Celebrando el día de la Constitución

José Luis Domínguez Castro
Foto: www.constitucion1917.gob.mx
La Jornada Maya

Jueves 7 de febrero, 2019

“Duermo pesadamente en humilde catre de campaña… De pronto me alzo presuroso presintiendo algo en mi cuarto… Es, en efecto, mi huésped y amigo el Gral. Lázaro Cárdenas que llega. Prende la luz y sale nuevamente… lo interrogo, pero sale violento para volver con una inundación de personajes y música que atruena la estancia y un entusiasmo en todos que me aplasta… Cien abrazos caen sobre mi azoramiento, gritos y vivas, Himno Nacional y la apoteosis: me dicen palabras de respeto que me conmueven (… ) el licenciado Emilio Portes Gil, gobernador de Tamaulipas, Lázaro Cárdenas,(…), Alberto Zuno Hernández (…) muchos coroneles, oficiales, abogados, médicos, comerciantes(…) todos amigos, llenaron mi corazón de dulce gozo de ser comprendido. Celebraban ellos el aniversario glorioso de la Constitución del ´17 y recordaron que el presidente de la Comisión de Constitución del Constituyente de Querétaro estaba oscuramente aquí, en mi lecho de campaña, ajeno a los recuerdos, dormido como materia, y vinieron a llenar mi despertar de una lírica gloria… Volví a pensar de nuevo en esos años juveniles que supieron de mis luchas armadas y de las horas divinas que sufrí con el pueblo el azote tiránico de una oligarquía y la brutal ofensa de la represión del pensamiento libre… Febrero 8 de 1927.“

[i](Francisco J. Múgica: Estos mis apuntes; CONACULTA. 1997: p.115)[/i]

Así recordaba un General de la Revolución, protagonista de la Constitución del ´17, el gozo y la alegría con la que se conmemoraba y alegraban cada año en torno a tan importante documento que le da estructura política a nuestra nación y a la vez, nos ofrece identidad a los mexicanos.

Hace dos años, al cumplirse los 100 años de su promulgación, poco se hizo para celebrar tan trascendental efeméride, y en cambio, sabemos que los últimos gobiernos, al mover en el calendario los días festivos por razones meramente administrativas y comerciales, han contribuido enormemente a borrar de nuestra conciencia colectiva, o al menos a diluir, la importancia que tienen estas celebraciones nacionales. Esperamos que el gobierno de la Cuarta Transformación haga algo para reparar tan lamentable omisión.

Al leer la narración con la que abrimos esta reflexión, y contrastarla con la estupidez que refleja el confuso comentario de uno de nuestros “locutores-estrella” de la televisión comercial, al que lo mismo da la promulgación de nuestra Carta Magna, que el recordatorio de la batalla de Puebla, con cuya fecha se confundió, no podemos menos que denostarlo, aunque lleve el apellido del gran historiador del liberalismo mexicano.

Recordar cada año este aniversario de nuestra Constitución, como también festejar el insólito triunfo del general Ignacio Zaragoza en Puebla, dentro de tres meses no tiene porqué confundirse, ni mucho menos restársele importancia. Para mí, al menos, nunca ha habido ni podrá haber confusión ya que en la primera fecha celebro el aniversario del nacimiento de mi madre, mientras que el cinco de mayo evoco con devoción filial la memoria de mi padre, también en el día de su cumpleaños. Sin embargo, más allá de esta personal coincidencia, hemos de celebrar desde este año que, al restablecerse la materia de Civismo en los programas oficiales de las escuelas, se vuelva a abonar en el fomento de las festividades nacionales.

Constituir, dicen los teóricos en la materia, es sumar las distintas fuerzas reales de poder y los diversos factores que lo integran. Con o sin adendas, es ésta la finalidad de cualquier constitución moderna en las democracias. Por eso, con profundo respeto, hemos de recordar y repasar una y otra vez cuáles son esas normas y principios que representan a las distintas fuerzas de poder y que conforman el andamiaje legal que fundamenta la vida pública nacional, a fin de cumplirlas y hacerlas cumplir, tal y como reza la promesa que realiza todo funcionario público el día en el que inicia su función.

Como ciudadanos, sobre todo en estos tiempos de coparticipación ampliada, hemos de ser, con la misma solemnidad y devoción cívica, celosos vigilantes de su estricto cumplimento. Pero para ello, es elemental obligación para cada uno de nosotros, el estar informados día con día de los cambios, adendas y derogaciones, con las que nuestra legislación va adaptando sus principios y valores, a las cambiantes circunstancias de nuestro entorno social, siempre bajo el espíritu de mejorar nuestra frágil e imperfecta democracia.

Celebremos con profunda alegría cívica el día o la semana de la Constitución, como se celebra cada año en las religiones de occidente la pascua florida, o como la tradición vernácula nos invita cada año a gozar durante las carnestolendas, aunque sus fechas sean cambiantes. De esta manera, avanzaremos en la reconstrucción de la vida nacional bajo el lema “Forjando Patria” que propusiera el filósofo mexicano Manuel Gamio quien, por cierto, se esmeró en su momento en propiciar en las escuelas, difundiendo entre los maestros los valores y principios encerrados en la Constitución Mexicana.

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