La larga semana por la que todos transitamos

José Luis Domínguez Castro
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 4 de abril, 2018

Domingo de entrada triunfal: el primer ingreso a la escuela…; pasar al fin el examen de admisión a la universidad…; me aceptaron en el trabajo; ganaste el premio X…; recibir un reconocimiento al desempeño (somos siervos inútiles; no hemos hecho sino lo que teníamos que hacer)…; llegar a tiempo al hospital y poder salir airoso de ahí…; todos son domingo de ramos.

Lunes, martes y miércoles: triduo de silencios, expectación y espera…; Betania…; retiro táctico y recapitulación necesaria…; círculo de amigos cercanos…; balance previo al desenlace fatal.

Jueves de última cena: celebrar cada “paso” con quien nos late…; me reservo el derecho de admisión; beber y comer con amigos leales y con potenciales traidores; verdades fundamentales y asuntos finales sobre la mesa (He querido celebrar esta pascua con Uds…); ¡la última y nos vamos!

Viernes de cruces en la vía: jornada intensa con una, siete, o catorce estaciones, según sea el caso…; rupturas que duelen, pérdidas de seres queridos; sangre, sudor y traición; cruces a diestra y siniestra…; cruces por dentro y cruces por fuera…; sufrir a nombre de… al lado de…, sufrir en lugar de (Elí, elí: ¿lemá sabactaní?).

Sábado de solitario: ¿Otra larga espera…? ya casi pero todavía no… y mientras tanto: ¡oh soledad, soledad!, ¿de qué estás hecha que sabes tan amarga?...

Domingo de Resurrección: cero y van tres… borrón y cuenta nueva; esperanzas fincadas a pesar de todo (Eppur si muove…). Se arreglarán las cosas…; ¡ánimo! hemos tenido momentos peores… y nos logramos levantar… ¡Sí se puede!!! Resurgir, repetir, renacer, al fin y al cabo siempre hay un porqué…; domingo de restauración. ¡FELICES PASCUAS!

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