La lucha libre todavía es ''brutal'' con las mujeres: 'Lady Apache'

No hay ídolos femeninos, pero hemos estado presentes en toda la historia, señaló
Foto: Instagram @Lady.Apache

Juan Manuel Vázquez

¿Por qué no hay mujeres que sean ídolos en la lucha libre mexicana? Hombres legendarios del cuadrilátero abundan. Cada década tiene al menos un puñado de ellos y existen una media docena de nombres inolvidables por época. Los antiguos álbumes infantiles de estampas sobre el pancracio sólo tenían rostros enmascarados o al descubierto, pero exclusivamente masculinos. Parece extraño, si se revisan las revistas de antaño, encuentran sin excepción fotos de mujeres en leotardos entallados y brillantes, volando desde las cuerdas, aplicando llaves con la misma furia que sus compañeros, en pose amenazante o coqueta. El registro de la primera mujer en ejercicio de este oficio en nuestro país es de 1935, con Natalia Vázquez en la Arena México. Ellas han estado ahí siempre, pero a la sombra.

“¿Por qué no hay una Santa?”, se pregunta divertida Sandra González, conocida con el histórico nombre de Lady Apache, cuyo recorrido por la lucha libre inicia hace 35 años. Precisamente en 1986, cuando hicieron a un lado un veto discriminatorio que provenía de 1952, durante la administración del regente de hierro en la Ciudad de México, Ernesto Uruchurtu, quien consideraba que las mujeres debían ocuparse en actividades más adecuadas a lo que concebía aquel funcionario como femenino.

 

Décadas de anonimato

“No existen propiamente ídolos femeninos, pero hemos estado presentes en toda la historia de la lucha”, dice Lady Apache; “no digo conocidas, que eso hay por montones y en las arenas el público las reconoce. Me refiero a algo como el Santo o Blue Demon. ¿Por qué no hay? La respuesta es por el machismo”.

Durante tres décadas las mujeres no pisaron las arenas en la Ciudad de México. “Lo más cerca que podíamos estar era en el Toreo de Cuatro Caminos”, recuerda. Mientras otros gladiadores se hacían legendarios en la Arena Coliseo y la México, ellas tenían que buscar foros en otras plazas de la República. Pero ahí seguían, dando la lucha aun en el anonimato.

“No fuimos aceptadas de modos muy amables”, confiesa Lady Apache; “ni los empresarios ni el público, mucho machismo, en las arenas no faltaba el tipo que nos decía que éramos ‘prófugas del metate’. Pensaban que nos ofendían, pero nos daban más valor. Aún hoy no falta el compañerito que se pasa de listo. Pero afortunadamente las jovencitas que han llegado vienen con otra mentalidad, el feminismo las hizo más seguras y en dos por tres los mandan a la goma. Hay que aprovechar esto en beneficio de las mujeres”.

Dicen que no existe medio más “brutal” para vivir que la lucha libre, una frase que se le atribuye a otra icónica gladiadora mexicana de la década de los años 70, Lola González. Lady Apache coincide totalmente, pero agrega que este oficio es todavía más hostil con las mujeres. Son demasiadas contiendas las que ellas tienen que soportar en la lucha libre en México.

 

“Con la bota en el cuello”

“Nos tuvieron con la bota en el cuello”, describe como si la dominación masculina se tratara de una llave de lucha; “nos trataban mal, porque se consideraba un deporte exclusivo de hombres, aunque nosotras teníamos mejores encuentros que los de nuestros compañeros. Para decirlo sencillo: ni siquiera nos dan el lugar para una lucha estelar”.

Cuando piensa en sus tres hijas, respira con alivio porque ninguna decidió seguir sus pasos en el cuadrilátero. La mayor, de 32 años, lo intentó pero se decepcionó muy pronto. La exigencia para entrenar y la violencia contra el propio cuerpo la hicieron desistir. Ninguna más lo intentó y eso la tranquiliza.

“Por fortuna ninguna quiso seguirme en este oficio”, dice, “la lucha libre no sólo es el dolor en el cuerpo, también es el dolor en el alma. Sí, es mucha pasión, pero también mucho sacrificio. Qué bueno que ninguna de mis hijas quiso ser luchadora, porque es un trabajo digno, pero muy difícil, de verdad muy difícil para poder vivir de esto”.

La hostilidad del negocio de la lucha en México la llevó a buscar otros mercados. En Estados Unidos encontró un entorno más amable, mejor pagado y bien protegido por las leyes. Las funciones están aseguradas, así como los gladiadores que participan, cualquier lesión que ocurra durante su trabajo, es responsabilidad del organizador.

“Todo es muy derecho, con contrato y obligaciones”, explica; “tenemos seguro médico y además a mí me pagan por impartir clases de lucha en la empresa que me promueve, entonces tengo un sueldo por participación y otro por enseñar. Eso, tristemente, no lo tenemos en México”.

La famosa serie fotográfica de lucha libre de la artista Lourdes Grobet, incluye mujeres que además de ser gladiadoras profesionales ejercen sus actividades cotidianas. Enmascaradas para el retrato dan biberón a sus hijos o se ocupan de sus hogares. Esto no es una mera pose, señala Lady Apache, porque así transcurre la vida de las luchadoras profesionales en sociedades como la nuestra.

Quimera, la fantasía demoniaca, cree que una de las formas de exclusión más grandes hacia las luchadoras profesionales está relacionada con su vida privada. Ahí donde siguen cumpliendo roles tradicionales y que al ejercer la maternidad enfrentan al abandono social más cruel.

“Si no trabajamos, no ganamos y por tanto no llevamos sustento a nuestras familias”, cuenta Quimera.

“Soy madre de una niña de nueve años”, relata; “cuando fui mamá perdí todo en la lucha libre. La posibilidad de ser contratada en algunas empresas, también mi condición física, porque al embarazaros necesitamos tiempo para restablecernos”.

Después viene el desdoblamiento para cumplir múltiples responsabilidades, con quién dejar a los hijos mientras se viaja o se acude al entrenamiento, en las noches de función, cumplir con el rol familiar y de profesional.

 

Falta protección social

“A mí me da miedo sufrir una lesión porque pienso en mi hija”, comparte; “necesitamos alguna forma de protección social para ejercer nuestro trabajo. La inestabilidad laboral no te permite tener ahorros, mucho menos pensar en un crédito para comprar un departamento”.

Lady Apache pronto cumplirá 40 años en los cuadriláteros de México y el mundo. Un recorrido muy difícil, pero del cual se siente orgullosa. Sabe que las mujeres son parte de una historia anónima en la lucha libre mexicana, pero la fuerza que aprendió en el oficio la hacen optimista. Cuando ve a las nuevas chicas en los gimnasios, sabe que el futuro de ellas tal vez sea mejor.

 

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Edición: Estefanía Cardeña


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