"Cansados de tanta pobreza", migrantes saltan cerco fronterizo México-EU

Antonio Maya
Foto: Roberto Córdova-Leyva
La Jornada Maya

Tijuana, Baja California
Jueves 15 de noviembre, 2018

La falta de oportunidades de empleo, las extorsiones por parte de grupos criminales y la desesperación por la condición de salud de su hijo Bradly Isaú Velásquez Miranda, de 5 años, orilló a Floridalma Miranda Jácome a brincar la valla de unos cinco metros que divide a México de Estados Unidos, a la altura de Playas de Tijuana, para entregarse a las autoridades estadounidenses y solicitar asilo.

La joven, de 20 años, iba con su hijo y con una tía de él, Jazmín Montserrat Carrios Morelos de 19, quien con tres meses de embarazo decidió buscar mejores condiciones de vida a más de 4 mil kilómetros de Honduras, su país de origen, de donde huyó por la pobreza.

“Ellas y nosotros estamos cansados de tanta pobreza; estamos desesperados... mi mujer ya tenía llagas en los pies de tanto caminar por todo México... quiero que mi hijo tenga un buen futuro en los Estados Unidos, por eso se brincó el muro”, declaró Selvil Velásquez Cáceres, pareja sentimental de Floridalma y padre del pequeño de cinco años.

El cerco de alambre de púas con que autoridades estadunidenses reforzaron la valla metálica que divide su país con México, localizado a la altura de Playas de Tijuana, no detuvo a las mujeres con el niño; éstos buscaron un hueco para brincar y entregarse a la Patrulla Fronteriza que se los llevó en un vehículo oficial. Horas antes un ciudadano guatemalteco había hecho lo mismo.

Selvin comentó que su hijo tiene fiebre desde hace tres días y la atención médica que le brindaron en Tijuana no fue suficiente ya que “no se le quitaba (la fiebre), espero que en el otro lado le puedan conseguir un buen doctor a mi hijo y que mi esposa se quede allá para que puedan tener una mejor vida que en Honduras”.

Jazmín Montserrat Carrios Morelos brincó la valla divisoria con la misma intención, ya que con lo que ganaba en Honduras no le alcanzaba para sobrevivir, dijo su pareja sentimental, Moisés Fernando Miranda, también de 19 años.

Antes de salir de Tegucigalpa, ya sabían del hijo que esperan, pero decidieron venirse a pedir asilo a Estados Unidos, porque en su lugar de origen no hay oportunidades para mejorar sus condiciones de vida.

“Vivíamos en la miseria, no hay ni qué comer, todo es caro, muy caro. Siempre teníamos que ir a los basureros de los mercados para poder encontrar comida que no estuviera tan podrida”, dijo Velásquez Cáceres, cuñado de Moisés.

“Yo no había acordado nada con mi mujer; yo sabía que mi hermana se iba a brincar el muro, (pero) esta mujer no me dijo nada, yo me enteré que se había brincado cuando la vi que la estaban subiendo a la camioneta de la migra (Patrulla Fronteriza); me dio mucho coraje, porque puede perder a mi hijo. Los pinches gringos hijueputas no la van a cuidar, porque son unos perros”, declaró la pareja de Jazmín.

[b]Es horrible la miseria[/b]

Luego de que las dos mujeres junto al menor fueron detenidas por autoridades de seguridad de Estados Unidos, sus compañeros declararon que durante el mes de trayecto que hicieron desde suelo hondureño, en ocasiones dejaron de comer hasta cuatro días para darles de comer al niño y a las mujeres. “Es horrible en la miseria que estamos, en serio, no comíamos para que nuestras esposas y el niño pudieran comer”, comentó Moisés.

Los dos jóvenes aseguraron que si sus parejas son deportadas a Honduras, buscarán la forma de regresar a Tijuana para conseguir empleo ya que en su país no hay trabajos bien remunerados.