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del

Francisco J. Rosado May
Foto: Gobierno del estado
La Jornada Maya

Martes 20 de agosto, 2019

Han sido varios los comentarios recibidos en mi correo electrónico y por mensajes, en los que me piden que exprese alguna opinión en relación con el cambio de rectoría en la Universidad de Quintana Roo (UQROO). Las solicitudes seguramente están fundamentadas en mi experiencia como rector de dicha universidad –la cual dejé entre las tres mejores del país, con el 100 por ciento de programas educativos evaluables con reconocimiento de calidad y la única con el 100 por ciento de certificación ISO 9000– y, en general, en educación superior e investigación científica.

Más que abonar a discusiones interesantes, pero no necesariamente pertinentes, decidí enfocarme a los objetivos de la educación superior como la base para designar a quien o quienes deben guiar el camino hacia esos objetivos. Seguramente no es lo que esperaban muchos, pero, de ser analizada por tomadores de decisiones en materia de educación superior en nuestro estado y país, podría contribuir a la discusión que se ha anunciado con la toma de protesta del nuevo rector de la UQROO: la autonomía universitaria y los grandes retos de vinculación universidad-desarrollo del estado.

Imaginemos que, en nuestro estado, que está atravesando una situación extremadamente difícil para los productores de alimentos por la sequía, la dependencia gubernamental correspondiente llama a una reunión de profesores investigadores de las diferentes instituciones de educación superior para encontrar alternativas a la situación. Incluso, debido a que existe un sistema de monitoreo ambiental de muy buen nivel, el estado ya preveía la sequía y convocó a la reunión antes de que el problema afecte a los productores.

En la reunión, los investigadores presentan resultados de sus investigaciones y trabajos que han hecho con sus estudiantes; presentan a los tomadores de decisiones en el estado una lista de variedades de maíz criollas, resistentes a la sequía, y ofrecieron suficiente semilla porque ya habían previsto la situación y en alianza con algunos productores y en campos experimentales, ya se había producido la semilla. Adicionalmente los investigadores ya tenían las respuestas no solo a los problemas de plagas y enfermedades, sino que habían establecido rutas de distribución de semillas y mecanismos para el acopio de la producción.

Sólo falta la intervención del estado para definir cómo redistribuir el maíz cosechado entre la población de las ciudades, todo esto diseñado con base en los objetivos del desarrollo sostenible de las Naciones Unidas para la mitigación de efectos climáticos para el año 2030. Las respuestas casi inmediatas que ofrecieron los profesores resultaron de un proceso de planeación y de participación interdisciplinaria entre instituciones. Los datos tenían respaldo de experimentos de campo y pruebas de laboratorio, ambas con infraestructura y equipamiento de alto nivel. Ninguna huelga o mala práctica o falta de presupuesto afectó el proceso que permitió darle al estado una respuesta adecuada a un problema serio.

Imaginemos, por otra parte, que con el gran problema que presenta el sargazo para la industria turística en el estado, así como para los ecosistemas costeros que no están adaptados a altos volúmenes extraordinarios y constantes de esta macroalga planctónica que arriba a nuestras costas, el gobierno del estado, basado en datos de su sistema de monitoreo de riesgos, amenazas y oportunidades para la sostenibilidad del turismo, convocó a profesores investigadores para atender la situación.

En la reunión asistieron secretarios, hoteleros y representantes de varios eslabones de la cadena del turismo, e incluso el mismo Gobernador, no hubo necesidad de dar los detalles de la problemática. Los profesores ya habían organizado conferencias, seminarios, intra e interinstitucionales, e incluso habían compartido datos con gente del gobierno. La discusión se centró en cómo atender la problemática que se estaba aproximando a una alta velocidad.

Con una exhibición envidiable de ejercicio de análisis y síntesis, en cinco horas los investigadores describieron las razones que explican la arribazón, y con base en investigaciones de alto nivel logrado con colegas de otras universidades fuera de nuestras fronteras, fueron capaces de dar detalles de la biología y ecología de la macroalga. Esta información fue la base para que enseguida los investigadores enfocados a desarrollo tecnológico presentaran incluso prototipos de como “cosechar” el sargazo y qué hacer con el volumen altísimo recopilado. Los investigadores solo necesitaban la inversión pública y privada para desarrollar las ideas y prototipos.

En un año el problema que se veía venir nunca tuvo algún impacto negativo. La ocupación hotelera se mantuvo alta y miles de trabajadores estuvieron felices con una temporada altísima. Los inversionistas decidieron, al cabo de unos seis meses y de ver resultados fenomenales, aportar recursos para investigaciones estratégicas y para formación de recursos humanos de alto nivel.

En nuestro estado, historias semejantes pueden suceder para abordar el tema y problemática de los artesanos, de las bordadoras, del manejo de selvas, del incremento de la productividad en los tres diferentes de la economía. Hay claridad en el papel de los profesores investigadores de las instituciones de educación superior, en el crecimiento económico y el desarrollo sostenible del estado. Incluso, en este imaginario, el nivel de articulación de las humanidades con las ciencias sociales, naturales, exactas, económico-administrativas, y con la tecnología, así como la pertinencia intercultural, ha alcanzado un alto nivel. Varios investigadores prestigiosos de otros países buscan colaborar con sus colegas en Quintana Roo y ofrecen espacios de intercambio científico y de estudiantes.

¿Es una utopía lo anterior? Absolutamente no. Lo he visto funcionar en varios países. He escuchado en voz de tomadores de decisiones de alto nivel, al menos el deseo de que esto que imaginamos exista en realidad. ¿Qué nos detiene?

Los órganos de gobierno, los mismos rectores y rectoras, los profesores investigadores, la administración interna de las universidades y el apoyo financiero del gobierno deben todos estar al mismo nivel. Lo contrario nos aleja de esa utopía y amplía las brechas dentro de nuestro mismo país y entre países. ¿Dónde queda la estafeta?

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