El sargazo, ¿nuestro problema?

Otto Von Bertrab
Foto: Juan Manuel Valdivia
La Jornada Maya

Lunes 7 de enero, 2019

A partir del primer día del año, los que vivimos en la Riviera Maya y Cancún amanecimos con nuestras playas nuevamente llenas de sargazo. En pleno inicio de la temporada alta nos llega esta alga desgraciada que invade nuestras playas y mancha las arenas blancas del Caribe; cuando llega en demasía y se acumula, comienza a descomponerse y a provocar un olor que todos conocemos y que nos gustaría evitar.

Quisiéramos negar el tema completo del sargazo como si se tratara de una simple pesadilla de la cual despertaremos por la mañana. De hecho en otros años este fenómeno se ha prolongado por meses y de pronto un día se va, como por arte de magia. Pero durante el arribo masivo los hoteleros y concesionarios de frente de playa se ponen a trabajar en quitar el alga, en muchos casos la sociedad civil se ha organizado para ayudar pero lo que se ha demostrado es que el esfuerzo nunca parece ser suficiente.

Las autoridades de todos los niveles de gobierno se reúnen en estado de emergencia y solicitan más recursos para la interminable tarea de recoger día tras día las toneladas del alga maldita que vuelve una y otro vez, constantemente convirtiendo a nuestro paraíso en un especie de purgatorio.

Los turistas que compraron sus vacaciones motivados por una foto de playas de arenas blancas se decepcionan y en vez de pasar sus vacaciones en la playa tienen que ir tierra adentro. Incluso los más conocedores viajan a las islas o a la costa Norte donde por temporada el fenómeno es menos abundante. ¿Cuál será el grado de tolerancia del visitante? ¿Hasta cuándo soportará el mercado la decepción de sentirse engañado? El peor enemigo de un destino es la mala reputación, o la no recomendación. El año pasado el sargazo estiró la liga de tolerancia hasta un nivel de estrés preocupante, pero tuvimos suerte cuando de un día para otro una tormenta tropical se lo llevó.

El hecho es que el problema es serio y en gran medida fuera de control de una nación. El sargazo es un fenómeno global que se presume se ha generado por la gran cantidad de nutrientes que el mar recibe debido a la deforestación, a las descargas de aguas residuales, al uso de fertilizantes, al sensible calentamiento del mar, etcétera. A fin de cuentas, la conclusión es que ni siquiera los expertos saben a ciencia cierta las razones puntuales y no pueden proporcionar soluciones específicas.

Para un problema global lo que no podemos es dejar de actuar de forma local, por un lado está la emergencia de retirar o evitar que llegue el sargazo a la playa. Se han colocado barreras retenedoras del alga en el mar, se han comprado barcazas mecánicas recolectoras del alga como se hace en otros países con el mismo problema, esto hay que hacerlo. La labor de recolectar el alga de la playa tiene que continuar, no hay de otra, es un esfuerzo monumental que tiene que mantenerse mientras siga la contingencia. Es tan grande este trabajo que no basta el esfuerzo de los concesionarios. Luego está el tema de dónde depositar el alga que se recogió, primero se habló de enterrarla, luego se permitió usarla como relleno en los bancos de material agotados, también se habló de plantas de tratamiento para el re-uso de este material, es más hace algunos meses se hablaba del desarrollo de plantas recicladas de sargazo.

Estamos nuevamente en contingencia, el sargazo es cosa seria y no podemos solamente esperar a que se vaya. También tenemos que atacar el origen del problema de manera personal: cuidar el medio ambiente, los causas que han ayudado a la proliferación del alga las estamos generando también de manera local; ser más estrictos; detener la deforestación, bajar el consumo de combustible, dejar de generar tanta basura. Cada uno tiene que hacer su parte para que el problema se comience a resolver. Los problemas globales son problemas de todos y las soluciones comienzan actuando de manera local, incluso de manera personal.

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