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José Luis Domínguez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 15 de mayo, 2018

Maestros van, maestras vienen, nombres, nombres, interminables listas de nombres de docentes que han pasado por las distintas dependencias y se han encargado de atender a la educación a lo largo de la historia, siendo responsables del difícil arte de educar. Desde el original Departamento de Instrucción Pública y los programas de mejoramiento del magisterio, hasta la flamante Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior del gobierno del estado: muchos hombres y mujeres han desfilado por el escenario de la educación en Yucatán, en sus distintos niveles y han dejado huella en la construcción de nuestra sociedad peninsular.

Maestros normalistas, instructores, educadoras, alfabetizadores, catedráticos universitarios, todos ellos docentes que han ejercido el oficio de enseñar y que han enriquecido el capital cultural de esta región. Todos ellos, pasar han hecho… pero en la mayoría de los casos si han dejado huella. Los hombres pasan, las instituciones permanecen y la galería de maestros y maestras distinguidos de la SEGEY no agota el vasto catálogo de educadores que han quedado registrados en la historia de la educación básica, superior, bilingüe o universitaria del estado.

Es que en materia de enseñanza-aprendizaje, el perfil personal del maestro tiene mucho que ver en los resultados finales que se obtengan. De ello depende en gran medida la calidad de la enseñanza, más que de los formatos, planes y programas, estructuras o modelos en los que se desarrollan las acciones educativas.

No bastó que la filosofía positivista se enseñoreara en las escuelas de enseñanza preparatoria del país por decreto republicano, si no hubiera contado con figuras del tamaño de Gabino Barreda en México o de Manuel Sales Cepeda y Rita Cetina Gutiérrez en Yucatán. No es tampoco mérito de la escuela racionalista que en tiempos de Alvarado se impone en las instituciones educativas, sino de la calidad de los docentes de la talla del yucateco José de la Luz Mena, o del colimense Gregorio Torres Quintero, quienes se encargaron en gran medida de difundirla y aplicarla. Tampoco ha de atribuirse el éxito del cambio social a la generalización de los programas socialistas en la enseñanza en tiempos del gobierno de Carrillo Puerto, sino a la calidad de docentes universitarios del tamaño de José Montes de Oca, en las aulas de la normal o de Eduardo Urzaiz Rodríguez y Luis Peniche Vallado en el claustro universitario, o de los perfiles heroicos de Bernabé Argáez, alfabetizador en el suburbio de Chuburná, o de Consuelito Zavala, maestra de las niñas meridanas, que al igual que muchos maestros, participaron en ese tiempo en los distintos niveles de la enseñanza.

Tampoco es por su ateísmo militante que son recordados algunos docentes, como Eduardo Urzaiz Rodríguez o Joaquín Ancona Albertos, sino por la congruencia entre sus enseñanzas en el aula y su comportamiento cotidiano en la sociedad de su tiempo. Y esto, sin menospreciar su gran capacidad didáctica o su férrea imagen disciplinar, elementos fundamentales de todo buen maestro.

[b]Yucatán, tierra pródiga de maestros[/b]

Yucatán ha sido tierra pródiga en maestros de este tipo. Lamentablemente, no siempre se les ha reconocido en vida, y a algunos ni siquiera post-mortem. Por eso, es encomiable la labor que ha venido haciendo la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán en los últimos 10 años, dando a conocer los perfiles de hombres y mujeres que se distinguieron en las distintas disciplinas relacionadas con la educación. Una biografía bien documentada, testimonios de quienes se beneficiaron con su ejemplo y enseñanzas, valen más que una fría placa que se va desgastando o de un frágil busto que en cualquier momento puede desaparecer. Por eso las publicaciones biográficas de los Educadores de Yucatán, publicado por la SEP y el Gobierno del Estado de Yucatán (1996), y que fuera coordinado por los maestros Carlos Ademar Méndez Díaz y Orlando Rodríguez Núñez, fue un buen anticipo de lo que sería la serie de publicaciones que la Casa de La Historia ya mencionada en coordinación con la UPN y la SEP han venido sacando a la luz. Sólo por mencionar algunos títulos sobresalientes, los dos tomos de Grandes Pedagogos de Yucatán (2012), coordinados por el doctor Freddy Espadas Sosa; Rostros de la Educación en Yucatán (2012), compilado por Cristóbal León Campos; Maestros Distinguidos 1980-2014, de Marion Guadalupe Garrido May; sin olvidar la publicación periódica denominada El Mensajero Escolar, que cuenta ya con más de 60 entregas, o el Cuaderno de Investigación y Divulgación Debate Pedagógico (2014) que nos ha permitido echar nuevas miradas a la historia de la educación.

Celebro que el doctor Raúl Godoy Montañez, quien además de ser Rector de la UADY, fuera maestro de muchos veterinarios y ejemplo para otros tantos investigadores científicos, haya tenido la iniciativa de fundar la mencionada Casa de la Historia de la Educación durante su gestión al frente de la SEGEY. Los siguientes directores de la Secretaría de Educación del estado de Yucatán (SEGEY) le han dado continuidad a dicho esfuerzo. Me congratulo por la labor paciente y sostenida que por años ha realizado el equipo de los historiadores coordinados y animados por Cristóbal León Campos, que además de recoger y guardar adecuadamente archivos documentales y objetos escolares, han sabido difundir a través de las publicaciones las enseñanzas derivadas de la historia de dichos educadores. En los últimos años, la Maestra Effy Luz Vázquez ha venido a darle un fuerte impulso a esta labor que se había iniciado con poca presencia de mentores y ella ha sido quien, con su larga experiencia, ha enriquecido y consolidado la memoria colectiva del magisterio yucateco.

En la última Feria Internacional de la Lectura (Filey) se presentó el primer volumen de la que será una prometedora colección histórica que da cuenta de lo que ha sido la Formación de Profesores. Se trata de la [i]Historia de las Instituciones del Normalismo en Yucatán[/i] (2017), obra colectiva coordinada por Cristóbal León Campos que comienza con la historia de las normales rurales y se detiene en las escuelas de Uayalceh y San Diego Texak.

Hago votos para que las siguientes administraciones continúen ininterrumpidamente con esta labor de difusión de la tarea pedagógica y del conocimiento de los heroicos artífices de la educación.

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