PRD: la izquierda zurda

Normando Medina Castro
Foto tomada de Twitter
La Jornada Maya

Jueves 7 de septiembre, 2017

En el país del sospechosismo y en tiempos de las redes sociales, parece inapropiada la prisa con que los dirigentes nacionales del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya; de la Revolución Democrática (PRD), Alejandra Bardales y del Movimiento Ciudadano (MC), el enigmático Dante Delgado presentaron una “carta de intención” para ir en alianza en las elecciones del 2018 en que se disputará la Presidencia de la República, senadurías y diputaciones federales, así como numerosos cargos estatales y municipales.

El martes 5 de este mes fueron recibidos con gran solemnidad por los jerarcas del Instituto Nacional Electoral (INE), encabezados por su cuestionado presidente Lorenzo Córdova. Es evidente que los dirigentes de los partidos políticos que acudieron al INE saben que el calendario electoral no permite el registro de ninguna alianza todavía. No son los tiempos, por eso llevaron una “carta de intención” firmada por los tres: Anaya, Barrales y Delgado.

La prisa quizá tiene explicación en que la actual dirigencia nacional del PRD concluye su período estatutario el próximo 6 de octubre. Si es un acuerdo de partidos y no de dirigencias ¿entonces, por qué la prisa? Si son acuerdos avalados por la militancia de los tres partidos políticos PAN, PRD y MC ¿qué necesidad de “amarrar” con un documento prematuro una acción democrática? Llama la atención que entre los pocos invitados al “convite democrático” en el INE estuvo Rafael Moreno Valle.

Al interior del PAN y del PRD existe una profunda crisis, así como una cadena de enfrentamientos por la disputa del poder en la que se han suscitado hechos dignos del registro de Ripley, como la designación del panista calderonista Ernesto Cordero para presidir el senado a propuesta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y con el aplastante voto de priístas y comparsas verde ecologistas, y la oposición de la mayoría de los panistas. Ernesto Cordero preside la cámara alta en el período crucial para el gobierno del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, porque habrá de elegirse al fiscal anticorrupción para los próximos nueve años. Sobra decir que será el encargado de fiscalizar y revisar las cuentas del actual gobierno que se ha caracterizado por estruendosos escándalos de corrupción y que con un fiscal anticorrupción afín a sus intereses garantizarán impunidad.

La desbandada al interior del PRD no es un asunto menor, sobre todo cuando los excluídos son políticos con gran trayectoria, algunos de los cuales incluso fueron fundadores del partido hace alrededor de 28 años. Muy desafortunada la actuación de la dirigente nacional perredista, la aeromoza, y actual senadora, Alejandra Barrales que, lejos de conciliar, esgrimió la espada de Damocles y en la pasada reunión del Consejo Nacional de su partido expresó “los que se quieran ir del partido que se vayan de prisa”.

En esa reunión del Consejo Nacional del PRD aprobaron la alianza con la derecha, representada por el PAN. Arropada por el gobernador perredista de Michoacán, Silvano Aureoles, el mismo que da protección a la pareja del ex gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, la ex diputada federal del Verde Ecologista de México (PVEM) Gabriela Medrano. Entre los opositores perredistas de la actual dirigencia que fenece, Pablo Gómez en una dura carta que publican varios medios nacionales los fustiga y los llama “tránsfugas de la izquierda” y deja claro que es ilegal que el Consejo Nacional perredista acuerde una alianza con la derecha cuando el máximo órgano del PRD, el Congreso Nacional, en su última sesión acordó la alianza del PRD con las izquierdas.

La ambición de poder sin ética carece de sentido común, de respeto a las leyes y a intereses verdaderos del pueblo. Nuestra nación ha sido saqueada de manera inmisericorde en los últimos siete sexenios, aunque el actual destaca de manera especial. El pueblo soberano nunca ha gobernado. Como dijera el Nobel de Literatura José Saramago, “las mayorías nunca gobiernan” porque en los hechos las mayorías, de casi la totalidad de los países, son pobres y personas en extrema pobreza, cuyos intereses jamás prevalecen. Justicia social, combate y cero tolerancia a la corrupción, respeto sin discrecionalidad a la ley y una mejor distribución de la riqueza urgen a este extraordinario país nuestro que, lastimado por sus propios hijos, ya está a punto de colapsar.

En el estado de Quintana Roo los partidos políticos también sufren divisionismos y escisiones en plena efervescencia rumbo a la definición de candidatos a los cargos federales y municipales de elección popular que se disputarán en el 2018. El dirigente estatal del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), José Luis Pech Várguez no las tiene todas consigo. Muchos de quienes se han sumado a la causa morenista arrastran un pasado cuestionable que ha provocado el repudio y las protestas de los “puristas” que se sienten desplazados o con un riesgo mayor de perder su rebanada de pastel. Se requiere de mucho talento y sensibilidad política para evitar enfrentamientos y choques desgastantes de personas con distinto grado de formación ética y política. La tendencia maniquea de dividir en buenos y malos es simplista y falsa. La visión platónica de que las decisiones debieran ser tomadas por los “mejores seres humanos”, los mejor preparados ética, académica y políticamente, con los intereses creados cada vez está más alejada de la realidad.

En el municipio de Othón P. Blanco, cuya cabecera es la capital de Quintana Roo, Chetumal, los partidos políticos registran mucha actividad de sus militantes que levantan la mano para contender por la presidencia municipal. Si las dirigencias no manejan la situación con cuidado pueden complicar sus posibilidades de triunfo. En el PAN hasta el momento se mencionan a los diputados locales Mayuli Martínez y Fernando Zelaya. En el alicaído PRI, a María Hadad Castillo y Luis Alamilla. En el PRD a Jaqueline Estrada y Roger Peraza, y en Morena a Luis Protonotario y a Manuel Aguilar. Más los que se acumulen.

¡Hasta la próxima!