Señales que motivan, otras que preocupan

Otto Von Bertrab
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Miércoles 20 de febrero, 2019

Los anuncios de programas de gobierno a favor de los más necesitados han venido a caer como una especie de bendición en un país donde hay más de cincuenta millones de pobres. Lo que se plantea es ocupar a la gente en la educación y el trabajo, una apuesta noble que intenta sacar de la pobreza a millones que han permanecido en el margen de la prosperidad económica. El reto más grande no será mantener los fondos para financiar los programas sino lograr que las personas que reciben estos apoyos puedan salir adelante mediante la productividad. Para ello será importante la capacitación técnica y el reforzamiento cultural.

Lo bueno es que mucha gente, en especial la más pobre, está motivada y atendida; al fin ve una luz al final del túnel. Entre el apoyo a los adultos mayores, los programas de Sembrando vida, los precios de garantía, la beca para jóvenes sin trabajo y para aquellos que estudian, todo esto puede llevar a activar económicamente a una familia que probablemente ayer carecía de medios. Es alentador saber que millones de mexicanos serán beneficiados y que tendrán la oportunidad de salir de la pobreza e integrarse con dignidad a la vida económica activa.

En contraparte el gobierno tiene el compromiso de eliminar la corrupción en todas sus formas y con ello se espera garantizar la financiación a los programas sociales. El costo de la corrupción es altísimo, no solo en la inversión y el gasto de público, la corrupción nos cuesta a todos y en particular a los que nos queremos ganar la vida con honestidad. Para abrir un negocio por ejemplo hay que luchar contra una burocracia que pareciera haber sido diseñada para poner trabas y dificultar trámites, es tan complicado que se orilla al emprendedor a tener que acceder a una voluntaria aportación. Así ocurre en todos los estados y municipios a todo lo largo y ancho del país. Los inspectores y auditores públicos han tendido redes de corrupción que inmovilizan la inversión y provocan costos altísimos que en demasiados casos no son sostenibles y que llevan a muchas empresas al fracaso.

Yo depositaré mi confianza en este intento por acabar de raíz con la corrupción, pero para lograrlo me parece que tendrán que purgar el aparato administrativo completo, tendrá que hacerse una revisión de los trámites, inspecciones y ventanillas, las múltiples oportunidades que tienen los servidores públicos para encajar el diente y desangrar al ciudadano. Lo que buscamos es convertirnos en un país productivo, donde existan condiciones propicias para el trabajo, la producción y el comercio, donde la ley nos proteja de los delincuentes, no solo de los que portan armas sino también de aquellos que portan placas y se identifican con las siglas de alguna institución del Estado.

Me preocupa no ver a nadie acusado o preso por corrupción, hay muchas denuncias públicas y demasiados casos conocidos, pero no hay detenidos. Sería la única manera de sentar el ejemplo y disuadir a los que están asumiendo cargos públicos a no caer en las mismas prácticas.

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