Morir en el paraíso

Jesús Hernández Martínez
Foto: Reuters
La Jornada Maya

Martes 24 de octubre, 2017

Los números son fríos, secos, escuetos, y como tales no reflejan gran cosa del sentir humano pero, cuando nos enteramos que en lo que va de este año -hasta la semana pasada- se habían registrado 157 homicidios en Cancún y 49 en Playa del Carmen, entonces esos números cobran vida, adoptan la función emotiva, provocan escalofríos, miedo, temor, desasosiego, y hasta terror en cuanto que espantan a todos o la mayoría de los quintanarroenses y no pocos visitantes.

No quisiéramos anticiparlo, deseamos ser más optimistas pero, para cuando se publique esta colaboración el número de víctimas mortales por homicidio habría aumentado. Los quintanarroenses bien nacidos ya no quisiéramos abrir los periódicos y enterarnos de un nuevo crimen o varios más, pero tampoco podemos cerrar los ojos ante la innegable realidad.

Para las autoridades, el fenómeno significa un foco rojo en ambos centros de alto atractivo turístico, pero las estrategias para revertirlo no han dado los resultados esperados.

En beneficio de quienes cuando rindieron protesta como nuevas autoridades prometieron cuidar de la seguridad de la población, debemos reconocer que los tres niveles de gobierno han puesto todo lo que está de su parte para disminuir los cada vez más frecuentes homicidios; uno cada dos días en promedio, pero las “estrategias” no han sido las adecuadas.

Los datos, insistimos, en lo que va de este año, 157 homicidios en Cancún y 49 en Playa del Carmen, el centro de la Riviera maya y dos de los lugares más hermosos del mundo, son de la semana pasada; no quisiéramos ni de casualidad que el conteo creciera, pero bien pudiera aumentar cayendo más víctimas de las agrupaciones de narcotraficantes y el crimen organizado.

Un consuelo de Perogrullo, muy socorrido por algunos, es que se trata de “casos aislados”, “enfrentamientos entre delincuentes que se disputan la plaza para distribuir drogas, sin afectar a las familias locales”.

En realidad, de acuerdo con los mismos informes oficiales, en varios casos las víctimas han sido personas ajenas a la delincuencia y sin enemigos aparentes. Son las víctimas inocentes o circunstanciales, como los registran las estadísticas.

No es secreto que, por su importancia en cuanto una “muy buena plaza” dado su alto número de visitantes, Quintana Roo sea una de las regiones del país más disputadas por las agrupaciones del narcotráfico, para las que los homicidios son el pan de cada día para eliminar a “la competencia”; el problema es que incide en la población local y crea una mala imagen de la región en el extranjero.

El problema tiende a ser grave, tanto que en varios países ya se alerta a la población a que extreme sus cuidados al viajar para conocer los inigualables atractivos naturales de Cancún y la Riviera Maya.

Se ha escrito mucho sobre este problema, se han ofrecido una y mil formas de evitar hasta donde sea posible los homicidios. A nadie beneficia que se multipliquen. Algo más radical deben hacer las autoridades y hacerlo antes de que este paraíso quede en manos del crimen organizado.

[i]Chetumal, Quintana Roo[/i]