Los Venados en octavos

Fabrizio León Diez
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Viernes 17 de noviembre, 2017

En los vestidores, como en los camerinos, camina el alma de las vidas, que en cuerpo de los jugadores y actores, la victoria y derrota florecen y se apagan, como cuando dormimos y despertamos sin saber si el sueño fue fantasía o realidad.

Es en un partido de futbol donde se alinean los chakras sociales y se pagan las facturas de los gobiernos con aplausos o insultos. En 90 minutos sucede, como en la gloria y el infierno, una tragedia y orgasmo.

“Ya pasó, ya pasó. Tenemos 90 minutos más para ganar. No quiero que bajen la cabeza. Vamos con todo”, alentó Bruno Marioni con su tono carrasposo a los jugadores que formaron la oncena de Los Venados de Yucatán, quienes en el partido de ida contra Los Indios de Ciudad Juárez fueron derrotados por dos goles, durante el juego de ida en octavos de final. En el vestidor se enjuagan el sudor y abrazados sudan el coraje, que ahora les exige volcar en orgullo y vencer en la siguiente batalla.

¿Cuánto cuesta el ánimo? ¿Qué no han gastado los dueños de los equipos, los gobiernos al subsidiar, en los profesionales de futbol, los campeonatos y en la televisión, con tal de mantener el ánimo que da el sentido de pertenencia del equipo local?

Esta ecuación es de la menos cuestionada para su resolución porque es redituable, siempre y cuando las dos partes cumplan; para la privada, es cuestión de negocios; para el gobierno, es una inversión social del dinero que pagan los aficionados que no son pocos. Y, ahora en el 2018, votarán según el ánimo futbolero en que estén, el cual depende del humor con que se amanece, luego de haber visto el resultado del partido de ayer.

Recuerdo la sonrisa trabada del presidente Miguel de la Madrid cuando, desde el palco central, recibió de pie la mayor silbatina y mentada de madre masiva que la población mexicana haya propinado a un mandatario en forma por demás espontánea. No obstante, por las gestiones de ese gobierno fue que obtuvimos la sede para que el mundial de 1986 nos tocara de lleno a una generación, que ahora estamos cruzando el medio campo y nos enfilamos al área chica.

Fue tan fuerte y certero el silbido de las voces que hasta la fecha resuena en todos los asesores un subconsciente impulso de alarma, cuando los presidentes y gobernadores quieren presentarse de manera pública en un partido del equipo local.

Desde esa fecha en México no hay termómetro mejor que se haya creado para medir a una figura pública.

Tal vez Italia es la región donde más tragedias se han creado. Sus habitantes han pasado por momentos tremendos de miedo y decepción, como lo fue el fascismo de su gobierno en los años de la Segunda Guerra Mundial, la explosión del volcán que sepultó a Pompeya, hace siglos, y que su selección de futbol quedara fuera del mundial, hace unos días.

El futbol es el mayor entretenimiento del mundo. Un sistema de economía complejo que depende de un azar y éste del ánimo de un equipo de guerreros y la voz de un entrenador, que en el vestidor, en forma de oración, epílogo y prefacio, inyecta en la adrenalina, más vitamina.

El doble reto que tienen los Venados de Yucatán el día de mañana no es menor. Es el juego más importante de la temporada y ahí tendrán que aplicar toda su inteligencia, concentración, más coordinación y el tino que da la disciplina, para vencer.

Ganar en cancha ajena y con el marcador en contra por dos goles, sólo se logra con la paciencia de la planeación y la contundencia del gol. Para eso se necesita tener el hambre que da el éxito y la certidumbre que da el respaldo del ánimo de los seguidores que resisten, con tal de ver en otros la heroicidad que no tenemos en el día a día.

Si ganan Los Venados, ¿gana Yucatán?

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