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Valentina Álvarez Borges
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Martes 29 de agosto, 2017

Cuando entré a la carrera de comunicación no tenía mucha claridad respecto a mis posibilidades laborales y entendía que si me iba a dedicar a la fotografía o al cine tendría que luchar por ello. Hoy no vivo de lo uno, ni de lo otro, pero comunicóloga sí soy. A mis veintiséis años me encuentro por primera vez atravesando una crisis profesional. Tengo como marco referencial diversas crisis de otras índoles, pero ninguna que se pueda colocar dentro de esta categoría particular. Tras pocos años de trabajar como profesionista he descubierto una forma más de las tantas maneras en las que se puede romper un corazón. Me encuentro cerrando un proyecto de un año que, a pesar de las diversas dificultades, me ha dejado más aprendizajes que ninguna escuela. Por ello, y debido a los constantes problemas que se presentaron, es que hoy en día soy una comunicóloga mejor preparada y con más experiencia que la que era un año atrás y eso me llena de satisfacción. Por otro lado, el vacío que ahora siento es indescriptible. Podría decir que se parece a terminar una relación amorosa o una amistad de muchos años a la fuerza.

Paralelamente al final de este proyecto tuve la gran oportunidad de participar en el Festival Internacional de Cine de Mérida y Yucatán (FICMY) como integrante del Jurado Joven, junto con cinco compañeros más. Reunirnos a ver las películas de la sección de Largometraje Mexicano de Documental y Ficción por cinco días para compartir nuestras visiones y conclusiones fue sumamente nutritivo y gratificante. Finalmente, la madrugada del lunes 21 de agosto nos decidimos por una película ganadora. Quiero enfatizar que fue una decisión complicada pues al Jurado Joven sólo nos permitieron entregar un premio aún teniendo que considerar películas de géneros diferentes (por no decir contradictorios), ficción y documental a la vez.

El martes 22 de agosto fue la clausura y premiación de las películas ganadoras del FICMY. Por razones que no termino de comprender, el Jurado Joven nunca fue invitado al escenario a entregar el premio que correspondía. Tristemente quien dirigió la clausura destinó gran parte del tiempo para hacer mención de los múltiples patrocinadores. Mientras tanto, una película se quedó sin recibir un premio, galardón que representaba a los jóvenes de Mérida.

Además de este incidente, tanto en la fiesta de inauguración como en la de la clausura del festival fui tratada de manera injusta, por no decir discriminante. Todo esto me hizo observar con mayor detenimiento lo que sucedía en este evento cultural y fácilmente pude ver que de manera evidente los invitados de fuera del estado eran quienes recibían los mejores tratos, mientras que los yucatecos, y sobre todo los jóvenes, pasamos rechazos constantes. Sin embargo, el momento en el que verdaderamente me quedé sin palabras, y no para bien, fue durante la ceremonia de clausura cuando la vocera oficial y maestra de ceremonias se avergonzaba a viva voz en el micrófono por su acento yucateco: “Ay, estoy hablando muy yucateco ¿verdad? ¡híjole!”. Me duele porque nadie debería de sentir vergüenza por su acento, lengua, raíces y sobre todo porque ninguna autoridad cultural debería de transmitir este mensaje, mucho menos públicamente cuando cientos de personas la escuchan y le regalan su atención.

Todavía no me rendí, asistí a dos funciones más, en un teatro reconocido de la ciudad, fuera de las que consideraba el jurado del que formé parte. En las dos funciones se presentaron películas de realizadores yucatecos. En ambas, el sonido tuvo graves problemas técnicos. Vi esas películas, pero no las pude apreciar, ni entender. El público se retiraba a montones. No recibimos ninguna explicación por parte de los programadores o del festival y las funciones no fueron reprogramadas. A mi parecer esa fue una enorme falta de interés hacia el trabajo de los cineastas locales y una gran falta de respeto al público asistente.

¿Por qué escribir esto y compartirlo? Es muy simple; si bien, no siempre voy a ser joven, siempre voy a ser yucateca, me va a interesar la cultura y me va a parecer relevante la participación de los jóvenes en la sociedad y en la cultura; en particular la cultura maya. Tanto en este festival como otros proyectos culturales en los que he podido participar he notado que el interés en los jóvenes, en la cultura y en Yucatán es casi nulo o pasa desapercibido. Los directivos suelen poner por encima prioridades políticas y económicas que dañan la imagen de muchos de los otros integrantes de sus organizaciones que se desempeñan con profesionalismo, pasión y entrega.

Tengo que cerrar este tema dejando en claro que estoy fuertemente agradecida porque a fin de cuentas alguien decidió darme la oportunidad de participar, aprender, crecer como joven profesionista e, incluso, de representar a la juventud del medio cinematográfico de Mérida para entregar un premio. Deseo intensamente que estas palabras sirvan para que todos podamos mejorar en nuestra participación como creadores, como público, y que quienes están detrás de los proyectos culturales que siguen y seguirán realizándose sepan que a los jóvenes de Yucatán sí nos interesa la cultura, nos gusta participar y ser considerados dentro de la sociedad.


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