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Betina González Toraya*
La Jornada Maya

Miércoles 10 de julio, 2019

Dicen que los ojos son las ventanas del alma, a través de ellos percibimos la esencia misma del ser y su más profunda emoción, tal como la lente de Pedro Guerra plasmó el alma de los acontecimientos más representativos de la vida en nuestro estado, creando un vínculo inquebrantable entre su cámara y la historia del bello Yucatán.

1917 fue un año de celebración para México y de luto para la familia Guerra: culminó la Revolución dando lugar al nacimiento de una nueva constitución política, y falleció Pedro Guerra Jordán, fundador del emblemático Estudio de Fotografía Guerra.

Pedro Guerra Aguilar, hijo de Don Pedro y Doña Mercedes Aguilar Rosas, heredó el Estudio de Fotografía a la muerte de su padre. [i]Pedrito[/i], como le llamaban colegas y amigos, aprendió el oficio desde muy pequeño. Su padre, a diferencia del abuelo, anhelaba transmitirle el amor por la fotografía. Pedro Marcial Guerra y Castillo, padre de Guerra Jordán y Abogado de profesión (vocación heredada por uno de sus descendientes, el reconocido abogado José Castellanos Gual), deseaba que su hijo fuera profesionista, pero esto no sucedió. Guerra Jordán persiguió su sueño y lo realizó al abrir su estudio fotográfico, convirtiéndolo en uno de los más visitados y de mayor prestigio en la ciudad.

[b]Hombre visionario e innovador[/b]

El joven Pedro resultó un hombre visionario e innovador, instaló en el estudio una galería para tomar fotos de noche, así como un taller de imprenta y fotograbado. En 1916, desempeñando la labor de reportero gráfico, captó una de las imágenes más representativas del inicio del movimiento feminista en la ciudad: el Primer Congreso Feminista de Mérida, inaugurado por el General Salvador Alvarado en el teatro José Peón Contreras.

El estudio, ubicado en la calle 62 por 63 y 65 del centro, era visitado por la más diversa clientela: mestizas ataviadas con los mejores ternos y joyería de filigrana, damas de sociedad, profesionistas, deportistas, toreros, reinas y comparsas del carnaval, novios, familias, miembros de asociaciones, representantes de la iglesia, políticos, músicos, etc. El ambiente se adecuaba al gusto del cliente.

El día 19 de octubre, aniversario del estudio, se otorgaba un descuento del 50 por ciento a la persona que acudiera, ya sea a tomarse fotos o recogerlas así que muchos de los clientes esperaban a que llegara esta fecha para ir por ellas.

En los años 20 el oficio de la fotografía no era tan sencillo, cada estudio operaba independientemente y esta falta de unión complicaba la adquisición de material (enviado de la ciudad de México), provocando altos costos y complicando la actualización en técnicas de fotografía. Pedro y algunos colegas tuvieron la idea de crear una asociación que los representara ante las compañías proveedoras, y así, el 19 de octubre de 1927 nació la Asociación de Fotógrafos de Yucatán, mismo día en que el Estudio de Fotografía Guerra celebraba el 50 aniversario de su fundación. Pedro fue nombrado presidente gracias al buen nombre que se había forjado, y en poco tiempo la lista de agremiados se triplicó.

El historiador Humberto Gómez Rodríguez, hijo del fotógrafo Humberto Gómez Castillo, recuerda cómo su padre lo enviaba a comprar al estudio de Don Pedro Guerra: “La Fotografía Guerra era la mamá de los estudios en Mérida, eran los únicos que vendían las placas rígidas y el material químico antes de que la Kodak llegará a la ciudad. Las placas rígidas se engrapaban y ajustaban a la aparatosa cámara de madera que tenía un fuelle, todo se hacía manualmente”.

[b]Herencia[/b]

Pedro contrajo nupcias con María Guillermo Jiménez, y aunque el matrimonio no logró tener hijos, su sobrino José Castellanos Guerra -hijo de su media hermana María Guerra Ruiz- se convirtió en su “hijo adoptivo”, y empezó a trabajar en el estudio desde los 18 años, continuando la tradición de los Guerra. Muchos años más tarde, al retirarse José, cinco de sus seis hijos se hicieron cargo del negocio: José Antonio Tadeo, María Josefina, Luisa María, Gabriela y Petruxka.

Sus sobrinas nietas Maria Josefina, Marucha, y Luisa María, Icha, recuerdan al tío Pedro como un hombre paciente, bonachón y amante de la cocina yucateca: “le encantaba ir al mercado, él mismo acudía una vez por semana en calesa con su chofer y cocinera para elegir las mejores carnes”.

Marucha comenzó a trabajar en el estudio desde los 17 años: “Llegaban parejas de novios a tomarse las fotos de boda con sus elegantes trajes y cuando me veían preguntaban ¡¿esa niña nos va a tomar la foto?! Yo muy convencida contestaba que sí y al final la foto salía bien”.

La Imprenta Guerra se encargaba de imprimir los anuarios de las escuelas: Nueva Ariel, Academia Marden -que tuvo como alumno a Armando Manzanero- y el Colegio Montejo; también daba el servicio de impresión de chequeras a los bancos y durante años imprimió las etiquetas de la famosa Galletera Dondé.

Pedro Guerra Aguilar falleció el 11 de octubre de 1959, y cinco años después, la Fotografía Guerra cerró sus puertas.

Hoy en día, su acervo fotográfico es uno de los tres más importantes en el país y se encuentra resguardado desde 1977 en la Fototeca Pedro Guerra de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY.

Pedro Guerra Aguilar nos ha dejado un regalo invaluable con su fotografía al permitirnos conocer y revivir nuestro pasado, abrazarlo y amarlo, pues nadie puede amar su tierra si no conoce su historia.

*Abogada y amante de la historia.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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