El desastre de las costureras de Chimalpopoca y Bolívar

Mario Trujillo Bolio
Foto: Alfredo Domínguez
La Jornada Maya

Jueves 5 de octubre, 2017

La tragedia de las costureras de la fábrica textil de Chimalpopoca y Bolívar, en donde perdieran la vida cincuenta trabajadoras en el pasado terremoto del 19 de septiembre de 2017, repite la historia que padecieron cientos de mujeres trabajadoras en septiembre de 1985 y que murieron bajo los escombros en el corredor fabril de San Antonio Abad. Por cierto, ambos sitios fabriles están ubicados en el propio entorno de la capitalina colonia Obrera.

Desgraciadamente hay un símil en estas dos tragedias que tiene que ver con la permanente sobreexplotación laboral, con la frágil construcción de los centros fabriles y el involucramiento entre patones y autoridades laborales para imponer el trabajo infrahumano que mujeres han padecido en los centros fabriles del centro de la Ciudad de México.

En el frágil edificio de cuatro pisos ubicado en Bolívar, que se desplomó en segundos, cohabitaban distintas empresas: Dashcam System México, S. A. de S.V. (compañía que producía refacciones de autos), SEO Young Internacional (del empresario coreano Esteban Choo), Asia Jenny Importaciones, New Fashion (la que concentraba un centenar de trabajadoras que maquilaban vestidos para mujer y cuyo propietario era Jaime Azquenazi, de la comunidad judía), y SEO Yung Internacional (empresa de bisutería para vestidos que se encontraba en un tercer piso).

En ambos casos se repite que las fábricas llegaron a desplomarse porque sus estructuras de construcción techos, paredes y vigas, no eran resistentes para soportar las pesadas máquinas de coser y tenerse un pequeño espacio con grandes cantidades de costureras amontonadas. Igualmente, lo que se replica en estos dos casos es que los patrones y autoridades laborales, cuando aparecen los desastres en las fábricas textiles, buscan solamente rescatar las telas y vestidos, ocultar las nóminas de las operarias, y esconder si realmente hubo los permisos de construcción y el ocultamiento de los contratos colectivos de trabajo.

Quizás, la única diferencia de la colapsada fábrica de Chimalpopoca y Bolívar frente a las fábricas de Antonio Abad, sería que la que se derrumbó en 2017 quedaron en los escombros una gran cantidad de costureras indocumentadas asiáticas y centromericanas que, al parecer, se les tenía laborando clandestinamente. Sin embargo, lo que se vuelve a repetir en Chimalpopoca y San Antonio Abad es que volvió aflorar la protesta social.

En septiembre de 1985, llegó la denuncia de las infrahumanas condiciones de trabajo de las costureras e, inclusive, a la formación de un sindicato y la contratación colectiva. En septiembre de 2017, la movilización social la iniciaron los rescatistas enfrentándose con la fuerza pública para frenar la entrada de los bulldozers que querían quitar escombros cuando aún no se tenía la certeza de cuántas personas permanecían atrapadas. Lo mismo puede decirse de lo que fue la activa [i]Brigada rebelde feminista[/i], que se opuso a que se abandonara la zona de desastre mientras no se tuviese el balance de trabajadoras rescatadas y fallecidas. A todo esto, vale traer a cuenta una de las pintas que quedaron en los escombros de la fábrica textil: ¡La vida de una costurera vale más que una máquina!

*Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)

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