La importancia de las tortugas marinas

Rafael Robles de Benito
Foto: Infoqroo
La Jornada Maya

Jueves 10 de mayo, 2018

Ante la gran cantidad de problemas que enfrentan los ecosistemas nacionales, la biodiversidad que alojan, y los servicios ambientales que prestan, y dados los elevados costos que entraña tratar de solucionarlos, no está de más preguntarse si se justifica el gasto y el nivel de esfuerzo que se dedica año con año a la protección de las tortugas marinas.

Las especies de tortuga (golfina, caguama, laúd, blanca, lora, prieta y carey) que llegan a playas mexicanas a depositar sus huevos –y que nacen por tanto en nuestro territorio– son objeto de una presión importante que ahora parece tender a disminuir: se les ha cazado para comer y para elaborar artesanías con su caparazón, quedan atrapadas en redes de pesca y sus nidos son descubiertos para llevar sus huevos al mercado.

Cada vez más, las autoridades responsables de la conservación de los recursos naturales, diversas organizaciones no gubernamentales conservacionistas, escuelas y hasta empresas turísticas, se empeñan en contribuir a la protección de las tortugas marinas. Aunque todavía nos encontramos con reportes de saqueo de nidos y de un comercio clandestino de huevos; y aunque nos sorprendemos con las desagradables imágenes de una tortuga lesionada por un popote de plástico, la verdad es que parece que la protección de esta especie marinas es cada vez más una historia de éxito.

Pero, ¿por qué nos importa conservar estas especies? Es cierto que se trata de especies de macrofauna megacarismática: el drama de su excavación en la arena y su desove nocturno, su gracia natatoria y la desesperada carrera de las crías hacia el mar, son aventuras de naturaleza que nos seducen a casi todos, y nos despiertan emociones placenteras que nos acompañan toda la vida. Pero la sola emoción no alcanza para justificar los grandes esfuerzos realizados para protegerlas.

Al optar por prohibir su explotación para consumo humano, se decide no explorar vías para su uso sustentable, excepto aquellas que implican un uso no extractivo, que están relacionadas casi siempre con actividades de corte educativo o turístico. Así, el argumento del uso sustentable tampoco alcanza a explicar por sí solo el esfuerzo de la protección.

A mi juicio, lo que realmente puede dar cuenta de los motivos de la protección de las tortugas tiene que ver con el papel que juegan como especies bandera, o indicadoras: una playa donde acuden tortugas a anidar es una playa relativamente saludable, y un mar que sostiene poblaciones considerables de tortugas de diferentes especies, es un mar todavía capaz de alojar una biodiversidad relevante.

Si cada año vemos que vuelven las tortugas a dejar sus huevos en nuestras playas, cada año traen consigo una esperanza de sustentabilidad. Si además nos ofrecen la oportunidad de sensibilizar a quienes nos visitan acerca de la estimulante belleza de una naturaleza viva, y nos permiten educar a nuestros hijos y nietos, contagiándoles de emoción al entrar en contacto con seres vivos diferentes de nosotros, contratamos con ellas un compromiso para continuar cuidándolas.

Por estas razones, aplaudo que en Quintana Roo se celebre la Semana de las Tortugas Marinas, y aplaudo admirado los esfuerzos de los colegas, biólogos o no, que se desvelan y recorren kilómetros de playas durante los meses en que las tortugas salen a desovar, y durante el tiempo en que los nidos permanecen en la arena, hasta que eclosionan y las crías corren al agua, sorteando la amenaza de aves, cangrejos y mapaches, para después enfrentar la presión de otros predadores que no solemos ver: los peces que las consumen.

[b][email protected][/b]