Museos sin enfoque educativo, parte I

Óscar Muñoz
Foto: Francisco Marín
La Jornada Maya

Martes 20 de marzo, 2018

¿Cuáles son los enfoques educativos de los programas que operan los museos de Yucatán? Ha sido una cuestión fundamental en el contexto del sistema educativo nacional. Para saberlo, hubo necesidad de averiguar directamente en las instituciones museísticas de la localidad, principalmente de la ciudad de Mérida, cuáles son dichos enfoques que permean las actividades educativas que son realizadas en estos recintos. Aunque se esperaba encontrar algo diferente a lo que se suponía, fue una sorpresa encontrar programas aparentemente educativos, pero carentes de enfoques sólidos y precisos.

Por ejemplo, en el Museo de Arte Contemporáneo han operado un programa de conocido como [i]Un día en el Macay[/i]. De acuerdo con lo averiguado, es un programa que tiene 16 años de experiencia, en el que participan los alumnos de las escuelas de educación básica ubicadas en la ciudad de Mérida y en comunidades situadas hasta 100 kilómetros de distancia del museo.

Durante su estancia en este museo, los niños recorren las exposiciones temporales que se encuentran en el momento de su visita, reciben una supuesta introducción a la historia del arte y participan en un taller.

Sin embargo, los escolares sólo transitan por las salas de las exposiciones sin que nadie les haga notar las técnicas con las que han sido creadas las obras que miran, lo que bajo cualquier enfoque educativo sería lo más importante, mucho más que hacerles saber quién hizo cada obra, cómo se llama la creación y en qué año fue hecha. Estos datos están siempre en la ficha técnica de cada obra expuesta. Como sea, se desaprovecha la oportunidad de que los niños tengan frente a sí obras únicas que podrían ser una excelente ocasión para ejercer la observación y escudriñar sus encantos, claro, bajo la orientación de especialistas en educación artística o en artes visuales.

Durante estas imaginarias actividades frente a las obras, también valdría la pena detenerse ante las creaciones expuestas para descubrir los resultados de usar determinada técnica (acuarela, óleo, acrílico), y comparar las apariencias que tendría una obra elaborada al óleo si hubiera sido creada en acuarela o acrílico. No sólo se pierde la oportunidad para ejercer los procesos de aprendizaje (observación, comparación, análisis y demás) sino se elimina la oportunidad de echar a andar la imaginación.

Sin un enfoque pedagógico sólido en las tareas de un museo, resultan inútiles todas aquellas acciones que emprendan los responsables de estos servicios educativos. Sin una perspectiva precisa en las actividades educativas del museo, las acciones se reducen a la ocurrencia y la ligereza. En otro de los programas del Macay, llamado [i]Cursos y Talleres de Verano[/i], si bien la temática puede ser variable, lo que no puede sufrir tantos cambios son los contenidos, es decir, si se trata de un museo de arte, sus contenidos deben responder a los asuntos que trata este museo, y sus actividades deben conllevar un sentido creativo y no caer en manualidades y, menos aún, los temas no debería suplir a los contenidos.

Otro ejemplo son algunos talleres recientes en los cuales los niños hicieron un mural, pero éste no fue el contenido sino el pretexto para una actividad orientada más hacia una temática ambiental: la protección de la vaquita marina (que tampoco está mal, aunque fuera de lugar). La posibilidad de participar en un proyecto de arte no sucedió. Y lo peor, algunos participantes elaboraron siluetas de vaquitas marinas con unicel, que es una espuma plástica (vaya contradicción ambiental, si consideramos que este material ha presentado las mayores dificultades para el reciclamiento).

Al parecer, en los últimos tiempos, el museo de arte contemporáneo se ha dedicado más a temas ambientales que artísticos. Y esto pudo ser constatado con otro taller para niños llamado [i]El ciclo de la mariposa[/i], en el cual fueron manejados contenidos de biología y ecología, pero no de arte. Tal vez si el mariposario puesto en el patio del museo hubiera sido una instalación, hubiera sido una obra exitosa para que, a partir de ella, los escolares hicieran instalaciones relativas, aunque estuvieran referidas a otras especies de fauna. Pero no todas las tareas circularon alrededor de los contenidos biológicos y ecológicos de las mariposas y su hábitat.

Hasta hace muy poco, los museos se han interesado cada vez más en diseñar -si es que hubo la intención de planificar- actividades educativas bajo enfoques más determinantes. Si bien a mediados del siglo pasado, los recintos museísticos contaban con ciertos servicios, como la atención del público y las visitas guiadas, en la actualidad la mayoría de los museos en el mundo han sido transformados de ser un exhibidor de obras de arte, piezas arqueológicas, objetos representativos de una cultura… a ser centros educativos que impulsan actividades alrededor de todo aquello que forma parte de sus exposiciones. Pero esto no sucede en el interior de los museos de Yucatán.

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