Ángel Vargas
Foto: Víctor Camacho
La Jornada Maya

Lunes 3 de abril, 2017

Nada tan común y sublime como un beso. Tampoco tan provocador ni transgresor. En un beso puede estar la vida, pero también el último adiós. Es quizá la expresión más evidente de amor.

Sabedor del poder que hay detrás de ese ritual humano, el cineasta mexicano Carlos Santos concibió un proyecto artístico que tiene como gran protagonista al ósculo o beso, y que echó a andar el sábado en la explanada del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México.

Besos públicos es una obra de arte relacional, cuyo propósito es coadyuvar a revertir el ambiente de división, intolerancia y crisis que prevalece hoy día no sólo en México, sino en el mundo, con políticas tan intransigentes y demenciales como las emprendidas por Donald Trump en Estados Unidos, explica el creador.

Esta pieza consiste en filmar a parejas de enamorados que aceptan ser captados en tan íntima situación con cámaras de alta definición que registran el acto a muy lenta velocidad, y con ello entrar en la dimensión profundamente humana que genera esta expresión de amor.

La idea es reunir la mayor cantidad de besos posibles y compartirlos por medio de redes sociales como Facebook e Instragram, con el propósito de demostrar que no todo está perdido para la humanidad.

En lo que fue la primera sesión del proyecto, la cual comenzó al filo del mediodía del sábado y se mantuvo hasta que hubo luz natural, decenas de parejas de todas las edades, condiciones sociales y preferencias sexuales colaboraron de manera voluntaria y espontánea con la iniciativa.

Fue una sesión de poco más de seis horas en la que prevalecieron las sonrisas, los gestos de ternura, caricias, uno que otro rasgo de timidez y también de desparpajo, pero, sobre todo, de besos de diferentes calañas, desde aquellos de piquito hasta los de lengüita, los filiales hasta los pasionales, los salivones, los pudorosos y los arrancaamigdalas.

Dicen que el primer beso se da con la mirada, y para algunos no fue el caso, como para una pareja de jóvenes estudiantes del Colegio de Bachilleres de Chimalhuacán, Tania, ella, y Luis Fernando, él, ambos de 18 años, quienes aprovecharon la ocasión para besarse por vez primera.

Nos gustábamos, pero como cada quien tenía novio, no nos habíamos atrevido, admitió el joven estudiante, aún con la emoción de ese primer acercamiento a la chava que le gusta.

Una pareja homosexual tenía cierto temor a las posibles críticas que podrían suscitar sus besos ante las cámaras. No obstante, el equipo de trabajo de Carlos Santos los animó a pasar al frente y, para su sorpresa, no sólo no los censuraron, sino que su beso fue estridentemente ovacionado.

Así, una tras otra se fueron sumando más parejas de diversa índole en un ambiente fraternal, festivo y hasta cariñoso, sin importar la agresividad del sol y el calor, que tan hondamente calaron en la capital del país este sábado.

En un receso, Carlos Santos compartió con La Jornada su convicción de que algo tan sencillo y tan profundo como un beso tiene mucho potencial para incidir en la sociedad y ayudar a transformarla.

Los besos son universales y algo que todo mundo genera, una manera de expresar nuestros sentimientos y compartirlos, sea uno de cualquier raza, ideología, religión u orientación sexual, dijo

Nuestra idea es ir a espacios donde lo necesiten, ya sea la frontera en México o lugares donde hubo un asesinato o algún otro acto de barbarie. Es ir a plantarnos y revertir ese suceso con besos. Es decir, curar el lugar.

El artista aclaró que este es un proyecto independiente, pues no hay ningún patrocinador: Creemos que para que el arte tenga un valor real no debe haber intención económica, comercial ni política detrás. Esto no tiene ningún patrocinio ni ninguna ideología. Somos ciudadanos con ciudadanos.

Para Carlos Santos, el arte relacional es un medio profundamente generoso, pues el artista se encarga sólo de poner los medios y la gente de generar la obra.

Es decir, sin la gente no hay arte y éste sucede de forma impredecible; no se sabe quién pasará a besarse, ni la manera en que lo harán, y al final es algo real, señaló.

El beso sucede y es real, lo mismo que el sentimiento; no son actuados. Esto es lo más valioso de esta pieza. La idea es eso, que la gente que está hoy aquí se puede llevar un buen sabor de boca: puede besarse y ver besarse a otros e identificarse con los demás.

La obra puede ser apreciada en la página de Internet.


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