Políticamente incorrectas

Joana Maldonado
Foto tomada de Facebook
La Jornada Maya

Lunes 13 de noviembre, 2017

Mientras la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en Quintana Roo, exigía a la edil panista de Cozumel, Perla Tun Pech, disculpas e incluso su renuncia, luego de que se difundió un audio en el que queda claro el trato déspota y soberbio en contra del regidor del PRI, José Luis Chacón, a quien le gritaba “¡Lárgate!”, una de las diputadas federales del tricolor, Arlet Mólgora Glover, vociferaba a todo pulmón “¡Eeeeh puto!” a su homólogo de Morena, Ariel Juárez Rodríguez, en pleno recinto legislativo, durante la sesión en la que se discutía el presupuesto de egresos de la Federación.

Si bien son contextos distintos, ni una ni otra servidora pública pueden justificar su comportamiento y es condenable desde cualquier perspectiva (aún si las acciones fueran ejercidas por hombres), porque es precisamente lo que los votantes no esperamos de nuestros políticos pero ha sido lo que lastimosamente ofrecen consistentemente.

El colmo en el caso de la diputada del PRI, ex aspirante a la presidencia municipal de Othón P. Blanco, es que no sólo gritaba con orgullo la expresión que ha sido considerada homofóbica por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), sino que luego, ante los reclamos en redes sociales lo negó escudándose en que su coordinador, César Camacho era agredido.

“Uno se disculpa cuando comete un injusticia; así como lo hizo el diputado de Morena al agredir a nuestro coordinador, nosotros jamás gritamos esa palabra; sí tenemos educación, solicita los audios”, respondió la legisladora priísta a una usuaria de las redes sociales, quien le expresó su molestia.

Primero, la diputada si dijo “eeeh puto” con todas sus letras, porque así lo hemos corroborado en cada video en el que ella, junto con otro grupo de diputadas priístas autollamadas “defensoras del coordinador” aparecen, incluida la diputada cozumeleña Sara Latife Ruiz de Chávez, quien por casualidad o estrategia da la espalda al momento del grito, y segunda, no lo hizo una vez, sino dos.

Lo que el diputado de Morena decía en tribuna, era que “el corrupto de César Camacho Quiroz, reconoce que hay diez mil millones de pesos de fondo inexistente para poderles comprar la consciencia, para poderles pagar sus campañas políticas”.

Alguien debería decirle que los quintanarroenses que votaron por ella, no lo hicieron para que César Camacho tuviera una defensora más, sino para que representara los intereses de los ciudadanos. Deberían hacerle saber, que la ofensa no solo se dirigió al diputado Ariel Juárez, sino que hay un antecedente importante con relación a la frase que la Conapred estableció como una expresión de desprecio y rechazo, un estigma y minusvaloración que refleja la homofobia, el machismo y la misoginia que privan aún en nuestra sociedad. ¿Habría que recordarle que ella es una mujer?

La diputada priísta no sólo le gritó a un diputado que hablaba en tribuna, sino que mostró públicamente cómo arregla los asuntos en los que no está de acuerdo: ofendiendo a un sector completo de la sociedad que día a día lucha porque sus derechos se reconozcan. Es inadmisible que estemos frente a este panorama poco alentador. Ya veremos su reflejo en el 2018.