Margarita Díaz Rubio
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Jueves 19 de septiembre, 2019
Los yucatanenses estamos de plácemes, pues Mérida es sede de la décima séptima Cumbre Mundial de los Premios Nobel de La Paz, misma que fue idea de Mijaíl Gorbachov hace 20 años, cuando era presidente de la Unión Soviética.
Esa cumbre se ha celebrado en las ciudades de Berlín, Roma, Hiroshima, Bogotá y en París, entre otras, siendo el motivo abordar problemáticas del mundo relacionadas con la paz.
En la mirada antropológica con el título de [i]La paz yucateca en venta[/i] escrita el 16 de Septiembre de este año por Rodrigo Llanes Salazar en un periódico local, encontramos entre sus renglones un análisis que el investigador noruego Johan Galtung hizo respecto a la paz positiva y a la paz negativa: la negativa se entiende como la ausencia de un enfrentamiento violento; la positiva como la generación de una relación amistosa.
Rodrigo asevera que tenemos la paz negativa pero que "no es tan obvio que disfrutemos una paz positiva y que tampoco es seguro que contemos con un auténtica cultura de la paz". Su artículo y su amplio análisis no tienen desperdicio.
Ahora bien, ¿Qué es la paz? Ya lo sabemos y es lo que todos queremos en nuestra familia y en nuestra sociedad; todos sabemos también en qué consiste y también sabemos que ésta paz se sustenta en los valores inculcados a los seres humanos con el objetivo de rechazar y prevenir la violencia, y que esto se logra a través de la educación en el seno familiar y en los planteles educativos.
Considero que cada uno deberíamos ser generadores de paz y también considero que es nuestra obligación cuidar esa paz que hasta ahora disfrutamos.
Esperamos todos que la visita de los premios Nobel nos sirva para reflexionar sobre lo que queremos para México, para nuestro estado y para nuestras familias. Y ojalá que eso no caiga en saco roto. Sería una lástima.
[i]Mérida, Yucatán[/i]
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La ofensiva fue en respuesta al misil balístico lanzado por los hutíes hace dos días
Efe
Durante dicho mes se recolectaron aproximadamente 300 toneladas de la macroalga
Miguel Améndola