Claves para entender lo que pasa en Siria

Ángel Rivero Palomo*
Foto: Ap
La Jornada Maya

Lunes 16 de abril, 2018

En el séptimo año de la guerra en Siria, las afectaciones no sólo han impactado a millones de sirios, sino que se han expandido al resto del mundo. Según cifras de El País, esta guerra ha dejado cinco millones de refugiados y más de 500 mil muertos, revelando que la idea de que en la sociedad actual no se permitiría que ningún gobernante matara indiscriminadamente a sus propios ciudadanos, ahora parece estarse esfumando.

El conflicto, que comenzó con la intención de derrocar al presidente Bashar al Asad de manera pacífica, hizo estallar en 2011 una guerra civil entre los partidarios de al Asad y sus opositores, que ha tenido efectos más allá de las fronteras y ha generado una gran incertidumbre a nivel mundial. Entre las repercusiones de este conflicto, llama la atención que se ha visto a líderes con tendencias autoritarias en ascenso; el orden que había imperado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se ha vuelto vulnerable, las instituciones internacionales no están aportando soluciones y las alianzas en Occidente están tensas. En consecuencia, la ONU está paralizada, las agencias de ayuda humanitaria se encuentran rebasadas y la crisis de los refugiados ha estremecido a la política europea (Barnard, 2017).

La raíz de los conflictos es mucho más antigua y tiene que ver con la estratégica ubicación que tiene Siria. Recordemos que este país se encuentra geográficamente ubicado en Medio Oriente, es una de las puertas que conecta oriente con occidente y la salida de Asia salida al Mediterráneo. Por tanto, en el mundo antiguo quien controlaba esta zona tenía el poder económico del flujo comercial entre Asia y Europa, y en la actualidad es el paso a una de las reservas más grandes de petróleo del mundo y gas natural de Medio Oriente a Europa. Es así como su ubicación estratégica ha hecho que lo largo de la historia distintas imperios se lo hayan disputado y lo hayan tenido bajo su poder: los persas, los griegos, los romanos, el imperio islámico, los turcos, el imperio otomano, que se quedó ahí 600 años, hasta la Primera Guerra Mundial (Asen 2015).

Posteriormente, aparecen pequeños países donde antes estaba el imperio otomano: Iraq, Siria, Arabia, Jordania, Palestina, Turquía, creados a principios del siglo XX principalmente por franceses e ingleses, que los manejaron como zonas bajo su control con gobernantes puestos por ellos. Francia se quedó con Siria, y dio la concesión del petróleo y sus derivados a compañías extranjeras, que fácilmente lo transportan a Europa por medio del mar. Hasta que tuvieron que abandonar la zona, pero antes de marcharse, los europeos crean Israel, país que no fue reconocido por sus vecinos. Desde entonces la zona se vuelve muy conflictiva, llena de tensión y en cuestión de tiempo estallan los problemas (Asen 2015).

Europa dividió Medio Oriente para controlarlo, diseñando países sin tener en cuenta su población. Como podemos ver Siria es un país independiente desde hace menos de 100 años y sólo se gobierna así misma desde hace poco más de 50, sus fronteras fueron impuestas. Bachar El Asad ha usado la fuerza para mantenerse, lo que produjo una guerra civil, que dio las condiciones propicias para que actores externos se aprovecharan de la situación.

La intervención internacional ha sido cautelosa y lenta “Estados Unidos y muchos de sus aliados occidentales han impuesto sanciones económicas contra Siria, condenaron a al Asad y exigieron que abandonara el poder. Sin embargo, no han persuadido al Consejo de Seguridad de la ONU a que haga lo mismo. China y Rusia, dos de los socios comerciales de Siria, vetaron varias de las resoluciones propuestas respecto a Siria. Sin el consenso internacional, la mayoría de los países ha dudado en intervenir militarmente” (Ariosto et al., 2013)

No hay actualmente consenso sobre lo que se debió haber hecho desde el inicio de la crisis de Siria, ni sobre lo que debería hacerse en el futuro cercano. Lo que queda claro por un lado, es que en Siria hay demasiados intereses en juego, como para que las respuestas al debate mundial en torno al tema sean fáciles (Barnard, 2017). Y por el otro, que diversos organismos internacionales han pronunciado señalamientos sobre la fuerte crisis humanitaria que enfrenta Siria, el conflicto ha dificultado el acceso a los alimentos, al agua, energía eléctrica y suministros médicos a la población civil.

La ONU (2018) estima que: 4,53 millones de personas necesitan asistencia humanitaria en zonas de difícil acceso y lugares asediados. La asistencia escolar ha descendido más de un 50 por ciento y aproximadamente la cuarta parte de los colegios han sufrido daños, han sido destruidos o se emplean como alojamientos colectivos. Más de la mitad de los hospitales de Siria han sido destruidos o han sufrido graves daños. El suministro de agua ha descendido más de un 50 por ciento comparado con los niveles previos a la guerra, además 9,8 millones de personas sufren inseguridad alimentaria y que muchas más viven en situación de pobreza.

Se necesita definir de forma urgente en qué términos puede intervenir la comunidad internacional en conflictos como el de Siria y estar atentos de las repercusiones que éste tendrá, pues el rol crucial de Siria en el corazón de Medio Oriente implica que también habrá consecuencias políticas a largo plazo en otras latitudes.

*Rector de la Universidad de Quintana Roo

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