Ninguno quiere morir

Felipe Escalante Tió
Foto: Alfredo Domínguez
La Jornada Maya

Jueves 29 de agosto, 2019

Pocas palabras producen que la fe de un creyente se tambalee tanto como la frase sustantiva “niños con cáncer”. Son palabras que también reafirman la fe de los ateos, pero irse al conflicto entre creencia y razón es huir de la situación real: una enfermedad crónica, sumamente desgastante, afecta a un grupo de edad vulnerable.

Están en todo el mundo, pero este lunes se hicieron visibles los que reciben atención en el Hospital Infantil de México Federico Gómez (HIMFG). Una manifestación de sus familiares en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ha tenido como efecto inmediato hacernos saber que, no obstante los alardes del gobierno federal sobre que el abasto de medicamentos está asegurado y a un costo mucho menor que en “la etapa neoliberal”, la cadena de suministro tiene aún eslabones muy frágiles.

Hay una responsabilidad: El HIMFG debió contar en todo momento con suficientes dosis de Metotrexato, el cual es fundamental en las quimioterapias infantiles. La pelota política, por supuesto, ya comenzó a rebotar con tal de que nos fijemos en algún posible culpable entre la farmacéutica, la Cofepris y la administración del Hospital, y no en la desatención que padecen alrededor de 500 infantes. Los padres ya dejaron saber que no es una cuestión de régimen: “No es la primera vez que falta el medicamento, siempre es lo mismo”, se recoge de la nota de Ángeles Cruz Martínez.

Es difícil no solidarizarse con los padres de estos niños, que como modernos Sísifo libran la misma batalla contra el desabasto cada uno o dos meses. Escuchar al secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, decir que no pasa nada si el protocolo se interrumpe uno o dos días, por el contrario, conduce a pensar si la dependencia está en manos de un monstruo del tamaño de Javier Duarte.

Pero también, cuando la Presidencia está por presentar su primer informe de gobierno, es buen momento para evaluar y tal vez preguntarnos quiénes son los pobres para esta cuarta transformación, pues lo ocurrido con los pequeños del HIMFG, originarios de diversas partes del país, por cierto, se suma a otras decisiones del Ejecutivo federal igual de cuestionables.

Aquí hemos dicho que la 4T se ha ensañado con los más vulnerables. Una de las primeras decisiones fue cancelar recursos para las guarderías que operaban apoyadas por la extinta Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), lo cual afectó principalmente a madres trabajadoras y a quienes trabajaban en esas estancias, también mayormente mujeres; éstas con formación en puericultura, enfermería o nutrición. Todo con tal de “dar el beneficio directamente” y que el dinero se destinara a una pariente del menor antes beneficiario. Alegaron “niños fantasma”, pero jamás vimos lista alguna.

Otra medida también criticada fue desaparecer el Seguro Popular. En lo personal considero que ésta no era una mala idea. Si bien este programa le permitía a la población que trabaja en la informalidad acceder a servicios de salud, lo hizo a costa de aumentar la carga de trabajo al personal médico de las clínicas y hospitales ya existentes. Nunca hubo la intención de aumentar la infraestructura de atención, y menos de crear mecanismos para que los derechohabientes obtuvieran alguna prestación. Sin embargo, la 4T tampoco ha dado señales de querer sustituir el Seguro Popular por algo mejor, lo cual sí deja en situación vulnerable a prácticamente la mitad de la Población Económicamente Activa.

Haciendo sumas, los más afectados por estas decisiones han sido personas ya muy vulnerables: trabajadores informales –sin horario ni prestaciones, y con sueldos exiguos–, mujeres también empleadas en la informalidad (las guarderías del IMSS e ISSSTE siguen siendo para las privilegiadas que están dadas de alta ante estos organismos), y ahora niños con cáncer. Si algo es seguro es que ninguno quiere morir.

Cierto, el Presidente todavía no cumple un año de gobierno. Pero en estos meses, y tras estas acciones, queda la duda de quiénes son esos pobres que supuestamente van primero en esta cuarta transformación.

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