''Atrapado'' por la historia de 'Extrañas', Guillermo Arriaga da un giro a su obra literaria

Ubica su nueva novela en la Inglaterra de 1781; no emplea el vocablo ''que'', ni los terminados en ''mente'', cuenta en entrevista
Foto: Twitter @g_arriaga

Merry MacMasters

Un autor no siempre tiene voluntad para elegir la historia que va a contar o hacia dónde va la que se cuenta. Más bien, “uno es poseído por la historia”, asegura el escritor y guionista Guillermo Arriaga con motivo de la publicación de Extrañas (Alfaguara). Esta novela marca un giro en su quehacer literario, ya que sale del tipo de narrativa que hizo en sus anteriores entregas, sobre la sociedad mexicana, en especial la urbana.

En Extrañas se traslada a un periodo distinto: Inglaterra en 1781. “No sé cómo llegó la idea. Estaba de viaje con amigos, entre Texas, el río y la carretera. La idea llegó como: pum. Empecé a contarles: ‘creo que se va a tratar de esto y esto’”. La novela originalmente iba a suceder en varias épocas y varios países, por ejemplo, en Mongolia en el año 900, en Noruega, en el México contemporáneo, en Estados Unidos; sin embargo, la historia de Inglaterra empezó a cobrar mayor fuerza. En el momento de trabajarla, se apoderó de mí”, afirma Arriaga (Ciudad de México, 1958).

El libro comienza con una advertencia: “Los hechos reales e históricos en los cuales está basada esta novela jamás sucedieron”. En Extrañas se despliega una intricada serie de conocimientos científicos, herbolarios y médicos. El autor recuerda que “parte es real y parte es inventada. Alguno de los autores no existe, tampoco algunos libros. Algunos de los conocimientos científicos son inventados, pero hay otros que sí son reales. Tengo, pues, lo suficiente para hacer sentir al lector que hay un sustento de investigación, aunque la mitad es producto de la imaginación”.

Para inventar hay que tener conocimientos de hechos reales, se le insiste: “Tengo una licenciatura en comunicación; sin embargo, en este afán por ser lo más renacentista posible, me especialicé en sicología; luego hice una maestría en historia. Este bagaje de alguna manera se trasminó en la obra que escribía. Recuerdo una materia que tomé con Elías Trabulse: historia de la ciencia. Seguramente esos conocimientos quedaron guardados en algún recipiente en mi cerebro y se fueron haciendo poco a poco”.

El protagonista de Extrañas es el joven noble William Burton, personaje que se encuentra entre dos formas de ver el mundo: el cambio vertiginoso que trae la ciencia y la religión. Arriaga recuerda: La ciencia se alimentó del viaje y de la consolidación de los imperios coloniales que, una vez logrado, empezaron a llegar a Europa saberes, productos y cosmogonías completamente distintas que cuestionaron la forma en que los europeos se veían a sí mismos. El eurocentrismo comienza a ser cuestionado y junto con ello la base del otro centrismo, la religión.

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Foto: cortesía del autor

El nombre del protagonista es en honor al dramaturgo William Shakespeare, mientras el apellido es por el explorador inglés Richard Burton.

Arriaga se impuso varias reglas para escribir Extrañas. Por ejemplo, “no hay un solo ‘que’ en la novela, tampoco hay palabras que terminan en ‘mente’”. Además, no empleó vocablos inventados después de 1790, como torso o escalpelo o consultorio. A través de una investigación del lenguaje, el escritor procuró emplear sólo términos utilizados en esa época. “Muchos son de la forma antigua en que se decían, por ejemplo, en lugar de veneno, venino, en lugar de infección, infición, en lugar de epilepsia, epilensia”.

Para retratar la forma en que se escribía en el siglo XVIII, eliminó los “puntos y seguidos”, y casi sólo hay comas; entonces, las frases se vuelven muy largas.

La novela contiene guiños a autores que han marcado a Arriaga, como Shakespeare, William Faulkner, Jorge Luis Borges y Juan Rulfo, que sólo notarán los lectores más “acuciosos”.

Extrañas tiene una dinámica que se antoja cinematográfica; sin embargo, para el autor más bien obedece a cierta “tradición literaria”, presente en la Biblia, al leer a Herodoto, incluso en La odisea. “Creo pertenecer a esta tradición que está más orientada al movimiento, a la historia de lo sensorial, más que a la cinematografía”.

–¿La novela encierra un mensaje?

–No quiero dar un mensaje, sino contar una historia de la mejor manera posible. Casualmente, ahorita que lo dices, sí termina con una reflexión moral. Con una paradoja en el sentido de que el lector se controle un poco consigo mismo.

Es muy probable que Guillermo Arriaga siga escribiendo novelas históricas: “Ya tengo todo un corpus de obra relacionado con el México contemporáneo o con el mundo actual, tanto en mis películas como en mis novelas. Quiero hacer algo muy distinto, explorar otros territorios”.

Edición: Emilio Gómez


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