Globalización y la 4T

Rogelio Huerta Quintanilla*
Foto: Notimex
La Jornada Maya

Jueves 19 de diciembre, 2019

La globalización en que vivimos en la actualidad tiene consecuencias económicas, sociales y políticas que aún no hemos captado. Estamos acostumbrados a pensar en términos locales y a concluir que los problemas a los que nos enfrentamos pueden ser solucionados con algunas políticas y acuerdos dentro del Estado-Nación en que vivimos. Sin embargo, la globalización nos demuestra día con día que este no es el caso en la época contemporánea. Las condiciones locales en que nos movemos están determinadas por poderes que se mueven en el espacio global.

En el ámbito económico, los mercados financieros, laboral y de mercancías, han dejado de estar bajo el control de los países para pasar a manos de fuerzas extraterritoriales como son los grandes poderes de las corporaciones tecnológicas, financieras y mercantiles. ¿Qué puede hacer México para impedir el creciente y constante flujo de divisas que se deposita en los bancos extranjeros? Bajo las nuevas reglas del capital financiero internacional es imposible que un país logre impedir la fuga de divisas. Incluso carece de instrumentos para reducir la especulación y, si lo intenta, se dejará sentir el castigo de las calificadoras cuando pretenda controlar el libre movimiento de los capitales financieros.

En el mercado laboral, las tecnologías se caracterizan por ahorrar trabajo. Cada nueva inversión busca introducir las más innovadoras máquinas y herramientas microelectrónicas para disminuir sus costos laborales. Además, la reorganización de los procesos de trabajo conlleva la modernización que reduce el empleo. El nuevo tipo de desempleo (que recae sobre todo en los jóvenes con estudios) y las grandes cantidades de trabajadores informales junto con las nuevas formas de trabajo precario, no son sino síntomas de esta incapacidad de los gobiernos, del signo que sean, de asegurar trabajo para la población.

En el mercado de bienes y servicios, los constantes y cada vez más crecientes déficits comerciales no pueden ser zanjados por medio de ninguna política mercantil o monetaria. Si Zara, la gran empresa transnacional productora y comercializadora de ropa, se ha instalado en México para importar sus prendas y venderlas en el país, ninguna política hará que ese esquema cambie y siempre será importadora en México. Asimismo, las grandes empresas automotrices que se han ubicado en distintas regiones del país serán exportadoras netas de autos terminados porque esa es la estrategia que han diseñado. Esto indica que el comercio exterior de México no depende de lo que quiera hacer el gobierno, sino de lo que establezcan las poderosas corporaciones en su estrategia de negocios.


[b]Liberación de los mercados[/b]

La liberalización de los mercados en todo el mundo ha traído como consecuencia una globalización que algunos califican como “mala” y que deja a los gobiernos y a los ciudadanos cada vez más inermes frente a fuerzas enormes que no tienen patria. Ante esto, los individuos, buscando protegernos, nos afirmamos en nuestra identidad local, regional y nacional. Es entonces cuando resurgen los sentimientos nacionalistas y regionalistas que buscan sellar las fronteras frente a los peligros del extranjero.

Es en este marco global en que el gobierno de la 4T tiene perdida la partida. Si en el corto plazo no ha podido mejorar las condiciones de la economía nacional —ni adelgazando el gobierno, despidiendo empleados y reduciendo los sueldos de la alta burocracia, ni mediante el combate a la corrupción para transferir dinero a los más marginados ha podido impulsar un mercado interno vigoroso—, en el mediano y largo plazo, el panorama es todavía más incierto. Las condiciones financieras para impulsar la inversión productiva y las nuevas tecnologías no favorecen el crecimiento del empleo y sí estimulan un tipo de progreso que expulsa y margina a una mayor cantidad de seres humanos. Además, el comercio exterior y los movimientos de capitales están fuera del control del gobierno.

En 1999, Zygmunt Bauman, a quien debo la idea medular de este ensayo, escribió: “Un conocido economista francés, Jean-Paul Fitoussi, señala que la cantidad global de empleo disponible se está reduciendo, un problema que no es ‘macroeconómico’ sino estructural, en relación directa con el traspaso del control de factores económicos cruciales de manos de las instituciones representativas de los gobiernos a manos del libre juego de las fuerzas del mercado. Es muy poco, por lo tanto, lo que la estrategia expansionista ortodoxa del Estado puede hacer para combatir este fenómeno. Si los ministros de Finanzas son todavía un “mal necesario”, los ministros de Economía son, cada vez más, cosa del pasado o, simplemente, un título vacío y nostálgico del alguna vez inquebrantable Estado soberano, hoy en rápida disolución.”

Valga esta extensa cita para reafirmar tres cosas: una, que la globalización ha actuado para reducir la soberanía de las naciones; dos, que el estancamiento de la economía mexicana no se puede resolver con una política keynesiana de ampliación del gasto gubernamental; tres, que al expulsar trabajadores de las actividades productivas se les excluye también de la sociedad y, por tanto, se necesita dedicar una cantidad mayor de recursos para transferir a esa masa creciente de parias. De ahí el crecimiento de los programas sociales.

*Economista de la UNAM

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