Situación actual de la promoción cultural

Óscar Muñoz
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Jueves 24 de enero, 2019

Si bien la promoción cultural se relaciona con las artes, esto ha sido por ser un lugar común. De acuerdo con otras visiones, la promoción cultural debe concebirse como un conjunto de oficios que vaya más allá de las bellas artes. Esto se debe a que el concepto de cultura no podría ser reducido a las artes, sino que implica otros asuntos relacionados con la antropología social, la sociología, el humanismo y otros.

Por ello, la historia de la promoción cultural está ubicada entre aquella que la presenta con su enfoque tradicional dirigido exclusivamente hacia las artes, y la que la concibe con un enfoque más amplio e incluye formas de vida del individuo y la sociedad a la que pertenece. En este sentido, el concepto de cultura implica aspectos científicos, tecnológicos, sociológicos, antropológicos, filosóficos y, claro, artísticos.

Si el concepto tradicional de cultura es sustituido por el segundo señalado, habría que construir una significación de promoción acorde con la segunda idea de cultura. Estrictamente, la promoción cultural es un tipo de ingeniería social. La promoción cultural es un hecho de comunicación social en el que participan componentes propios de los sistemas de información y de comunicación social.

Por otro lado, la promoción cultural desarrolla actividades asociadas a las artes y a las culturas populares. Para algunos, esta dicotomía surge a partir de la idea de la creación en dos estratos sociales disímbolos: las personas pudientes que tienen la fortuna de crear sin preocuparse por sobrevivir, y las que crean sin proponerse como artistas que elaboran obras para los mercados.

[b]Arte subsidiado por el Estado[/b]

Hay que destacar que las artes han permanecido siempre subsidiadas por el Estado para asegurar el bienestar espiritual de la Nación, pero también que la cultura popular refleja una configuración de la vida social que requiere de subsidios para sobrevivir.

En este doble escenario, al parecer, la cultura está fuera de la vida social común, en los polos de esta dicotomía: lo extraordinario ante lo precario. En este plano, lo cultural tiene la marca del lujo, es decir, aquello que aparece cuando lo necesario ha sido satisfecho. De ahí que el Estado esté enfocado sólo en asuntos de orden político, económico, laboral, por lo que la cultura no forma parte sustantiva de la agenda política del régimen sino como un capítulo menor, del que es posible prescindir en cualquier momento.

Si la cultura es un lujo, no necesitaría ponerse en los proyectos políticos sustantivos, en el programa fundamental del Estado. Luego entonces, el significado de la vida social queda legislado en favor de la política económica, sin que aparezca la cultura como un asunto importante y menos como algo básico. De aquí que la promoción cultural se ha transformado en un asunto emergente que debe ser reconocida como herramienta irremplazable para favorecer la relación activa entre la población y la cultura.

Ante esta necesaria transformación, es de esperar que la promoción cultural incremente la participación de la sociedad en la vida cultural de la comunidad a la que pertenece. Y ello a través del acceso a la creación y el disfrute de las obras, así como del consumo de bienes culturales. Junto con ello, la promoción cultural tendrá nuevas funciones que cumplir, como la de realizar acciones sistemáticas que favorezcan la toma de conciencia de los individuos y la sociedad en la vida cultural.

Es posible reafirmar la conciencia histórica de los pueblos y, consecuentemente, fortalecer la autoafirmación cultural de los ciudadanos, así como el intercambio cultural entre los pueblos. Sólo así, el sentido de pertenencia de los individuos a su sociedad y a la nación que conforman será consolidado. Y todo ello, mediante acciones sustantivas que integren el programa estatal del sistema cultural de Yucatán, junto con iniciativas de ley que pongan a lo cultural en el mismo rango de importancia de la economía, por ejemplo, y establezcan un nuevo concepto de cultura en las instituciones del ramo. Al parecer, la federación ya había dado el primer paso: dejó de ser una institución de la Cultura y las Artes, para denominarla de Cultura.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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