Añoranzas de un viejo PAN

René Ramírez Benitez
Foto: Tomada de la web
La Jornada Maya

Viernes 23 de febrero, 2018

Se quitó la máscara, se reveló el verdadero Partido Acción Nacional en Yucatán, ese partido que eligió el compadrazgo sobre el proceso equitativo; ese partido que prefirió los intereses particulares sobre la pluralidad; ese partido que seleccionó el autoritarismo partidista sobre el proceso democrático abierto.

Las aguas ahora tienen mayor claridad después de las designaciones para candidaturas del PAN en la entidad, porque fue un claro acomodo de piezas, premios para los leales a la corriente preponderante, huesos políticos; porque dentro de los muchos desaciertos de estas primarias panistas, uno de los mayores fue la clara lucha e impugna interna por acaparar puestos, por ocupar las sillas y los curules. Dentro de esa crítica, podemos encontrar que, lamentablemente, el partido está circunscrito a las personas de siempre, a los políticos perpetuos, a las cuotas y cotos de los devotos sobre las características necesarias. Se ha convertido en una cúpula que se escoge a sí misma, y de esa manera, Acción Nacional emula las prácticas que denunciaba, que aborrecía, que pregonaba eran ajenas a ellos, porque el partido que decía ser “democrático” en su proceso interno, resultó usar la vieja fórmula de la designación, si bien maquillada, designación cupular a final de cuentas.

Indudablemente, las pugnas generaron fracturas y es evidente la división del partido frente a los comicios venideros. Ello deja en una minúscula desventaja meramente institucional ante el Revolucionario Institucional, el cual, en menor medida, también vive una fractura después de las precampañas, y en específico, después de la designación de su candidatura a la gubernatura. Todo el escenario panista actual nos trae recuerdos del Acción Nacional de antaño, sí con defectos, pero arraigado a una tradición de lucha y oposición férrea al poder y que enarbolaba la participación ciudadana y los tintes democráticos sobre los autoritarismos y el oficialismo. Es imposible no recordar un discurso que dio Gómez Morín en diciembre de 1953 en el que señalaba que: “Nuestro ideal no es llegar a ocupar puestos de elección en México; eso no nos interesa como meta final de Acción Nacional; si así fuera, ninguno de nosotros estaría en Acción Nacional. El PAN se hizo para algo más trascendente, más elevado, para salvar a todo un pueblo de la ignominia”.

El fundador del PAN tenía claro que éste debía ser más que un partido tradicional, más que un partido voraz, más que un partido con apetito de poder, y poder consolidarse como una institución política que verdaderamente creía en una especie de empoderamiento ciudadano sobre ciertos intereses.

Estimado lector, no estoy de acuerdo con el panismo en muchos aspectos, ya sea el económico o el desligue en temas indígenas o de libertades sexuales y su cercanía al clero, pero mis fobias personales no me impiden ver uno de los grandes aciertos de dicho partido, que en el contexto de Gómez Morín, anhelaban ser un partido con un núcleo ciudadano y un novedoso -para su época- aire de participación civil.

En mi opinión, es urgente que los militantes y simpatizantes de Acción Nacional tomen el bote y naveguen de nuevo a las aguas que les dieron origen, o estarán condenados a ser un partido político más. Porque en palabras del fundador “Que siga esta tarea, que no nos importe hoy o mañana tener un diputado más en la Cámara o tener un presidente de la República que sea miembro de nuestro partido; lo que nos importa es el pueblo”.

Es claro que el partido actual dista mucho de ser el PAN que se necesita en la decadente democracia mexicana.

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