En pleno semáforo rojo, aumenta flujo de viajeros en el AICM

Texto y foto: Carolina Gómez Mena

En el primer día del segundo periodo en semáforo rojo por el alza de casos, hospitalizaciones y decesos por COVID-19, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) la afluencia de viajeros aumentó en relación a días anteriores.

Sin sana distancia, pero sí portando caretas y cubrebocas, los usuarios transitan por la terminal aérea sin mayor preocupación por la situación sanitaria existente en la Ciudad de México, “algunos incluso no se han enterado que ya estamos en semáforo rojo”.

Edmundo, un integrante de la Unión de Maleteros del AICM, señala que con motivo de las vacaciones de fin de año desde ayer viernes aumentó el flujo, calcula que cerca de 40 por ciento.

Lleva 45 años como maletero y “a ojo” considera que “el semáforo rojo aquí parece que no aplica”, y es que señala que la mayoría de los negocios, sean o no esenciales, están abiertos y la gente acude “como si nada”.

Sostiene que para el gremio maletero eso es bueno, pero descartó que ello signifique que haya mucho trabajo, “ya todos jalan sus maletas con las ruedas”, lamenta.

Una pasajera, que se reservó su nombre, señaló a este medio que ella ya tenía planeado viajar desde antes que se decretara el semáforo rojo. Se fue a Cancún en VivaAerobus, en el vuelo VIV 1020 que salió a las 12:10.

No se arrepiente de irse de la Ciudad de México por unos días, porque ahora que se está rojo habrá más restricciones, así que “es bueno dejar esta ciudad ahora”. Quintana Roo estará en amarillo, de 21 al 27 de diciembre.

Un joven que va a Huatulco en el vuelo 778 de Volaris señaló que no es irresponsabilidad salir de viaje en estas condiciones sanitarias, porque estimó que si se toman todas las medidas “no hay porque preocuparse”. También se alegró de dejar esta ciudad de semáforo rojo e ir a un estado (Oaxaca) en color naranja. Refugio Nolasco, residente en Querétaro y Lourdes Nolasco, de Zumpango, Estado de México), dos mujeres mayores esperan las cenizas de su hermano que llegaron desde Tijuana, ellas no sabían que la capital del país y la entidad mexiquense están en rojo.

“Sí me da temor estar aquí (en el AICM, ya me espantó con esa noticia. Ya fueron a recoger las cenizas a la aduana y nos vamos corriendo”.

Refugio cuenta que “ayer murió una amiguita mía de COVID-19. Deberíamos tomar conciencia porque todavía hay gente que no cree. Yo era una de las que no creía, pero ya van tres que fallecen de COVID que yo conocí. Ahora un cuñado mío lucha por su vida. No seamos tan necios ni tan desinteresados. Hagamos caso de las indicaciones, por uno mismo y por la familia. No lo tomemos a la ligera.

Crítica que la sana distancia se pierda en el transporte público. “Si no que hay más contagios que metan más unidades, venimos todos apachurrados”.

Lourdes lamenta que no todos puedan confinarse “¿cómo hacemos para comer si no salimos a trabajar, dicen quedarse en casa, pero cómo”.

Dependientes de una tienda del AICM señalan que tienen temor, pero no al contagio, sino a perder sus empleos.

Sofía, portando careta y cubrebocas, dice que “sí estamos un poco temerosos que nos vuelvan a cerrar e incluso hasta perder el trabajo. La otra vez cerramos durante dos meses. Yo no perdí mi empleo, pero a varios compañeros los despidieron”. Hace hincapié en que en el negocio “se toman todas las medidas, seguimos protocolos de distancia y exigencia de cubrebocas”.

En las filas para ingresar a las sala de ultima espera no hay distancia entre los viajeros, aunque sí se les toma la temperatura al ingresar. La mayoría usa careta, algo que ya no era tan habitual, y todos traen el cubrebocas.

En los comercios de comida hay clientes, pero se respeta la distancia, con mesas inhabilitadas para el consumo de alimentos.

Pese a que se volvió al rojo, la terminal no luce como en abril y mayo pasados, que se veía desolado, pero Edmundo consideró que si siguen los contagios es muy probable que otra vez se llegue a eso.

Mientras cientos deambulan por los pasillos, se escuchan los mensajes sanitarios por los altavoces: uso de cubrebocas, estornudo de etiqueta, distancia y lavado constante de manos.

Edición: Elsa Torres