Margarita Díaz Rubio
Foto: Afp
La Jornada Maya
Viernes 13 de diciembre, 2019
[i]Dadme un cuarto de hora de oración y os daré el cielo.[/i]
[i]Santa Teresa de Jesús.[/i]
Se considera que a Nuestra Señora, la Santa Madre, la virgen María, la Reina de La Paz, a quien el ángel se le apareció hace más de 2 mil años con un mensaje de que concebiría y crearía al Salvador, es la mujer más poderosa del mundo.
Esto lo he encontrado en la revista National Geographic en su edición del 8 de noviembre, donde la escritora Maureen Orth analiza el fenómeno mundial de la devoción a la madre de Dios con la idea de María como intercesora, en Galilea, en las bodas de Caná, que es cuando Jesús realiza su primer milagro luego que su progenitora le indicase que ya no tenían vino en la fiesta en la que se encontraban.
María, nos dice Orth, ha sido enaltecida como un símbolo universal del amor maternal en el sufrimiento y sacrificio y ella es, a menudo, la piedra angular de nuestro significado, pues su manto ofrece seguridad y protección.
En sus apariciones María sólo pide amarla tanto como ella nos ama, y es tanto su amor que nos ha ayudado a darle identidad a las naciones, especialmente en nuestro caso que es el de La Guadalupana.
Cualquiera que atestigüe la efusión de amor y devoción que los peregrinos demuestran a su amada Madre acudiendo a su Basílica, lugar donde se conserva intacta la tilma de San Juan Diego que lleva la imagen milagrosa, puede ver que la Virgen María está profundamente arraigada en los corazones y almas mexicanas, dándonos unión y amalgamando nuestra nación.
Y me he enterado que los musulmanes tienen en alta estima a Santa María y que su nombre aparece más veces en el Corán que en el Nuevo Testamento. Ella no es -en absoluto -extraña para ellos.
[i]Mérida, Yucatán[/i]
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