Jóvenes mexicanos integrantes de la Compañía Nacional de Danza (CND) llevan la diversidad sexual sobre el escenario con una decena de coreografías agrupadas en el espectáculo Diversus, que se presentará esta semana en la Ciudad de México.
En un ensayo, los jóvenes perfilaron sus propuestas escénicas, que abordan temáticas sociales y ponen a la diversidad sexual como eje primario dentro y fuera del escenario.
"Son coreografías para celebrar a la diversidad, festejarla y respetarla. Cada coreógrafo tomó experiencias personales y cada una lleva un trasfondo en el que se busca representar e incluir a la comunidad (LGBTTTI), que todos se sientan identificados", explicó la bailarina y coordinadora Nayeli Quirós en una entrevista con EFE.
Diversus formará parte de la séptima edición del ciclo Entre lenchas, vestidas y musculocas que organiza la Secretaría de Cultura de Ciudad de México con motivo del Mes de la Diversidad y se presentará los próximos viernes, sábado y domingo en el Teatro Esperanza Iris.
Las diferentes coreografías, ideadas por los propios integrantes de la CND y mostradas a la prensa este martes en el Centro Cultural del Bosque, tratan de romper los moldes de los roles de género tradicionales y poner sobre el escenario un arte con enfoque de derechos humanos.
"Cada uno buscó movimientos y sus propias vivencias para llevarlas a coreografías, tratando de que todo sea siempre desde el amor. Todos somos seres humanos y queremos el amor como cada uno desee", incidió Quirós.
Historias como la escenificada en la pieza Propagación de ondas, ideada por la bailarina Stephanía Fierro, que narra como su padre reconoció su homosexualidad.
"Trata de contar su historia y la sociedad en la que le tocó vivir. Los movimientos son muy cuadrados, robóticos, que ejemplifican la sociedad y el pensamiento que hoy todavía tenemos", explicó la coordinadora.
El resto de piezas del programa son Adyacente y colateral, de Andrea García Montero; Dual, de Yered Tobón; Ensueño de una noche, de Alexander Mitiaev; Supernova, de Yoalli Sousa; Underground, de Jacqueline López; Ometeo, de Maximiliano Díaz; y Ome – Dos e IxaYolotl, de Yubal Morales.
En todas ellas, sea en parejas, tríos, cuartetos o sextetos, al ritmo de música armónica, psicodélica o clásicos como Cry Baby, de Janis Joplin, No Surprises, de Radiohead, o Para Qué Sufrir, de la mexicana Natalia Lafourcade y el uruguayo Jorge Drexler, el mensaje es común: abrazar la diversidad sexual a través del poder de la danza.
"Aunque no tenemos una voz hablada, con los movimientos podemos llegar a muchas personas y es un lenguaje con el que todo el mundo puede conectar", consideró Quirós.
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