una de las computadoras con menor huella ecológica en el mundo, pues utiliza un sistema de distribución de agua, fría gracias al clima exterior, que mantiene la temperatura adecuada entre menos 18 y 21 grados centígrados.

El doctor en matemáticas Isidoro Gitler, quien encabeza al grupo de especialistas del Cinvestav que impulsó la creación de Abacus, señala que en la actualidad, a escala internacional, “el reto no es quién construye la computadora más potente, sino quien hace una máquina cuyo consumo energético esté acotado y se pueda mantener, pues las supercomputadoras que tienen países como Japón o Europa, con gran capacidad, gastan la misma energía que una ciudad, con restricciones para crecer. Una más grande requeriría plantas nucleares para operar.

“En México, en este momento, tenemos todas las condiciones para hacer crecer a Abacus y mantenerla, de manera ecológica y sin que sea costoso. El gasto de mantenimiento es ahora poco, comparado con otras de su tipo.

“El Laboratorio de Matemática Aplicada propone una visión a futuro, pero sin olvidar de dónde venimos; es decir, siempre enfocados en tener la inquietud por calcular cosas y entender las leyes de la naturaleza; ése es también el espíritu del nombre de nuestra supercomputadora Abacus.”


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