Consecuencias de la fuerza política

Normando Medina Castro
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Jueves 28 de febrero, 2019

¿Es moral una intervención militar de países poderosos en la vida interna de cualquier otro país en posición de desventaja? ¿En verdad alguien medianamente informado puede creer que al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lo mueve su amor por la democracia y los derechos humanos para inmiscuir el poderío político, económico y militar de su nación en otras naciones?

La nación más poderosa del mundo, Estados Unidos, siempre han usado la política de la fuerza para imponer sus condiciones y alcanzar sus intereses, sin importarle jamás los derechos y el bienestar de los demás. Sin ningún pudor despojaron a nuestro país de más de la mitad de nuestro territorio y alentaron la codicia de nuestros gobernantes y una minoría enriquecida, para apropiarse del control de los recursos que nos dejaron.

Socavaron el nacionalismo y los verdaderos valores democráticos junto con todo lo que pudiera unirnos. Nuestra nación solo ha sido sometida y derrotada cuando ha estado dividida. No nos cansaremos de repetirlo, las puertas del intervencionismo extranjero y del sobajamiento de nuestro país se abren desde adentro. Fueron mexicanos los que ofrecieron el trono a Maximiliano.

Fueron mexicanos los que hicieron de la mentira, la corrupción y la impunidad la forma preponderante de actuar y entregaron la soberanía nacional a grandes y poderosas corporaciones junto con nuestros recursos naturales y ahora aplauden que el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, tenga que asumir los riesgos que implica enfrentar fuerzas que participan en la manipulación del rumbo de la economía neoliberal globalizada. Son mexicanos los que festejan cuando los poderosos del mundo, Black Rock por ejemplo, emiten alguna opinión o acción que provoque algún daño a la economía mexicana. Son mexicanos, una minoría atrincherada en medios de comunicación, en partidos políticos, en empresas que engordaron con el influyentismo y el contratismo, y algunos más que añoran que Trump ataque a López Obrador.

Esa fuerza de la inmensa mayoría de mexicanos que apoyan al presidente de la república ha sido ignorada y subestimada por los vende patrias que, no consideran su capacidad de defender los valores nacionales que les habían sido negados por la corrupción y la impunidad institucionalizada en los gobiernos anteriores. Ese pueblo mexicano más despierto que nunca, es capaz de todo. Ignorarlo es irracional y contraproducente.

La Constitución General de México en su artículo 89, fracción X, establece los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de controversias internacionales, igualdad jurídica de los estados, respeto, protección y promoción de los derechos humanos y de lucha por la paz y la seguridad internacionales.

El llamado del vicepresidente de EU, Mike Pence, a los gobiernos de México, Uruguay y otros países del Caribe a reconocer como presidente de Venezuela al autoproclamado Juan Guaidó con el apoyo de la nación de las barras y las estrellas, constituye una presión absurda, un acto burdo de prepotencia para obligar a todos a sumarse a sus intereses y avalar su codicia hacia los cuantiosos recursos venezolanos. La crisis la provocaron ellos, sin disculpar al impresentable Maduro, y ahora tienen un cerco militar contra Venezuela. La postura diplomática de México es honorable y congruente con nuestra carta magna. Es vergonzoso que algunos mexicanos acostumbrados a la incongruencia, a la mentira y a quitarle valor y contenido a las palabras exijan que López Obrador ignore nuestra constitución y asuma la posición sumisa de obedecer todos los mandatos norteamericanos, en lugar de cerrar filas y fortalecer la unidad nacional en torno a nuestra soberanía. Como el llamado del cineasta Spike Lee a los norteamericanos sobre la posible reeleción de Trump, “que todos estemos en el lado correcto de la historia y hagamos la elección moral entre el amor y el odio”.

Más allá de interpretaciones y justificaciones con los recursos de los que se dispone, los gritos y abucheos al gobernador Carlos Joaquín, cuando tomó la palabra en la ceremonia del Día de la Bandera Nacional en Chetumal, encabezada por López Obrador, debían considerarse como luces amarillas de alerta. La solución no es mediática. Es a todas luces política. La credibilidad no se gana inundando las redes con sesudas versiones que sólo terminan por enardecer más los ánimos. Los abucheos injustificados a cualquier gobernante apreciado por su pueblo, siempre recibirá un rechazo inmediato de los asistentes. Por muy orquestada que sea, una acción de esa naturaleza sólo tiene eco en la aceptación de los demás. Eso debe analizarse con honestidad y prescindiendo de la atrabilis. La otra cara de la moneda, en la que la verdad importa poco, también debe ser analizada, porque al final de cuentas dejaron solo al gobernador a merced de las consecuencias de una guerra mediática que sus mismos operadores sostienen en contra de enemigos reales e imaginarios.

Esos mismos operadores que diseñaron un gobierno estatal que deprecia las formas, y el fondo también, se dejan llevar por su arrogancia que los hace creer superiores a la gente a la que ven con desdén, desde su perspectiva foránea y la visión hendricksista, enquistada junto con los repobladores de Chetumal traídos por los ex gobernadores González y Borge. Ahora la estrategia del gobierno no es erradicar la politiquería y la incongruencia, sino tener candidatos en todos los partidos para el control del Congreso que se renovará el 2 de junio próximo. Seguirá Eduardo Martínez Arcila y se incrustará Cristina Torres. Sus aliados y colaboradores permanecen incólumes con sus sesudas estrategias. Nada cambia, aunque la gente manifiesta su inconformidad, aunque el poder judicial federal emita un mandato, aunque representan muy poco o nada, allí siguen con su prepotencia, su falta de sentido común y de respeto a sus gobernados derrochando el capital político de su jefe. En fin son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño estado.

¡Hasta la próxima!

[b][email protected][/b]