Merry MacMasters
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya
Guanajuato, Guanajuato
Domingo 23 de octubre, 2016
La escritora y periodista Elena Poniatowska leyó por vez primera a El Quijote, cuando era niña vivía en Francia y en idioma francés: “Creí que era un santo”.
Sin embargo, “Sancho Panza, santo de mi devoción” es como tituló la conferencia que ofreció hoy, en el último día del 44 Festival Internacional Cervantino (FIC).
“Claro que quisiera ser un Quijote –expresó- pero me identifico más con Sancho Panza”. Eso lo atribuyó a que “también vivo desde 1953 en medio de una muchedumbre de refranes y de palabras que he recogido en miles de entrevistas y crónicas a lo largo de 63 años y que aunque no vengan a pelo en muchas ocasiones parecen disparates”.
Poniatowska participó en la sesión Tres premios Cervantes –ella recibió este galardón en 2013-, efectuada en el Teatro Juárez. También se convocaron a Fernando del Paso y el chileno Jorge Edwards quienes no asistieron por motivos de salud.
Continuó: “Sancho no camina con la ligereza del Quijote –siempre va detrás- y el Quijote lo felicita al decirle: ‘Cada día Sancho te vas haciendo menos simple y más discreto’. En mi caso, 63 años de palabras ajenas son muchos años y muchas palabras repartidas en hojas de papel que en el año del terremoto de 1985 se fueron volando por los aires, rotas y chamuscadas, cortadas en tiritas de colores como las serpentinas de las posadas y las fiestas pueblerinas”.
La autora de [i]La noche de Tlatelolco[/i] agregó: “Quienes vivimos de y para los libros tenemos mucho de Quijotes; quizá por eso admiro al gordito Sancho Panza quien retornó a la vida que llevaba antes de irse a las aventuras de su amigo a quien vio morir. Su fidelidad, sencillez, inteligencia natural y pragmatismo son dones poco comunes hoy en día. Será por eso que cada día me acerco más a él, por aquello de ‘el que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija’.
“Será por eso también que Fernando del Paso y yo compartimos el fervor por El Quijote, su carácter lúdico y su escritura que nos hace invocarlo: San Quijote de la Mancha, ruega por nosotros.
"No nos desampares, somos tus escuderos, somos tus aposentos, los guardianes de tus ideas, somos tus sortijas y tenemos la virtud de hacernos invisibles sobre todo porque vivimos en un país por ahora opaco y espeso en el que avanzamos entre maleantes e incapaces y frente a ti queremos alzarnos como guerreros de todas las batallas que –gracias a tu ejemplo- nos disponemos a ganar”.
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